Quiero que caiga la noche,
que llegue la madrugada,
que los juglares alados
me canten una alborada,
tal y como lo hacen ellos
cuando apunta la mañana.
Quiero abrir pronto mi puerta
que aún permanece cerrada;
que me dé el sol en la frente;
dar libertad a mi alma
pues me siento prisionera:
rehén en mi propia casa.
Mas siempre la misma voz
que dentro de mí resuena
me dice: espera paciente;
mantén la puerta cerrada
hasta que llegue La Mano
a repicar en tu aldaba.
Cuando suene la llamada
no demores en abrir,
se habrá roto la cadena
que te impedía salir.
Ya no serás prisionera,
podrás ligera partir.
Se habrá dormido la noche:
estarás en libertad;
llegará tu madrugada;
podrás cantar alboradas
con los juglares del cielo
porque ya será mañana.
Mª Luisa Escrich
(Guardamar, noviembre de 2016)