LA VOLUNTAD

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«Hay una fuerza motriz mas poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.»

Albert Einstein

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La fe mueve montañas.

Qué no se podrá hacer usando la fuerza de voluntad; frases como las anteriores nos dan una idea aproximada acerca de la grandeza e  importancia de este atributo, cuando es parte del carácter en una persona.

Para comenzar hemos de indicar que la voluntad es un atributo que todo ser humano posee en mayor o menor medida, dependiendo del esfuerzo que realice para aplicarla, a fin de conseguir sus metas y objetivos. Es una cualidad intrínseca en el ser humano, sin excepción. Todos poseemos fuerza de voluntad, otra cosa es que la pongamos en práctica y que la ejercitemos debidamente. Pero todos y cada uno de nosotros la tenemos en potencia.

La voluntad es un atributo de Dios, esto es algo que no tiene discusión, para todos aquellos que somos espiritualistas. Por tanto, como atributo es algo que también lo poseemos todos y cada uno de nosotros. No olvidemos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, por supuesto no en cuanto a imagen material, que no la tiene, sino en cuanto a capacidades.

La diferencia  es que en nosotros están en potencia. Nuestro trabajo consiste en desarrollarlas a medida que vamos evolucionando. Somos como una semilla, que contiene en potencia la posibilidad innata de convertirse en un árbol gigantesco. Si no tuviese esa cualidad natural, de ninguna manera podría erguirse ese árbol majestuoso.

Este hecho debemos tenerlo muy en cuenta, pues sin dicha fuerza de voluntad sería muy difícil acometer ciertas pruebas y experiencias en la tierra, como espíritus encarnados. Para todo hay que tener fuerza de voluntad, pero especialmente para realizar actuaciones y afrontar situaciones  que no son de nuestro gusto y que quizás nos pueden venir muy cuesta arriba al pensar que es un imposible realizar tales cuestiones.

Sin embargo poseemos la fuerza de voluntad, que puesta en práctica con decisión y fe constituye una ayuda fundamental, para «poder subir esa montaña» y lograr los objetivos que debemos alcanzar. La fuerza de voluntad es algo que está a nuestra disposición pero que guardamos y no la utilizamos siempre que debemos. Es como si tuviéramos los bolsillos llenos y no la empleamos, nos estamos limitando y perjudicando grandemente en nuestro proceso evolutivo.

“Hace más el que quiere que el que puede”. Que gran verdad encierra esta frase. Normalmente nos movemos por impulsos, por instintos, por egoísmo, hacemos lo que nos conviene o interesa. Entonces demostramos que sí tenemos fuerza de voluntad, y que somos capaces de realizar grandes esfuerzos. Especialmente esto ocurre cuando por motivaciones e intereses materiales podemos conseguir bienes, dinero, fama, etc. Sin embargo, cuando tenemos que realizar esfuerzos o sacrificios para conseguir cosas que no redundan en nuestro propio beneficio, es ahí cuando demostramos que no aplicamos la fuerza de voluntad.

Todos y cada uno de nosotros venimos por un lado condicionados y limitados por nuestras imperfecciones morales, las cuales nos desvían a menudo del sendero que debemos tomar. Y por otro lado, tenemos que luchar también con las tendencias de la materia, la cual es cómoda y perezosa y tiende a dejarnos estáticos y a que rechacemos cualquier tipo de esfuerzo a realizar.

Es por ello, que nos debemos proponer en el día a día, no dejarnos llevar por la comodidad y la pereza, teniendo un control de nuestros pensamientos, sentimientos, pasiones y emociones, a fin de que sea nuestra parte espiritual la que rija nuestras acciones y escoja el camino a seguir.

La voluntad es la palanca que mueve el mundo. Como espíritus que somos, además, estamos dotados de otros atributos, como lo son el amor y la sabiduría. El amor es la guía que sublima nuestros sentimientos y nos impulsa a ayudar, a esmerarnos en el trato con nuestros semejantes. La  sabiduría  es la síntesis de los conocimientos adquiridos en el transcurso de nuestra historia, una vez que hemos asimilado el resultado de nuestras actuaciones y experiencias. Es por ello que a medida que un espíritu va evolucionando, va respondiendo más y más a sus intuiciones y a la voz de su conciencia, que no es otra cosa que el fruto de su esfuerzo y progreso.

Los sentimientos se van engrandeciendo, se van limpiando de impurezas. La conciencia nos va indicando la forma más correcta de actuar, y la voluntad hace que no nos resulten imposibles los nuevos pasos a dar. Nos ayuda a rechazar las malas prácticas y acciones y nos conduce al sendero del bien y del amor. De esta manera el espíritu va allanando su camino y en cada nueva encarnación se propone nuevos y mayores objetivos, resultándole más fácil la consecución de los mismos.

Si no ponemos en marcha la fuerza de voluntad, el espíritu se ve dominado por fuerzas poderosas, como son las debilidades que arrastra, la característica egoísta de la materia, la fuerza de sus defectos, las inclinaciones y tentaciones hacia el mal, y un sin fin de contrariedades e influencias malsanas que pueden llevar al espíritu al abandono de sí mismo, de sus características, que al no ejercerlas, va como olvidando y llegando a creer que en él, no está la posibilidad de vencer los obstáculos y las pruebas que las leyes universales les ponen en su camino.

Entonces llega la rebeldía, y ese espíritu entra en un espiral de guerra contra todo, desarrollando las cualidades negativas, hundiéndose en el egoísmo, el orgullo y la maldad es sus diferentes facetas. Apliquemos la fuerza de voluntad, que la tenemos, sin ella nos rebajaríamos al nivel de las bestias, que solo actúan por la fuerza de sus instintos primarios. Por la fuerza de voluntad como seres humanos nos elevamos hacia estadios superiores de conciencia y de luz, de entrega y sacrificio, en aras de misiones especiales o existencias con pruebas o expiaciones muy duras. No desdeñemos esa fuerza poderosa con la que Dios nos ha dotado y comprobaremos lo mucho que podemos hacer en el día a día, sobre todo cuando se nos ponga a prueba y pensemos que no somos capaces de superarnos o realizar aquello que a priori vemos muy difícil.

El maestro Jesus nos instó a esto, al decirnos que “si tuviéramos fe con un grano de mostaza”, indicándonos que siempre tenemos la posibilidad de realizar aquello con lo que nos hemos comprometido, basta con tener fe y poner en práctica esa fuerza de voluntad, sacándola de nuestro interior.

Hernández Hernández

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