[infobox]24:15 Cuando vean en el Lugar santo la Abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel —el que lea esto, entiéndalo bien—. . .
El evangelio según San Mateo[/infobox]
Al leer esto se nos viene a la cabeza algo parecido a un acertijo, casi indescifrable, ¿Qué querría decir el Maestro con todo esto? ¿Son ideas sueltas o siguen quizás un encadenamiento de hechos? ¿Nos transmitía alguna información relevante? Dentro de nuestra limitada comprensión, deseamos hacer un esfuerzo que aclare las dudas suscitadas y arroje un poco de luz ante estas inquietantes palabras.
Si entendemos como lugar santo, determinadas confesiones religiosas en todo su conjunto, estas palabras pueden encerrar probablemente toda una serie de acontecimientos que están saliendo a la luz pública de todos aquellos casos de pederastia que lamentablemente han acontecido en el seno de las mismas.
Abominable, según el diccionario de la real academia de la lengua, quiere decir que desagrada profundamente, y penosamente es muy cierto que nos ha causado gran tristeza conocer estos hechos, y más todavía si cabe, la escasa adopción de medidas para erradicar este mal.
Al margen también se podrían citar y tener en consideración otros aspectos en los que ciertas instituciones quizás deberían haberse pronunciado, posicionándose al lado y a favor de los más débiles y necesitados. El estancamiento moral les ha impedido desprenderse del condicionamiento histórico. Nadie está exento de cometer errores, los hay en todos los estamentos e instituciones de toda índole, Dios nos libre de hacer de estas palabras una crítica destructiva, “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
No entra en nuestros deseos profundizar en estos acontecimientos sino denunciar la falta de medidas que les permita retomar ante la Sociedad una imagen pública mucho más favorable y acorde a sus principios, que viniese finalmente a arrojar un rayo de esperanza, tan necesario en estos momentos de grandes dudas de fe.
En este breve análisis podemos concluir que el Maestro vislumbró estos hechos como previos a la instauración de la Nueva Humanidad en la tierra, y también la decadencia o falta de pureza en muchas de las doctrinas religiosas y espirituales, especialmente en aquellas que se atribuyen, ser los representantes de Dios en el mundo.
Es fruto de la propia evolución del ser humano, todos somos espíritus en proceso de mejora y pertenecer a uno u otro credo, incluso alcanzar una jerarquía elevada dentro de los mismos no nos hace más perfectos, ni mejores. Muchos de nosotros, que ahora pertenecemos a sociedades, grupos e instituciones de carácter espiritualista, ya participamos dentro del seno de los mismos en otras encarnaciones, y cometimos muchos errores, consecuencia de nuestras carencias y defectos, con lo cual, todos sin excepciones estamos en el camino de la regeneración y de la reforma interna, nadie escapa al trabajo de la propia construcción de si mismo.
Por tanto no nos debe extrañar que Jesús señalara también este tipo de desajustes dentro del seno de las confesiones espirituales, que sin duda se pueden y se deben corregir, esa es la responsabilidad que tienen los dirigentes, no ocultarlos sino ofrecer todo un ejemplo de humildad, honestidad y sinceridad al reconocer los fallos y poner las soluciones. Eso es lo que espera toda la sociedad, un ejemplo de transparencia y de rectitud por parte de cualquier institución que han de ser los primeros en dar ejemplo y manifestar en toda su extensión la práctica del evangelio, que es precisamente lo que predican y el principal objeto de su existencia.
Por tanto causa desolación conocer que se puedan producir este tipo de hechos en el seno de instituciones, que deberían ser modélicas, y que después de tantos siglos, parece que no están a la altura de las circunstancias, sino a veces lo contrario, tienen que pasar siglos para aceptar que no se actuó dentro de los parámetros que deben autoexigirse a sí mismas, sobre todo en velar porque los componentes de la misma al menos hayan adquirido unos valores éticos y morales propios de su condición.
Todo esto insisto no es una crítica destructiva, y no podemos sino reconocer los muchos méritos y buenas acciones que indudablemente hay que conceder a dichos credos e instituciones, y además que representan para millones de fieles su fe y su doctrina, gracias a ellas se ha mantenido durante siglos la tradición y la fe, nada que objetar, solo hemos querido manifestar nuestro punto de vista, y expresar que para estar completa y perfectamente legitimados en cualquier opción hemos de transmitir limpieza, humildad y rectitud, con lo cual no hay que perder el tiempo ni actuar con miramientos cuando se trata de regenerar y ayudar a la propia institución a mantenerse lo más fiel a sus principios, sea cual sea esta institución.
Fermín Hernández Hernández
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