En el desarrollo de este temario, estamos intentando explicar que no es casualidad que se estén produciendo los acontecimientos que acaecen en estos momentos prácticamente en todas las partes del planeta. También hemos podido ir apreciando que las causas que
motivan estos acontecimientos y las transformaciones, no son sólo económicas, sino morales. Los cimientos y los pilares sobre los que se asienta nuestra sociedad no han sido los más adecuados para su sostenimiento y por eso la misma se está viniendo abajo.
motivan estos acontecimientos y las transformaciones, no son sólo económicas, sino morales. Los cimientos y los pilares sobre los que se asienta nuestra sociedad no han sido los más adecuados para su sostenimiento y por eso la misma se está viniendo abajo.
Por otro lado, las nuevas generaciones se asemejan a una corriente de agua que va empujando lo que está viejo y caduco abriéndose paso poco a poco y encontrando así nuevos cauces por donde pueda transcurrir tranquilamente. A este impulso de las nuevas generaciones no hay parapeto que le pueda poner freno, es sólo cuestión de tiempo y paciencia.
No obstante existen más argumentos “invisibles”, pero no por ello menos transcendentes, que son los que vamos a intentar dilucidar aquí.
La Tierra como planeta, y el espíritu como ser, en constante evolución, son compañeros de viaje, ambos son seres vivos en constante proceso de transformación y evolución. La tierra carece de libre albedrío, como planeta tuvo un principio y tendrá un fin, envejecerá y desaparecerá, es el aula donde el espíritu desarrolla su viaje de autosuperación, de crecimiento en los valores espirituales que alberga en su interior y que son su esencia. El espíritu es creado por Dios, pero a diferencia de los planetas no tiene fin, no muere, muy al contrario se va engrandeciendo y perfeccionando hasta cotas inimaginables para nosotros aquí y ahora y dispone de libre albedrío. Como vemos estas son diferencias muy importantes, la tierra tiene un reloj biológico que marca sus procesos, no se detiene, en ella el tiempo marca inexorablemente su devenir y los ciclos y etapas que atraviesa. Mientras que el espíritu, con su libre albedrío, es el responsable de su estado y del lugar que ocupa en la creación en cada momento.
No podemos olvidar que la tierra como planeta no es el único, hay cientos de miles de millones de planetas que cumplen su función al igual que la tierra y que también sirven de ¡morada! al espíritu.
Según el proceso geológico y de evolución cósmica, el espiritismo aclara que existen mundos primitivos, mundos de expiación y prueba, mundos de regeneración, mundos felices y mundos divinos. La Tierra está finalizando su etapa como mundo de expiación y prueba, es el “fin del mundo” tan profetizado y anunciado por diferentes corrientes espirituales y filosóficas (incluida la cristiana), pero es el fin de un ciclo, no del mundo como tal, ya que la tierra aún se puede considerar un planeta joven.
Esta es la razón por la cual estos momentos son sumamente transcendentales, la tierra empieza un nuevo ciclo, su reloj biológico le marca el nacimiento de una nueva era. El espíritu en su fuero interno es conocedor de este hecho y, dependiendo de su grado de adelanto y de la fuerza que trae consigo lo intuye en mayor o menor medida, de ahí que exista en la actualidad tanto espíritu de cambio. Este espíritu de renovación obedece a que hay también en nosotros un reloj interno que nos dice que es el momento de inclinarse hacia un modelo de vida pacífico, solidario y fraterno, dejando atrás el modelo que arrastramos desde las remotas épocas donde la barbarie y materialismo embrutecedor eran la nota predominante.
En esta nueva era sólo tendrán cabida en el planeta los espíritus que hayan adquirido el mínimo de desarrollo espiritual que exigía esa etapa. Para ello hemos de reconocer que a través de todas las edades se nos ha asistido desde el plano espiritual enviándonos multitud de mentores espirituales que han marcado con su ejemplo y sus enseñanzas el camino a seguir; tristemente tan sólo una minoría de nosotros ha sabido darle la importancia debida a todos estos mensajeros espirituales, y no hemos sabido aprovechar todo ese caudal de espiritualidad que se nos ha brindado.
Estos planteamientos son muy sencillos, nada tienen de ilusorios o fantasiosos, pero comprenderlos y admitirlos no está al alcance de todos, se necesita haber adquirido un mínimo de humildad y de los dichos valores tan nombrados, se necesita algo de estudio, buena predisposición, haber aprovechado bien nuestras existencias anteriores, no estar muy aferrados al materialismo y otra serie de cosas en este mismo orden que todos podemos intuir.
Lo anunciado por el Maestro de Maestros Jesús de Nazaret “EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS MORADAS” cada día cobra más sentido y muchos ya lo vamos entendiendo, no son solo moradas en el “cielo”, sino moradas en los distintos planetas que pueblan el inconmensurable Universo que como aulas escolares albergan a cada una de ellas a millones de espíritus en función de su grado de evolución.
Estamos en unos momentos de transición planetaria como nunca antes lo había estado la tierra, son momentos decisivos que marcan a un espíritu para siempre, ya que es el salto más importante que hemos de superar, dejar los mundos de expiación y de prueba, para alojarnos en los mundos de regeneración, en donde el progreso es mucho más rápido, en donde ya no existe tanta diferencia y disparidad de estados de conciencia y evolución, en donde van todos a una y se tiene todo a favor para la conquista de los valores espirituales y para la construcción de un mundo solidario, fraterno y en paz.
Los mundos de regeneración marcan un antes y un después para la evolución del espíritu, significan salir del ambiente tan hostil de los mundos inferiores, dejar atrás la vorágine del materialismo embrutecedor, de las pasiones que nos esclavizan y de tantas otras deficiencias espirituales que marcan las sociedades atrasadas como lo es la de nuestro planeta actualmente.
Ahora llega el momento del examen final, y en lo más íntimo de nuestro ser lo sentimos, todos en el fondo sabemos que estamos sujetos a una planificación espiritual, que somos seres evolutivos, y que nuestro mundo está dando los últimos coletazos en el apartado de planeta de expiación y prueba, aprovechemos bien el tiempo que nos resta, no nos quedemos a las puertas de ese nuevo orden de cosas, podemos conseguirlo.
F.H.H.
© Grupo Villena 2012