CRISIS MUNDIAL: LA GRAN CATÁRSIS

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Crisis mundial: la gran catársis

Vivimos en un mundo de enormes contrastes. Por un lado, el desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología, especialmente en las últimas décadas. Unos avances que facilitan la vida y la comunicación global. Jamás en la historia de la humanidad ha existido un progreso como el de hoy día. Por otro lado, el déficit moral, el individualismo egoísta, consecuencia de muchos factores, como pueden ser los de carácter educacional, religioso, social, etc. En los países más desarrollados han provocado incluso, una relajación de costumbres, focalizando el sentido vital de la existencia en aspectos puramente materiales, como son los de tipo profesional, económico y aquellos otros relacionados con el confort, ocio y el placer.

Muy lejos quedan ya, en esos mismos países desarrollados, los grandes esfuerzos realizados a lo largo de la historia para conseguir disminuir las desigualdades, las injusticias. Como ocurrió durante la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII.  La abolición de la esclavitud en el mundo. La lucha por la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres. También los esfuerzos por superar las discriminaciones raciales en Estados Unidos, principalmente en la década de los 60. Son conquistas que han costado muchos sacrificios, y también la pérdida por el camino de muchas vidas humanas, con la esperanza y la ilusión de conseguir una sociedad más justa y equitativa. La Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada por 48 países en el año 1948 supuso un avance significativo, al menos, una declaración de intenciones. No obstante, nos hemos estancado, el foco está puesto en otros puntos, como es la ambición egoísta y el materialismo del que hemos hecho mención.

Ahora mismo, el mundo se agita dentro de una gran crisis mundial, en todos los sentidos. La lucha de clases se mantiene, y se observa como el poder económico se va concentrando cada vez más en una pequeña minoría privilegiada, mientras otros se van empobreciendo y los jóvenes gozan de menos oportunidades. Al mismo tiempo, los intereses de las grandes multinacionales y el poder de la industria, ha soslayado el problema de la creciente contaminación que ahoga a muchas ciudades y es la causante de un calentamiento global de consecuencias imprevisibles.

Esto es como si en una gran vivienda llena de gente, se produjera un incendio y este se  fuera extendiendo por todos sus rincones, y en la que unos pocos privilegiados tuvieran a su alcance unas mascarillas de oxígeno que les resguardara temporalmente, mientras observan como el humo avanza y se densifica. Está claro que los más egoístas buscan su salvación, escaparse del problema, no obstante el fuerte olor y el ambiente denso no les permite escaparse del todo, más pronto o más tarde les afectará también. Sin duda, no es tan sencillo, no comprenden que forman parte de un mismo hogar aunque no quieran. Se creen triunfadores, privilegiados, se aferran a eso y no desean mezclarse con el resto.

Como nos demuestran los hechos históricos del pasado, las crisis son cíclicas porque el progreso no es uniforme y horizontal, tiene sus vaivenes, sus altibajos. Son procesos naturales, necesarios para el desarrollo y crecimiento de la humanidad. Empero, la actual crisis no tiene precedentes en la historia, porque nos aboca a un cambio fundamental, casi definitivo.

Es curioso observar la existencia de mensajes, comunicaciones procedentes del mundo espiritual, cuyo análisis que efectúan de la realidad mundial es bastante dura. Un ejemplo es el mensaje de Ana Fuentes de Cardona, psicografiado por Divaldo Pereira Franco durante la celebración del Congreso Espírita Mundial en Cartagena de Indias (Colombia) en el año 2007, donde dice, entre otras cosas lo siguiente: La  sociedad terrestre nunca tuvo tanta cultura, ciencia y tecnología como en la actualidad. Mientras tanto, jamás hubo tanto dolor y aflicción como en estos días… El sufrimiento alcanza niveles jamás experimentados anteriormente….

