SOCIEDAD NUEVA: ESBOZOS Y PINCELADAS 

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  Cómo es de suponer, nadie, encarnado en la tierra, tiene capacidades para prever el futuro de forma precisa y detallada. No obstante, a través de la historia, las profecías, y los profetas han dejado en evidencia que algo, o parte del futuro que está por llegar es posible entreverlo o esperarlo.
 
  Son esas facultades extrasensoriales, las que posibilitan el acceso a lo que está por venir, pero ante todo, en esto no hay nada milagroso ni excepcional: obedece a la perspectiva con la que se observe el futuro y, sobre todo, a las informaciones procedentes del mundo espiritual; donde sí tienen una visión global de los hechos que nosotros somos incapaces de obtener al estar recluidos en la materia física.
 
  Estas dos circunstancias: las facultades y las informaciones del otro lado de la vida, nos ofrecen apenas esbozos o pinceladas de lo que será ese nuevo mundo que llega a la tierra y en cuyo proceso de transición nos hayamos envueltos.
 
  No es la primera ni la última vez que se habla de una sociedad nueva, basada en principios de solidaridad y fraternidad, exenta de maldad y dirigida hacia el progreso ético-moral de sus habitantes. Las informaciones al respecto vienen de antiguo, pero lo importante en este caso es que, comprendiendo la mecánica de la evolución espiritual del hombre y de los planetas en los que desarrolla sus experiencias físicas, vida tras vida, sabemos con certeza que nos encontramos en el prólogo de una nueva era en la tierra. Nuestro planeta se encuentra en transición desde hace algunas décadas y así va a continuar hasta que se produzca la transformación social que se precisa para incorporarse a un nuevo estadio evolutivo: los mundos de regeneración.
 
  Cuando la tierra alcance ese nivel; la sociedad se desarrollará bajo algunos parámetros muy diferentes a los que conocemos. Gracias a las informaciones procedentes del plano espiritual y a las especificaciones que Kardec detalla en la codificación, estamos al tanto de muchas cosas de las que han de venir. Lo que nos espera no es fácil en los momentos que vivimos; el planeta ha de afrontar esta catarsis que actualmente padece como forma inevitable para seleccionar los habitantes que merecen pertenecer al nuevo orden social que llegará.
 
  Esta selección no solo será justa y perfecta, basada en las leyes de la justicia divina; sino que procurará habilitar las capacidades de los hombres y mujeres preparados a las necesidades de construcción de un nuevo mundo contemplando una eficacia inusual en la sociedad actual. Esta eficacia estará en los méritos ético-espirituales, en las capacidades evolutivas de los individuos, en el grado de perfección moral y elevación espiritual que posean.

  Por ello, desde el mundo espiritual planifican con esmero esta transición desde hace siglos. Tanto es así que desde hace relativamente pocos años, vienen encarnando en la tierra espíritus “viejos”, preparados para afrontar los retos de esta transición porque ya los han superado con anterioridad en otras transiciones planetarias. También encarnan espíritus de gran elevación, espíritus superiores comprometidos con el planeta por su trayectoria moral a través de los siglos de evolución; personajes conocidos por la historia y otros anónimos, que llevados por su amor a esta humanidad vienen en momentos cruciales de la evolución para dar ejemplo y marcar el rumbo a seguir, aclarando conceptos, sembrando luz y claridad allí donde sólo hay confusión y contradicciones sobre los auténticos planes de la ley divina para la humanidad de la tierra.
 
  Estos últimos, dirigidos y coordinados por el gobernador espiritual del planeta tierra, el sublime maestro Jesús, tienen una trayectoria perfectamente planificada en el tiempo y en el espacio. Vienen y van a seguir viniendo para ayudar a la humanidad y a poco que abramos nuestra mente y nuestro corazón podremos localizarlos, captar su mensaje y ayudarnos con sus ejemplos para seguir nosotros mismos en esta lucha incesante de regeneración que nos corresponde efectuar.
 
