EL TRABAJO ES UNA LEY NATURAL POR LO MISMO QUE ES UNA NECESIDAD Y LA CIVILIZACIÓN OBLIGA AL HOMBRE A TRABAJAR MÁS PORQUE AUMENTA SUS NECESIDADES Y SUS PLACERES. Pr. 674 de “El Libro De Los Espíritus” de Allan Kardec.
No se puede definir mejor, el trabajo es una ley, por eso ha de ser algo natural. ¿Que habría sido de la civilización sin el trabajo? Estaríamos todavía en la Edad de Piedra, sin haber adelantado nada, igual que los animales. Por eso el trabajo lo hemos de tomar en efecto como “Algo Natural”, está en la naturaleza del hombre trabajar para superarse a sí mismo, elevarse por encima de sus limitaciones e ir adquiriendo en virtud de su esfuerzo, de su estudio, de su fuerza de voluntad, mayores cotas de desarrollo en todos sus aspectos, material, mental y espiritual.
No hemos de tomar el trabajo como un castigo, como un suplicio; no es una condena, no es una pena, es una característica del ser humano que nos ha de acompañar siempre, es el único modo de engrandecernos y de conseguir de manera estable todo aquello que nos propongamos.
Deberemos diferenciar muy bien lo que significa el trabajo desde un punto de vista materialista o capitalista, y desde un punto de vista espiritual; lo cual nos lleva a observar diferentes matices. Materialmente, el trabajo es solo una forma con la cual nos ganamos la vida, trabajamos para percibir un salario lo cual nos debe abastecer de todas las necesidades que precisa nuestra vida, familia, etc. Es por ello una obligación, ya que es la única forma de ganarnos el sustento. Mientras que desde un enfoque espiritual, el trabajo es también una obligación pero no solo para ganarnos la vida, sino como herramienta de progreso, por un lado de la civilización y por otro de nuestro propio espíritu, ya que es un poderoso instrumento mediante el cual podemos desarrollar multitud de cualidades.
A medida que vamos evolucionando, nos damos cuenta de lo preciso que es dedicar muchas horas al estudio y la investigación, para profundizar más y más en todas las ciencias, no dejar de descubrir cosas nuevas y adelantar, para hacer la vida de nuestra sociedad más dichosa, más completa, más duradera y feliz. La medicina, la tecnología en todas sus áreas, todos los avances y mejoras que han ido surgiendo década tras década, los hemos conseguido gracias al trabajo, perseverancia y dedicación, esfuerzo y sacrificio de muchísimos personajes de gran talla, que han dedicado su vida y sus desvelos a lograr adelantos para el bien común. Muchos de esos adelantos necesitan después de ingentes horas de trabajo técnico y manual de infinidad de trabajadores, todos de una manera u otra colaboran y son necesarios, cada cual cumple una función, lo más importante es asimilar que la vida y la naturaleza requieren de todos nosotros, que a ella nos debemos y que es un deber sagrado contribuir a su perfección.
El mundo material en el que nos desenvolvemos es muy complicado, la sociedad está regida por unas leyes no escritas, que han desbancando los derechos y obligaciones que sí están escritos en la declaración de los derechos humanos, en el estatuto del trabajador, etc.; es por ello que todos aquellos que aspiramos al desarrollo de nuestras virtudes, y eliminación de las imperfecciones, no nos podemos dejar llevar por todos aquellos aspectos negativos de índole material, pues entonces corremos el peligro de rebelarnos, pensando en las posibles injusticias que recaen sobre los trabajadores, y hasta podríamos olvidar el principio del trabajo, como necesidad, y lo que es más importante, como ley natural que no hemos de pasar por alto.
