ORACIÓN, ACCIÓN Y MEDITACIÓN
«Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad. Un hombre que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca.»
Carl Gustav Jung – Psiquiatra Suizo.
Uno de los ideales de todos los que quieren mejorar su vida interior es llegar al estado de auto-iluminación, un estado indefinible que Buda calificó como el nirvana; y Jesús lo definió como el del amor y la comunión con el Dios interno que cada uno de nosotros llevamos dentro.
Sin duda, existen caminos para llegar hasta allí, y el paradigma que ofrecen estos grandes personajes nos confirma que es posible. Ahora bien; ¿se trata de una técnica determinada,? ¿es acaso una actitud ante la vida,? ¿es quizás la pertenencia a esta o aquella filosofía o religión la que nos lleva hasta allí?
Sinceramente, no lo sabemos hasta que no llegamos. Lo que si es cierto es que estudiando y aprendiendo sobre la naturaleza del hombre, vamos comprendiendo mejor lo que somos y en base a ello podemos poner los medios para alcanzar ese estado de felicidad y plenitud que está en el horizonte de todo ser humano si se lo propone, como demostraron los grandes avatares de la humanidad.
Existen métodos que nos ayudan a mejorar interiormente y a crecer paulatinamente en nuestro interior hacia la comprensión de la realidad profunda del ser; una realidad que está bastante lejos de la inmediatez, las ilusiones materiales y las conquistas externas que aparentemente otorgan la felicidad y que el ser humano identifica e idealiza como: alcanzar la fama, tener una situación económica privilegiada, ostentar honores y reconocimiento social, realizar un buen matrimonio, etc.
Todo lo anterior es satisfactorio pero no otorga la felicidad al ser humano, ya que la felicidad es un estado interno, derivado de una conciencia recta, un sentido del deber adecuado y una paz interior, alcanzada mediante el propio esfuerzo en nuestra relación con el prójimo, todo ello derivado de la propia responsabilidad y madurez de la persona.
«La oración no cambia a Dios, pero sí cambia a quien ora.»
Soren Kierkegaard – Filósofo Danés (1813-1855)
De esta forma, la oración es un elemento poderoso que ayuda al hombre de fe en los momentos de grandes retos, que le ampara y le otorga esperanza en el porvenir ante las dificultades, vinculándose a su creador, en el que deposita la confianza de que todo tiene un sentido y éste es el mejor para nosotros aunque seamos incapaces de comprenderlo.
La oración ha sido invocada constantemente como el método de alcanzar ese estado interior, pero aquí hemos de matizar que la oración bien hecha, elevando el espíritu hacia Dios en un sentimiento puro de gratitud, o para pedir ayuda personal o para el prójimo, es una fuerza poderosa muy alejada del rezo rutinario de frases monótonas, pues falta la esencia de la voluntad y el sentimiento noble y fraterno que sale del corazón y potencia la plegaria hacia planos superiores.
No obstante, y a pesar de los enormes beneficios que la oración bien realizada comporta; no es suficiente para alcanzar ese estado superior que distingue a los seres iluminados de todos los demás. La oración ha de convertirse también en acción; una acción externa e interna. La primera en nuestra relación con el prójimo, salvaguardando y cumpliendo las leyes de la vida que fueron instituidas por Dios y que están escritas en el interior de nuestra propia conciencia.
«La plegaria no es un entretenimiento ocioso para alguna anciana. Entendida y aplicada adecuadamente, es el instrumento más potente para la acción»
Mahatma Gandhi – Abogado, pensador y político Hindú (1869-1948)
El Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo no sólo es la ley universal sino la acción principal que eleva al espíritu del hombre hacia la plenitud y la iluminación. En una vida plena de obras de bien, de acciones de amor continuas, de sacrificio personal por sus semejantes, el ser humano encuentra la realización más importante a la que puede aspirar en la tierra. Y a pesar de todo, esto no le garantiza su iluminación personal.
Y ello es debido al hecho de que además de la oración y de la acción hacia el prójimo es preciso el trabajo más difícil, el de la lucha contra uno mismo; esta es la tarea más ardua; conocernos a nosotros mismos y trabajar intensamente en la corrección de nuestras debilidades y defectos morales, el egoísmo, el orgullo, la vanidad y el amor propio. Lacras que venimos arrastrando vida tras vida y que, aunque llevemos una conducta ejemplar de entrega y sacrificio hacia los demás, siempre afloran para hacernos ver que necesitamos superar nuestras malas inclinaciones para alcanzar ese estado de felicidad interior en el que consiste la auto-iluminación.
Hay quien busca esta última en el ejercicio de la meditación, el mindfullnes, la terapia cognitiva, etc.. con ello pretende controlar su mente y elevar su conciencia. Y si bien la mente es importante tenerla a buen recaudo; nuestra mente no somos nosotros, es una parte importante de nuestro ser inmortal pero no es la esencia de nuestra naturaleza divina.
Educando nuestra mente a través de la meditación, silenciándola y dominándola, podemos controlar nuestros pensamientos, poner en orden nuestras emociones. Pero con todo y con ello, sin el autoconocimiento propio y la lucha contra los defectos morales que arrastramos, será muy difícil alcanzar ese estado de plenitud al que se aspira; y mucho menos si carecemos del amor al prójimo suficiente que nos libere del egoísmo.
«La meditación y la oración alimentan el alma.»
Agustine Og Mandino – Escritor Norteamericano (1923-1996)
Como estamos viendo el camino es difícil, pero a la vez estimulante, pues en ello se encuentra nuestra felicidad futura, y cuanto antes comencemos mejor para nosotros pues ahorraremos los sufrimientos que nos propician nuestras faltas y errores, nuestras negligencias y atentados contra las leyes de la vida.
La sabiduría infinita de la Causa Primera e Inteligencia Suprema; ese Dios origen de todo lo que existe, y cuya esencia llevamos en nuestro interior, nos permite albergar todas las esperanzas, todas las expectativas, pues se trata de esforzarnos por mejorar, por alcanzar una conducta moral recta, una actitud de entrega a los demás que nos aparte del egoísmo ancestral, una sumisión a la voluntad divina y a sus leyes que nos permita ver la vida como es: todo perfección y armonía, acercándonos al mismo tiempo a la humildad que destierre nuestro orgullo y vanidad.
Si a ello unimos el vínculo sagrado de la oración y usamos la meditación y el autoanálisis para conocernos a nosotros mismos y superar nuestras debilidades, estamos en el camino cierto de alcanzar esa iluminación interior que se traduce en paz interna, satisfacción con el deber cumplido y el compromiso adquirido antes de encarnar; elevando así nuestro espíritu hacia un futuro más feliz y dichoso que nos espera por los méritos contraídos mediante el esfuerzo y la superación personal.
Auto-iluminación: Oración, acción y meditación por: Antonio Lledó Flor
©2015, Amor, Paz y caridad
«Sirve, ama, da, purifícate, medita, realízate.»
Swami Shivananda- Yogui y maesto hinduísta (1887-1963)