LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”(Mateo 24:14)
Este es otro síntoma, como señal precursora de que nos hayamos inmersos en la transición planetaria, del cual Jesús nos informa. Bajo nuestro punto de vista, es algo que es evidente que se está produciendo. La penetración de la doctrina de Cristo ha llegado a todos los continentes, gracias a la difusión que se hace por parte de todas las corrientes y doctrinas religiosas, filosóficas y espirituales. También esto es posible, gracias a la facilidad que propician las nuevas tecnologías, que permiten que un mensaje, pueda difundirse como un rayo de extremo a extremo del planeta; en otros tiempos, esto era algo impensable pero hoy en día no existen barreras.
Por otro lado, también hemos de tener en cuenta que el mensaje de Jesús, que en otras épocas podía considerarse como exclusiva de una religión, en la actualidad, son muchas las escuelas filosóficas y espiritualistas que ven al Mesías como la entidad espiritual más importante que ha pisado nuestra Tierra, y que lo consideran como un Maestro de Maestros, con lo cual todas estas corrientes y escuelas también se han encargado de difundir su mensaje de manera extraordinaria por doquier.
Otra corriente espiritual que queremos destacar es la doctrina espírita, que basa toda su obra, conocimientos y mensaje precisamente bajo el auspicio de Jesús, considerándolo el Mentor espiritual de nuestro mundo y el espíritu comprometido con el Padre a conducir a nuestra humanidad hacia su verdadero destino, que no es otro que el de reencontrarse consigo misma y emprender la ineludible tarea del progreso espiritual por encima de toda otra cuestión. Pues, sin progreso espiritual de muy poco sirve todo lo demás.
El espiritismo como otras corrientes espiritualistas ha sabido llevar el mensaje de Jesús a todas las latitudes de nuestra humanidad, sacando la idea del Cristo del viejo continente, en donde su pensamiento se había instalado, haciendo que efectivamente su testimonio del todo universal que trasciende todas las fronteras y barreras que en otras épocas podían existir.
Ha llegado el momento de someternos a la realidad de nuestra existencia, que no es otra que la de reconocernos como seres individuales y portadores de un espíritu que viene a la tierra a adquirir unas experiencias que son las que le brindan la posibilidad de rectificar errores del pasado y desarrollar los valores espirituales que tiene en potencia.
¿Con esto que se está consiguiendo?; pues por un lado que gran parte de los creyentes presten verdadera atención a la síntesis de su obra, a la parte espiritual, al contenido profundo, despojado de misticismo y de superficialidades sin sentido; es decir que se está procurando la vuelta al Cristianismo auténtico, a la práctica pura de las verdades y ejemplos que el Maestro sembró en su corta estancia entre nosotros, pero que calaron hondo en la sociedad de entonces, y que fue lo que verdaderamente hizo que sus enseñanzas se transmitieran de boca en boca y llegaran hasta nuestros días. También lógicamente queremos dar fe de la labor que en especial han hecho las iglesias cristianas durante muchos siglos manteniendo vivo este mensaje.
Pero lo que es más importante es que nos estamos dando cuenta de que debemos volver al Cristianismo auténtico de los primeros siglos de nuestra era; donde lo fundamental no era la teoría, sino la practica sencilla pero noble de seguir los ejemplos de Jesús. La caridad, la solidaridad, la fe en un Dios de amor y de bondad, el perdón, la tolerancia, el respeto, la humildad, la nobleza, el afán de compartir, el deseo de servir a los demás, ver a todo el mundo como hermanos, la voluntad de querer ayudar y no ser motivo de agravio para nadie; ese es en síntesis el mensaje de Jesús, y es lo que importa, y lo que nos debe movilizar. Para resumirlo de una manera breve hemos de saber luchar contra nuestras imperfecciones morales que son las que nos impiden el progreso y no nos dejan ser cristianos, por mucha ideología o doctrina que tengamos, sino estamos limpios de corazón muy poco lejos podremos llegar y de muy poco servirá nuestra prédica.
La prédica del Evangelio no está en las palabras, sino en transmitir un ejemplo noble y sincero por parte de todos aquellos que nos consideramos fieles discípulos suyos. No debemos menospreciarnos; somos muchos diseminados por todo el mundo, pertenezcamos a una u otra confesión religiosa, filosófica o espiritual, Jesús no hace distinciones; hemos de ir todos a una, la humanidad necesita ayuda espiritual y hay ya muchos entorpecimientos como para que nosotros no demos nuestro granito de arena.
La descreencia religiosa que por otro lado vemos a nuestro alrededor viene sin duda motivada por estos dos conceptos, la falta de evolución espiritual, de la cual somos únicos responsables, y la falta de ejemplo que hemos podido apreciar en quienes hemos considerado que debían ser los primeros en manifestar una conducta acorde a sus principios. Pero eso ya pertenece al pasado, ahora ya no somos niños, ahora ya sabemos lo que queremos, o debemos saberlo, no podemos estar justificándonos eternamente, cada uno somos libres y por lo tanto responsables, si sentimos el mensaje de Jesús dentro de nosotros, debemos exteriorizarlo.
No podemos olvidar que se está librando una batalla crucial, sin parangón en la historia de la humanidad, la transición planetaria viene a poner a cada uno en su lugar, esta batalla es entre el bien y el mal, no es fácil desembarazarse de los defectos que arrastramos desde hace siglos, no es fácil posicionarse entre los que quieren vencer sus complejos, debilidades, y emprender la ardua tarea de corregir las viejas tendencias y errores; la parte espiritual negativa en este sentido nos quiere poner un freno, nos lo quiere impedir a toda costa, su objetivo es perturbar, entorpecer, explotar nuestros defectos a fin de que desistamos y nos sintamos imposibilitados de seguir al maestro, pero el maestro está con nosotros, si nos disponemos en serio a llevar el evangelio en todos sus extremos a la práctica, recibiremos la fuerza y las energías necesarias para triunfar en el bien, y levantarnos cada día con las pilas cargadas.
La hipocresía y la falsedad, hacen que nuestro espíritu se debilite y que esas energías no nos lleguen, nos conducen a la confusión y al fanatismo haciendo creer que con creer es suficiente; pero no es así, como hemos visto, predicar el evangelio es vivirlo con todas sus consecuencias. Jesús consiguió que se predicara su evangelio gracias a su ejemplo y a su grandeza espiritual, no lo olvidemos.
G.H.M.
© Grupo Villena 2013