Si bien se ha de luchar, y seguir luchando por la mejora constante de las condiciones de los trabajadores y de su justa remuneración, hemos también de comprender y aceptar que estamos en un mundo de expiación y de pruebas, que lamentablemente todo eso que es de Justicia y que todos tenemos en la mente: igualdad, libertad y fraternidad; no es posible en un mundo como este nuestro, sino solo en aquellos limpios de todas aquellas imperfecciones morales que en realidad son las que gobiernan esta clase de mundos. Nunca se podrá conseguir, salvo en los mundos de regeneración.
Si todas las leyes que ha creado el hombre en el último siglo se cumplieran, este mundo seria muy distinto del que es; no digamos, si cumplieramos con las leyes divinas que nos han ido transmitiendo, desde Moisés hasta Jesús, sería un verdadero paraíso. No es por falta de leyes, ni de tratados, ni de estatutos, es problema de evolución, nuestra sociedad no ha evolucionado en la medida que lo han ido haciendo las leyes. El hombre se da cuenta de sus errores, y de sus necesidades, y sabe en qué ha de cambiar. Legisla, pero el egoísmo y las imperfecciones todavía permanecen; no hay una ley que nos libre del egoísmo, del orgullo y en consecuencia de las penas y sufrimientos que ello acarrea.
Nos libraremos del egoísmo y de las demás formas de esclavitud cuando trabajemos en nuestro conocimiento interior de manera individual, cuando admitamos lo que somos, seres espirituales eternos, con una misión: la del progreso; sólo entonces con nuestro esfuerzo y con el trabajo que dediquemos a esa limpieza interior irán viniendo los cambios y las transformaciones, primero en cada uno de nosotros y después en nuestro entorno más cercano y así será cada vez en círculos mas grandes.
Por eso hemos de encarar el trabajo como nos lo plantea el espiritismo, como una necesidad de evolución, como algo natural, pero hemos de ampliar nuestras miras. Nuestro trabajo de cada día está en todo, el trabajo no es sólo un aspecto material, hemos de establecer preferencias y objetivos en nuestra vida si queremos aprovecharla bien, y que se nos tenga en cuenta a la hora de pedir una nueva reencarnación.
Pregunta 675 de El Libro de los Espíritus:
¿Sólo debemos entender por trabajo las ocupaciones materiales? No: el Espíritu trabaja, como el cuerpo. Toda ocupación útil es un trabajo.
Lo mismo que se necesita realizar un trabajo material, también necesitamos realizar un trabajo espiritual, tan importante es uno como otro ¿Verdad que dedicamos una gran parte de las horas que tiene el día al trabajo material, y cuantas horas le dedicamos al trabajo espiritual?
Debemos entender que nos es muy necesario estar centrados, muy centrados en cada momento de nuestra vida, si queremos aprovechar bien nuestra existencia. Si estamos dedicados a realizar una tarea debemos de estar pendientes de ella, para realizarla lo mejor posible.
Si estamos en nuestro hogar con la familia dediquémonos a ella, con amor, con entrega, démosle aquello que esperan de nosotros, aquello que nos corresponde ofrecer, no es la cantidad, es la calidad lo que cuenta, entonces podremos dedicarnos a otras cosas sin ningún impedimento, todo a su debido tiempo y en la medida de nuestras posibilidades. Pero debemos dar a cada cosa según el compromiso que sintamos y las responsabilidades que hayamos asumido. En esta como en todas las facetas de nuestra vida debemos trabajar con ahínco, si queremos conseguir buenos frutos.
En el concepto espiritual podemos estar trabajando sin darnos cuenta más de lo que pensamos, porque no requiere de una máquina, de un ordenador, de un sitio. Requiere de una actitud, la actitud lo es todo, podemos estar realizando un trabajo material, pero nuestra actitud, la educación, el respeto, la tolerancia, eso es lo que llegará a nuestros compañeros, estamos trabajando y divulgando con el ejemplo, estamos realizando un trabajo espiritual, siempre que pongamos nuestra alma en ello y el buen hacer.
