El mes pasado desarrollábamos las fuerzas contrarias que retrasan o intentan impedir el desarrollo normal del espíritu en su ascensión espiritual bajo el amparo del impulso de la ley de evolución y que a todos los espíritus encarnados afecta, se quiera o no.
Hoy nos toca abordar los recursos de que dispone el espíritu encarnado para favorecer su ascensión espiritual en estos mundos de regeneración. Planetas donde todavía el ambiente espiritual está enrarecido por la variedad de espíritus que conforman estas sociedades. Espíritus nobles, altruistas, de sanas intenciones y otros muchos todavía atrapados por su naturaleza inferior: rebeldes, díscolos, brutales, egoístas, violentos, etc.
La convivencia conjunta de ambos en este mundo de expiación supone un reto importante para aquellos que desean caminar en el bien y en el progreso espiritual. Por ello es preciso saber que, no sólo contamos con ayuda externa para conseguir nuestros propósitos de solidaridad y fraternidad sino que también dentro de nosotros mismos tenemos las herramientas necesarias para conseguir nuestro objetivo.
Así pues, en la evolución espiritual del hombre existen ciclos reencarnatorios y existencias concretas que tienen mayor o menor transcendencia que otras. Es el momento evolutivo del planeta el que hace que estas vidas físicas actuales, desde hace algunas décadas en adelante, se vuelvan transcendentales para nuestro futuro evolutivo. Y todo ello en base a que el planeta está maduro para el cambio; tal y como explicábamos en artículos anteriores, estamos en momentos cruciales de una transición planetaria que a todos los humanos afecta: encarnados y desencarnados.
Esta transición, este cambio de ciclo evolutivo del planeta Tierra obliga a una intensa planificación espiritual por parte de aquellos que espiritualmente dirigen este mundo y por ello, y desde hace tiempo, vienen encarnando en la Tierra espíritus de elevada condición para ayudar, servir de guía y de ejemplo a aquellos que en estos tiempos de catarsis y de confusión planetaria van a necesitar ejemplos donde refugiarse, conductas donde referenciarse y actitudes a las que aferrarse.
Estos espíritus, muchos de ellos comprometidos con el maestro Jesús, auténtico gobernador espiritual del planeta, han sido en otros tiempos trabajadores incansables de la regeneración humana, y vienen para ayudarnos a todos y para marcar el camino recto a aquellos que, libres de dogmatismos y fanatismos, con la mente abierta y el corazón dispuesto, pretenden luchar por la regeneración moral de esta humanidad.
Pero no sólo contamos con esta importante ayuda, también desde las esferas espirituales son conscientes de la difícil realidad que se vive en la materia, de las enormes dificultades que van a experimentar muchos espíritus encarnados afrontando pruebas durísimas cuya explicación lógica y coherente se encuentra en su pasado pero de la que no van a ser conscientes aquí y ahora.
En estos casos la ayuda mayor, la fortaleza que permita al humano afectado por esta condición seguir adelante y no desmoronarse vendrá de su propio interior. De los recursos espirituales adquiridos en otras vidas que le mantendrán firme en su fe en Dios y en la seguridad y confianza en la justicia divina.
Esos recursos internos que cada uno tenemos y que forman parte de nuestra herencia espiritual congénita, son elementos valiosísimos que nadie puede arrebatar, que vienen con nosotros desde que nacemos porque los hemos conquistado a lo largo de otras experiencias en las vidas físicas con esfuerzo y sacrificio personal.
Precisamente porque espiritualmente se conocen estas dificultades, y como mencionábamos arriba, las esferas espirituales se vuelcan en ayudar al planeta y a los que en él nos desenvolvemos en estos momentos cruciales no sólo planificando sino recurriendo a multitud de recursos que apenas ignoramos. Comandados por el Maestro se vuelcan en la ayuda de los movimientos sociales, espirituales, solidarios y de toda índole que, con la noble intención de ayuda al prójimo, están intentando paliar el sufrimiento en ambas dimensiones, la espiritual y la física. Además de favorecer los recursos para paliar el sufrimiento y potenciar la solidaridad, la fraternidad y la paz entre los hombres, recurren a otras fuerzas espirituales encarnadas o no y al mismo tiempo cuentan con la ayuda de espíritus encarnados procedentes de otros mundos que de forma anónima, silenciosa y bajo las instrucciones del Maestro colaboran fehacientemente, en áreas allí donde no pueden llegar los espíritus elevados y que precisan de recursos materiales ignorados por la mayoría de nosotros.
Esta ayuda externa es enormemente valiosa aunque apenas seamos conscientes de que existe. Se encargan de evitar, en la medida de lo posible, la destrucción del planeta, y todo ello debido a que este mundo en que habitamos no es propiedad del hombre, es una escuela de aprendizaje y evolución como otros muchos, creado por Dios y preparado para seguir milenios en la formación de humanidades posteriores como mundo de regeneración de forma inmediata y posteriormente como mundos felices o mundos divinos.
El hombre, conforme avanza la ciencia, se va percatando de su pequeñez dentro del universo. La concepción umbilical de que es el centro del universo y de que el cosmos está a su servicio se desvanece por completo cuando empieza a preguntarse porqué existen trillones de mundos en un universo infinito que es incapaz de abarcar ni de comprender. Ante esta grandiosidad cósmica que la ciencia va descubriendo y ampliando día a día, la concepción antropológica del hombre y de las instituciones que la fomentan es no sólo ridícula sino propia de mentes obtusas; ancladas en el pasado de los tiempos y sin apenas visión de futuro.
Traemos esa reflexión a colación por el hecho de que el hombre es un ser muy limitado en su concepción de la vida y de lo que esta supone, por ello la humildad y el reconocimiento de nuestra pequeñez nos ha de permitir recapacitar sobre aquello que no conocemos. No podemos por tanto establecer como verdades absolutas concepciones sobre la vida y la evolución espiritual basadas en dogmas o postulados absolutos que se cierran a cualquier modificación, cambio o renovación.
La ayuda espiritual existe, es una realidad y la vivimos permanentemente, día a día, sin apenas ser consciente de ella. Cualquier estudioso de las ciencias del espíritu sabe que desde que nacemos tenemos la asistencia espiritual de amigos invisibles que velan por nosotros, nos inspiran y nos protegen. Otra cosa muy distinta es que puedan intervenir ante nuestras imprudencias, rebeldías y obstinaciones en el mal. El libre albedrío es la norma sagrada de las leyes espirituales que rigen la evolución y la ayuda está permitida, la intromisión, la imposición y la ruptura del libre arbitrio es contrario a la ley divina.
Así pues contamos con ayudas externas, con fortalezas internas y con ejemplos que pueden ayudarnos a luchar y vencer en este camino tan difícil pero tan gratificante: estamos recuperando el tiempo perdido; el tiempo que se nos dio antaño y donde no hicimos las cosas demasiado bien; por ello ahora venimos más o menos conscientes de qué hemos de hacer y por todos los medios hemos de intentar cumplir el programa que nosotros mismos nos hemos impuesto antes de encarnar.
Reflexionemos sobre esto porque, sabiendo que contamos con ayuda y que nuestras capacidades son acordes al trabajo que hemos realizar, ninguna excusa nos impide cumplir lo prometido, que no es otra cosa que dedicarnos al bien y al amor al prójimo.
A.LL.F.
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