No estamos viviendo guerras mundiales como las dos vividas durante el siglo XX. Sin embargo, el mensaje de Ana Fuentes de Cardona es inapelable. Además, no es la única voz que habla en estos términos. Son mensajes para la reflexión y el estudio. No se trata de ver exclusivamente lo negativo, el vaso medio vacío. Claro que hay esperanza, claro que hay optimismo; hay una luz que asoma por el horizonte. Pero, la realidad ahora, con todo ese dolor, con todo ese sufrimiento, con todos los problemas políticos, sociales, económicos, humanitarios, climáticos, etc.; se está poniendo en jaque a todas las estructuras conocidas del ser humano. Ante este panorama el preclaro mentor Bezerra de Meneses, en otro mensaje es también muy contundente y afirma: (*) Se podría creer que el caos sería la conclusión final ineludible, sin embargo, la barca terrestre que navega los horizontes inmensos del cosmos no se encuentra sin rumbo.

Jesús está al timón y sus arquitectos divinos comandan los movimientos que le producen la alteración de la masa geológica, mientras se operan las transformaciones morales.

Iniciada la era nueva, surge, en este mismo siglo XXI, el periodo pre anunciador de la paz, de la fe religiosa, del arte y de la belleza, del bien y del deber.

Desde un punto de vista netamente espiritual podemos observar que este mundo, hoy día y más que nunca, hace honor a su categoría transitoria de expiación y prueba. Vivimos en un gran escenario de luchas que anteceden a la nueva aurora, al cambio definitivo que nos ha de llevar a un mundo de regeneración.

Una vida acomodada, sin luchas, sin objetivos, no nos permite desarrollar los recursos internos que poseemos, en estado latente, adormecidos, esperando su oportunidad, sea forzosa o voluntaria. La falta de estímulos, de ideales nos hace muy vulnerables, frágiles, nos crea inseguridad y el miedo hace acto de presencia. Sin embargo, nuestro destino es el progreso y la plenitud, pero con luchas, con trabajo, con esfuerzo; no puede ser de otra manera. Como indica un viejo adagio: “Personas fuertes raramente tuvieron un pasado fácil”. A lo que podríamos añadir: La fortaleza innata de ahora sin una causa aparente, procede de otras existencias. Nada se consigue sin trabajo, sin esfuerzo.

Ningún río crece en agua clara (Juan Damasceno Bisbal)

Hemos de mencionar al famoso neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Frankl, creador de la logoterapia, quien vivió una experiencia muy dura en los campos de concentración nazis. Fue allí, en el transcurso de su vivencia en unas condiciones miserables, donde pudo poner en práctica lo que posteriormente, en 1945, escribiría en su obra El hombre en busca de sentido.

En esa obra explica que el sentido de la vida no es una invención utópica sino que hay una razón muy poderosa que la justifica y que debemos de descubrir libremente. También asevera que las tensiones en la vida son necesarias, cumplen una función superior, para esforzarse y luchar por una meta o una misión que le merezca la pena.

Es por tanto, perentorio, ajustarnos a la realidad que nos ha tocado vivir, buscando el sentido espiritual de nuestras vidas. Hemos de cambiar primero nosotros, con las ideas claras y un rumbo cierto para vivir con cierta armonía dentro de los profundos procesos de transformación en los que estamos inmersos. Cuando las corrientes son muy intensas, hemos de ser flexibles como las ramas de los juncos que se mueven a merced de los fuertes vientos pero sin renunciar a sus raíces. El mismo Viktor Frankl afirmaba: Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.

Hemos de desechar el miedo y la incertidumbre. Como afirma Bezerra: Jesús está al timón. No es una banalidad. Tenemos la capacidad y las herramientas para afrontar todos los desafíos que la vida nos proponga. Si trabajamos, si adquirimos la luz clara del conocimiento, podremos albergar la calma en la tempestad, el consuelo en los procesos amargos, y la esperanza en un futuro mejor aunque todavía no lo veamos. Esta es la más importante decisión que debemos de tomar para alcanzar el gran ideal, la gran propuesta a la que estamos invitados.

 

Crisis mundial por: José Manuel Meseguer

©2017, Amor, Paz y Caridad

 

(*) Mensaje psicofónico recibido por el médium Divaldo Pereira Franco en el año 2010, durante el encuentro del Consejo Espirita Internacional en Varsovia (Polonia).

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