RESPONSABILIDAD IV

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Responsabilidad

Nosotros sabemos ya, que no hay ascensión sin esfuerzo. Y aquí radica nuestra principal responsabilidad. El progreso, en cualesquiera de los aspectos, requiere esfuerzo. Esto es irrefutable. Sin esfuerzo nadie puede avanzar en el empinado camino del progreso.

Y si esfuerzo se requiere en las realizaciones de aspecto humano, mayor esfuerzo es necesario en las realizaciones de aspecto espiritual trascendente; ya que, las atracciones que el mundo de hoy ofrece, en sus diversos modos y aspectos, subyuga el ego inferior, y éste pone siempre impedimentos en toda realización superior. Y es aquí, dónde y cuándo necesitamos y debemos poner en acción los recursos internos, que en todos nosotros existen.

Porque, si queremos ser libres (en el verdadero sentido) si queremos progresar, NO debemos rehusar nunca las oportunidades de progreso que la vida nos ofrece, aunque ellas no sean fáciles. Debemos aprovechar toda oportunidad en su realización, aun cuando esta realización requiera sacrificio. Y es aquí donde los débiles, los pusilánimes, se achican y pierden magníficas oportunidades de progreso.

No pensemos nunca, que la tarea cual ella sea, es mayor que nuestras fuerzas para realizarla. No nos juzguemos por la personalidad que de nosotros conocemos; porque, en toda persona se hallan ocultas en la Conciencia Espiritual (subconsciente) grandes recursos desconocidos por la propia persona.

Además, toda tarea, todo esfuerzo pueden ser placenteros.

¿Cómo? Adoptando una actitud mental realizadora, poniendo interés y cariño en la tarea a realizar u obstáculo a superar, y esa actitud, estimulada por el entusiasmo, necesario para el éxito en toda realización, hace agradable la tarea, cual ella sea.

Porque, el entusiasmo genera energía psíquica, y ésta a su vez, incide y pone en acción a las facultades de la Mente, que es donde se encuentran esos recursos internos (grandes reservas desconocidas), de las que rarísimas veces hacemos uso.

Cuando una persona llega a despertar su realidad espiritual, condición indispensable para conseguir la manifestación de los recursos internos; puede realizar grandes obras, en consonancia, naturalmente, con su programa o destino. Pero, siempre más allá de su capacidad humana conocida.

Si en vosotros existe, como creo, el deseo de progreso, el camino a recorrer es el de las superaciones y de servicio fraterno; aun cuando, muchas veces haya que renunciar a ciertos aspectos y atracciones que la vida humana ofrece.

Y ese camino, el de las realizaciones, no es fácil, como el camino de bajada, pero éste llevaría al abismo; sino que, es cuesta arriba, como toda ascensión. Camino empinado, que requiere esfuerzo, y algunas veces sacrificio, sacrificio que pocos aceptan; pero, es el que estamos llamados a recorrer (voluntariamente o compulsoriamente) hacia la meta liberadora de las reencarnaciones penosas.

Y ese camino empinado, lleno de obstáculos, cuales son nuestras imperfecciones que arrastramos por vidas, es el único por el cual podemos alcanzar la meta trazada por la Ley, para conquistar la felicidad. Porque, como bien sabemos ya, son nuestras imperfecciones la causa de todas las amarguras y sufrimientos. De esto no nos quepa la menor duda.

Sebastián de Arauco

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