  También la nueva sociedad se verá beneficiada por estos colaboradores y mentores de la humanidad a la hora de organizar sus nuevas estructuras, pero esto será más adelante, cuando ya haya concluido la catarsis, el “parto planetario” que, después del sufrimiento necesario impuesto por la ley de consecuencias, o ley de causa y efecto sobre las deudas contraídas, desembocará en la felicidad de un nuevo orden social y moral. Orden en el que la maldad habrá sido extinguida, dónde todavía existirá la imperfección, pero con el anhelo de todos sus habitantes por ponerse a trabajar en superarla, en corregir los errores del pasado libres de la opresión del ambiente negativo, libres de la contaminación de otros espíritus dedicados al mal, libres de las limitaciones sociales para trabajar en pro del bien y de la fraternidad.
 
  Así pues, podemos contemplar, esbozar una nueva sociedad de trabajo, de responsabilidad social, de compromiso moral con el prójimo, de auténtica dedicación al bien y al desarrollo de las facultades y cualidades intelectuales, morales, volitivas que acerquen cada vez más al hombre a su creador. Ese es el auténtico sentido del progreso humano, ir avanzando hacia la plenitud y la perfección a través del esfuerzo personal y la colaboración entre todos. Nadie, por sí mismo, es capaz de desarrollar todas sus capacidades sin recibir de los que le rodean las influencias precisas, los ejemplos necesarios o las pruebas adecuadas que le permitan probarse así mismo.
 
  Es preciso detectar nuestras debilidades y procurar esmerarnos en corregirlas con voluntad y dedicación; sin demora, con entusiasmo, aunque sean dolorosas las consecuencias que debamos afrontar y aunque nos lleven a realizar ejercicios de renuncia personal importantes y necesarios.
 
  En el progreso del espíritu lo difícil es lo que verdaderamente tiene mérito, y lo más difícil para un ser humano consciente de su realidad espiritual es luchar contra sí mismo. Contra sus propias deficiencias y miserias de la naturaleza inferior que todavía nos quedan, herencia del acervo de vidas anteriores de dolor y de equivocaciones.
 
  Conscientes de esta realidad todo se vuelve más fácil, y si tenemos la oportunidad de realizar nuestro trabajo apoyándonos en otros compañeros de nuestro mismo nivel evolutivo, con necesidades comunes en evolución, entonces el camino se vuelve más asequible, nos apoyamos unos a otros porque nos vemos reflejados a nosotros mismos en los demás y, gracias a ello, podemos comprendernos mejor a nosotros mismos y avanzar mucho en muy poco tiempo.
 
  Esta será la base principal de la nueva sociedad: “la fraternidad sincera y puesta al servicio del prójimo”. Una fraternidad que hemos de empezar a cultivar, a desarrollar, a valorar en su justa medida. La unión hace la fuerza, los sentimientos y pensamientos de bien, así como las proyecciones de futuro en el corto y medio plazo en grupos de personas capaces de entregarse a la obra de la fraternidad y el consuelo en estas épocas de dolor y confusión, son las bases de una nueva sociedad que desde ya hemos de empezar a plasmar y a trabajar allí donde nos encontremos.
 
  Somos responsables ante la ley de nuestra labor espiritual en la tierra; no es casualidad nuestra encarnación en estos momentos de transición. Si en otras épocas de la humanidad han proliferado grandes personajes capaces de marcar rumbos a la humanidad, ahora no son personajes individuales, que también los habrá; el proyecto viene en conjunto, viene para todos aquellos capaces de entender la necesidad de una nueva sociedad y de comprender qué momentos se viven en el planeta y cuál es la forma adecuada de afrontarlos para crecer espiritualmente y al mismo tiempo trabajar con ahínco por ese nuevo mundo; ese Reino de Dios sobre la tierra que prometió el maestro galileo y que tendrá su culminación en la nueva humanidad  que se avecina a marchas agigantadas hacia nosotros.
 
A.LL.F.
 

 

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