Iniciamos una nueva sección que pretende abordar, desde la modestia y humildad de la experiencia de 35 años de trabajo espiritual en un grupo, las posibles mejoras en el funcionamiento de las personas que los integran; a fin de conseguir unas organizaciones unidas, eficaces, dirigidas al bien, que sepan evitar los peligros de las miserias humanas y otros que amenazan con frecuencia la estructura de los grupos y sus funcionamientos internos.
Es esta una reflexión necesaria, sobre todo en España, donde los grupos, por la trayectoria de los años, han debido funcionar en base a criterios heredados del pasado (y por tanto obsoletos para el momento actual), que en su momento fueron válidos, pero hoy han perdido vigencia debido a la transformación de la sociedad española en las últimas cuatro décadas.
También acontece otro fenómeno, no menos preocupante, que lastra sin duda el desarrollo y evolución de los grupos españoles; y ese no es otro que la importación de modelos de otros lugares donde las características sociales y culturales son otras bien distintas y que, aunque son muy válidos en sus lugares de origen, no tienen cabida ni apenas incidencia en su transferencia a la sociedad española; antes al contrario, generan un rechazo que explica el motivo por el que la divulgación de los grupos no alcanza la proyección social que sería de desear.
Tanto una cosa, las herencias del pasado desactualizadas, como la importación de modelos de otros países a la sociedad española, nada tienen que ver con la esencia de la doctrina de kardec, sino más bien con la forma de exponerla, desarrollarla y trasladarla por parte de los integrantes de los grupos espíritas a los pueblos y sociedades. Por ello, ante sociedades cultural e intelectualmente distintas, se hacen precisos métodos de trabajo diferentes, otras formas de divulgación; a fin de llegar de la mejor forma a la sociedad con un mensaje homogéneo, nítido y adaptado, respetando por supuesto los principios básicos de la ciencia del espíritu codificada por el maestro de Lyon.
Es por ello que esta sección intentará exponer algunas pinceladas, algunas formas de acercarnos a nuestros semejantes allí dónde realmente hemos de realizar nuestra tarea, en nuestro ámbito social, familiar, cultural y de país. No olvidemos que el principal objetivo de la codificación espírita es llevar al hombre el conocimiento de la misma; y si los responsables de realizar este trabajo no sabemos hacerlo, estamos fracasando de forma estrepitosa en el cumplimiento de nuestro trabajo.
Ofrecemos, a través de estos artículos que hoy iniciamos, algunas directrices que nos ayuden a trasladar con claridad, sencillez y eficacia esta doctrina a la sociedad; advirtiendo de las bases precisas y necesarias que a nuestro entender conforman la clave del éxito en los grupos: amistad y confianza entre los componentes de los grupos, lo que facilita la unión de los mismos y la consecución de proyectos importantes.
La fraternidad como base necesaria, la renovación interna de las instituciones para adaptarse a los tiempos que corren. Las terapias de funcionamiento interno necesarias a desarrollar en todos los grupos, para erradicar comportamientos místicos, de orgullos y fanatismos que, junto a los endiosamientos de las facultades, son los verdaderos peligros de supervivencia y éxito divulgativo de los centros.
Se trata de comenzar por analizar nuestras formas de trabajo, relación personal entre los componentes del grupo, proyección social del mismo, métodos y pautas de continua renovación interna, que nos permita con posterioridad transferir a la sociedad no sólo el conocimiento, sino la experiencia de vivir la doctrina de Kardec. Esa experiencia estará basada en la interiorización de los comportamientos adecuados, hecho este que nunca ofrecerá un lenguaje vacío sino un ejemplo clarificador y un porvenir de éxito colectivo para las tareas que el grupo habrá de mostrar a la sociedad.
La forma de llegar a la sociedad es a través del ejemplo unido al conocimiento; este último sin el primero se convierte en una semilla que nunca llega a florecer ni arraiga en el corazón del ser humano. Mientras que el ejemplo de la vivencia auténtica de la doctrina en grupo, ofrece la oportunidad a todos a aquellos que se acercan a entenderla y sentirla, comprendiéndola profundamente; el conocimiento va paulatinamente ganando el discernimiento de las personas hasta clarificarlo y racionalizarlo definitivamente.
En cuanto al trabajo interno de los grupos, es imprescindible la confianza mutua entre los compañeros y la flexibilidad necesaria que permita delegar responsabilidades; todo con el fin de que las estructuras y los cargos no asfixien las iniciativas personales de crecimiento y desarrollo de sus miembros; lo que redundará en beneficio de todos y del trabajo en común a desarrollar.
Estas y muchas otras cosas abordaremos en esta sección que, lejos de pretender dar lecciones a nadie, simplemente trata de poner sobre el papel las experiencias de varias décadas de trabajo, advirtiendo por un lado de los peligros, y por otro, de las corrientes de trabajo positivas, que ayudarán a multitud de grupos y personas que desean integrarse y trabajar en ellos a realizar con mayor eficacia su labor: ampliando sus horizontes espirituales, creciendo en conciencia y equilibrio, colaborando en la expansión y divulgación de esta revelación, preparada para el hombre en estos momentos de cambio de ciclo y transición planetaria.
Hemos denominado la sección como Fraternidad en Grupo, porque consideramos que en la fraternidad entre los miembros de un grupo se encuentra la clave del éxito de nuestro trabajo; para ello deberemos esforzarnos en todo aquello que la potencie y desarrolle; eliminando aquellas barreras que entorpecen su instauración entre los miembros de un grupo que comparten los mismos ideales y que no son otras que los defectos e imperfecciones morales que nos separan de nuestros compañeros (orgullos, envidias, personalismos, etc..)
Así pues, nuestro doble objetivo es, concienciarnos de la necesidad de un cambio de rumbo en el ofrecimiento que de la doctrina espírita se hace a la sociedad española, por un lado, y por otro, la urgencia de fomentar entre los miembros de los grupos la unión sincera de sentimientos, pensamientos y actuaciones que nos ayuden a realizar con garantías de éxito, la ardua tarea a la que, no olvidemos, nos comprometimos antes de encarnar, aprovechando la coyuntura para nuestra regeneración moral y adelanto espiritual, algo que llegará de forma espontánea, por los méritos contraídos, si somos capaces de realizar bien nuestro trabajo.
A.LL.F.
Disposiciones morales de los asistentes a un Grupo Espírita:
- Perfecta comunidad de miras y sentimientos
- Benevolencia recíproca entre sus miembros
- Abnegación de sentimientos contrarios a la caridad
- Deseo único de instruirse y mejorarse por la enseñanza de los espíritus.
Allan Kardec “Libro de los Mediums” Capt. XXIX