«Lo que se calla se llora,
lo que se llora lastima,
y lo que lastima mata
y nos amarga la vida”.
Se calla, porque callando
mayores males se evitan
y se impone la razón
a la voz de la injusticia.
Y se llora, porque el llanto
nuestras almas purifica
y borra de nuestras mentes
lo que nos hiere o lastima.
Pues con la cura del tiempo
cicatrizan las heridas
que suelen ocasionarnos
cuando se habla en demasía.
Sepamos sufrir callando
del mundo las injusticias,
con la sonrisa en los labios
y amando sin cortapisas.
Sembrando del corazón
la generosa semilla
del amor y la concordia
quien nos hiere o lastima.
Es en la paz del silencio
donde el alma se armoniza
y encuentra la realidad
de su paso por la vida.
De su vivir para el Bien
entre lágrimas y risas,
con el corazón abierto
a todas las injusticias.
De cuanto enaltece al hombre
o le rebaja y le humilla,
de las pasiones humanas
y las acciones divinas.
Quien sepa sufrir callando
los embates de la vida,
alcanzará de los Cielos
las regiones infinitas.
Doblegará de su alma
la soberbia y la injusticia
ante la voz del Amor
y la Justicia Divina.
Así se forjan las almas
en la lucha de la Vida,
sabiendo callar a tiempo
y amando sin cortapisas.
Dando al Bien lo que es del Bien
y al dolor lo que les pida,
para su mejoramiento,
entre lágrimas y risas.
Dios es la meta del alma
que sabe amar sin medida,
con el corazón abierto
a todas las injusticias.
Devolviendo Bien por mal
a quien le ultraja o lastima
por mala fe o ignorancia
de las Leyes de la Vida.
Y para llegar a Él
paciencia se necesita,
resignación y constancia,
no caminar muy aprisa.
Sabiendo callar a tiempo
y amando las injusticias
que puedan ocasionarnos
cuando se habla en demasía.
Pues el camino es abrupto
y está cuajado de espinas
que nos laceran el alma
y el corazón mortifican.
JOSÉ MARTÍNEZ