EN ARAS DEL BIEN COMÚN

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En aras del bien común

En aras del bien común

El mejor resultado de todo aquello que se hace a favor del prójimo, es la sensación de plenitud que te invade al constatar que todos los esfuerzos fueron dirigidos en esa dirección.

Es interesante observar como el bienestar se adueña de tu ánimo, predisponiéndote a nuevas empresas, nuevos servicios, ya que siempre notamos que el verdadero bien que nos beneficia es aquel que hacemos a los demás.

Poca importancia tiene el grado de gratitud que recibas en compensación, puesto que es de ley que tanto el bien como el mal, no siempre vuelven al punto de partida por la misma mano.

Y nada más distante de la legítima acción del bien que esperar la recompensa, porque eso no pasa de ser un simple trueque, en el mejor de los casos de que se concrete su realización…

Aquellos que ofrecieron lo mejor de sí, en aras del bien común, generalmente ignoraban que estaban convirtiéndose en apóstoles del amor, en héroes del bien, puesto que obedeciendo a impulsos superiores, se dejaron inducir trabajando con ahínco y desinterés, en los diferentes escenarios donde la vida los colocó, sin siquiera imaginar la grandeza de su acción.

Muchos de ellos lo hicieron en sofisticados laboratorios, cuyo objetivo era el de vencer enfermedades dolorosas…

Otros lo hicieron desde aulas sencillas, en las escuelas rurales, implementando el milagro de la alfabetización que libera del yugo de la ignorancia…

Y cuantas fueron las madres humildes que delante de la cuna rústica velaron al fruto de sus entrañas, que en un mañana la sociedad habría de recibirlo en su seno como a un histórico dirigente o un preclaro literato o un sensible músico o, ¿por qué no?, un simple hombre de bien que trascendió los límites del hogar, para abrazar el sacerdocio de la fe y la esperanza.

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¡Cuánto hay para hacer en el mundo y cuántas manos sencillas, honestas, amorosas y dedicadas hacen falta para ello…!

Únete a las falanges del bien, atendiendo al llamado transformista del Cristo, poco importando que tu nombre no figure, después, en las páginas de la Historia.

No obstante y sin duda alguna, en los registros celestes, por tu acción, no pasaste desapercibido.

 (Extaído de la obra “DEL MAESTRO AL DISCÍPULO”. Capítulo 10: EN ARAS DEL BIEN COMÚN. Obra dictada por el espíritu de Cosme Mariño, a través de la psicografía de Juan Antonio Durante. Publicado por: Livraria Espírita Alvorada Editora).

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