Del trabajo material propiamente dicho, podremos jubilarnos, pero del espiritual no, mientras estemos vivos tenemos una misión que cumplir. Cuántas cosas podemos hacer a lo largo del día, si tenemos una mente abierta, deseos de progreso, deseos de aprender, deseos de ser útiles a los demás. En la edad de la jubilación sin duda que podemos hacer muchas otras cosas que por no disponer del tiempo suficiente no pudimos hacer antes.
El trabajo es a todas luces una necesidad imperiosa, porque todo lo demás sale de él, el más difícil es el del auto conocimiento y limpieza interior, requiere de mucha atención sobre todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, requiere de un autocontrol, de mucho análisis, y por más que nos digan, hasta que no comprendemos las cosas por nosotros mismos es muy difícil cambiar, porque no estamos convencidos internamente de los defectos que tenemos los cuales nos llevan al error.
Hagamos caso del libro de los espíritus, no solo se trabaja con el cuerpo, el espíritu también trabaja, este no descansa, hay espíritus que buscan la forma de no trabajar, su trabajo es la pereza, la comodidad, solo quieren recibir pero no dan nada a cambio; aquello que siembren es lo que recogerán. Trabajemos por nuestra regeneración, construyamos en nosotros el hábito de localizar nuestros defectos y pongámonos manos a la obra para que de verdad corrijamos los errores, nos hagamos más humildes y construyamos un mundo mejor, comenzando por el que tenemos más próximo.
El trabajo espiritual no se realiza sólo en los centros espiritas; si pensamos o hacemos así, estamos muy equivocados, el trabajo espiritual empieza por un trabajo interno, de mentalización de lo que somos, porqué estamos aquí y hacia donde vamos. Y eso es algo de lo que nos debemos mentalizar, sin ningún tipo de fanatismo. Hasta que este hecho no forme parte de nuestro carácter, no sea algo que llevamos puesto en nuestra mente, será muy difícil que lo pongamos en práctica, sencillamente porque se nos olvida. El ajetreo diario, y nuestras muchas imperfecciones nos mantienen inmersos en otro tipo de preferencias y necesidades, y el trabajo interior, el conocernos a nosotros mismos, ayudar a los demás y todas esas cosas bonitas, quedan en un estante en nuestra mente, aparcado y lo recordamos cuando vamos a los grupos y a las reuniones, pero no forma parte de nuestros objetivos personales, es algo filosófico pero que en realidad lo vemos muy difícil de conseguir y por lo tanto algo muy lejano, con lo cual más o menos seguimos siendo los mismos, porque como dicta el refrán: el hábito no hace al monje.
Cuando estamos leyendo un libro estamos trabajando. Cuando estamos escribiendo algo que queremos compartir estamos trabajando. Cuando hablamos y dialogamos con quien sea de manera positiva estamos trabajando. Siempre que hagamos algo con amor, con buena voluntad, contribuyendo y colaborando con otros con fines altruistas estamos trabajando espiritualmente. Lo sabremos porque nos sentiremos bien, tendremos cada día más gente que nos quiere y a quien querer; nos faltarán horas del día para hacer más cosas y en fin, nuestro espíritu tendrá más fuerza y deseos de vivir.
No limitemos el trabajo al aspecto material, es quizás más importante el trabajo espiritual, ese que nadie nos manda, solo la Ley de Dios, nos lo mandamos nosotros solos, nos lo manda la conciencia, esa que acallamos tan rápido.
El trabajo por: Fermín Hernández Hernández
© 2017, Amor, Paz y Caridad
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Un elemento hay que no se ha puesto suficientemente en la balanza, y sin el cual la ciencia económica no pasa de ser una teoría: ese elemento es la educación. No la educación intelectual, sino la educación moral. Ni tampoco aquella educación moral que se obtiene por medio de los libros, sino la que consiste en el arte de modelar caracteres, la que forma hábitos.
Ley del trabajo, Allan Kardec.[/infobox]