Sobre el odio y el perdón.
* Análisis psicológico y espiritual de este par de opuestos.
Continuando con el tema de las pasiones humanas, analicemos ahora, el más temible y destructivo de los aspectos pasionales: el ODIO; Así como también sobre las ventajas del PERDÓN.
Diversos son los grados de manifestación del odio, esa pasión dañina en alto grado, que sólo anida en las almas pobres y ruines, al dar cabida en sí a esa pasión destructora, por ignorancia de las consecuencias dolorosas que habrá de ocasionarle.
Porque, el odio comienza por turbar la tranquilidad de quien lo siente, debido a su acción desequilibrante sobre la mente y el alma, con perjuicio para la salud.
¿Y por qué para la salud?
Por la incidencia de esa vibración enconosa sobre los sistemas nerviosos y glandulares. Y a más de dañar la salud de quien da cabida en sí al odio, le convierte en una persona amargada que, en sus relaciones de trabajo, negocios, etc., desbarata oportunidades de progreso, por la actitud negativa del afectado y los errores que esa pasión induce a cometer.
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Conocéis ya la Ley de Vibración y su función, explicada en la lección 11 del primer curso. Por consiguiente, sois conscientes ya de que, los pensamientos y sentimientos son vibraciones que contienen en sí una energía. Energía benéfica o maléfica, constructora o destructiva, según su naturaleza. Y siendo el odio un sentimiento cargado de mal……….
Por ello, cada sentimiento de odio es una vibración-energía que actúa hacia quien sea dirigida y dañina en alto grado; pero que actúa también hacia el mismo que la emite. Y cuanto más una persona odie, más y más se envuelve en esas vibraciones intensamente negativas, desequilibrantes; que le atormentaran.
Si pudieseis apreciar el aura de una persona vibrando en odio, os asombraría al verla envuelta en un halo negro, en forma de torbellino.
Y quién odia, no tiene paz en su mente ni en su alma; ya que, ese sentimiento ponzoños produce una desarmonía psíquica mortificante, convirtiendo la vida del afectado en un tormento.
Esas extrañas misantropías y neurastenias que a veces apreciamos en nuestras relaciones humanas, tienen por causa alguno o varios de esos estados pasionales de odios, rencores, malquerencias, etc., y cuyo origen es…….el egoísmo, que genera envidias, celos, etc.
Y lo curioso es que, cuanto más una persona odie a otra, más y más se una a ella psíquicamente. Y ¡paradoja! Cuanto más lejos la desee, cuanto más en ella piense, más la acerca (vibratoriamente); porque, la persona que odia atrae mentalmente hacía sí a la persona odiada, con la fuerza de su pensamiento; y su imagen no le deja vivir en paz, le sigue y le persigue como una sombra; porque, ella misma la mantiene con su errada actitud mental y afectiva. Y aquí, está el tormento.
¿Hasta cuando? Hasta que deje de odiar.
Puede que alguno, juzgando a la ligera ese fenómeno de la fuerza de atracción del pensamiento, diga ¡vaya una ley rara!
Pero, cuando conozca que esa ley de Vibración y de Atracción no sido creada par ser vehículo de odio sino de amor, para unir más las almas que se aman y contribuir a su felicidad, comprenderá mejor.
Y como explicado está en la página 107 del libro “Tres Enfoques sobre la Reencarnación”; cuando una persona odia a otra o le desea mal, está proyectando vibraciones cargadas de veneno psíquico que, si la otra persona está vibrando en la misma sintonía de odio, rencor o malquerencia, las absorberá como una esponja y hará impacto en su mente y en su alma; que serán causa de dolencias y hasta enfermedades psíquicas.
Cuando el sublime Maestro Jesús, dijo: “Perdonad a vuestros enemigos”, no tan sólo moral estaba enseñando, sino que también una psicoterapia para librarse de los efectos destructores del odio. Porque, vivir odiando, no es vida; es un tormento.
Cuando una persona exclama: “Yo no le perdonaré lo que me hizo”; esa persona está cometiendo un gravísimo error, error que puede significarle…….muchos y muchos años de dolor. Porque, cada vez que se acuerda de ese acontecimiento, perjuicio u ofensa, está impregnando su alma con el magnetismo mórbido contenido en sus propias vibraciones de odio, que irán densificando y oscureciendo esa alma. A más de eso, está fortaleciendo una unión mental y afectiva con la persona odiada; quien, al recibir el impacto de las vibraciones de odio, percibe también (mentalmente) la figura de quien las envía, reaccionando también del mismo modo, con ondas mentales de odio, rencor, desprecio, según sea el caso. Y con esa actitud descabellada, ambas partes están destruyéndose mutuamente.
¿No os parece absurda esa actitud?
Sin embargo, así acontece con harta frecuencia.
Alguien dijo: “Si mis enemigos supiesen el daño que se hacen odiándome, no me odiarían”. Esta frase contiene una gran verdad, que todos debieran conocer; y contribuiría grandemente a liberar al mundo del odio, causa de ¡tantas desdichas! Porque, aquel que odia está dando poder a su enemigo sobre su tranquilidad, sobre sus nervios, su presión sanguínea, su salud toda, y su propia personalidad. ¡¡Meditemos sobre esto!!
Por lo que, insensato es responder al odio con el odio, rencor o malquerencia hacia aquellos que, por lo que fuere, llegasen a odiarnos; y sí, responder con amor y deseos de bien. Y que, de ese modo, esas vibraciones, esas ondas mentales cargadas de energía psíquica negativa, no penetrarán en nosotros y rebotarán.
¿Por qué así? Porque, el amor puro genera energía positiva, creando un campo magnético de protección.
¿Qué esto no es fácil? Cierto. No obstante, puede y debe aprender a perdonar y aun hacer bien a quien mal le desea; a menos que sea lo suficiente tonto o tonta para continuar perjudicándose.
Y a más de esos efectos perturbadores y dañinos, con la actitud de odio y malquerencias resultantes, esas personas están conquistando un puesto en las zonas tenebrosas del astral inferior, al terminar su vida física.
¡Cuán frecuente es ver personas que, por ignorancia, son esclavas de esa y otras pasiones absurdas!
¡He ahí, la necesidad de la divulgación de este conocimiento y otros conceptos de verdad! ¡He ahí, una oportunidad de progreso espiritual para vosotros, dando a conocer, con verdadero deseo de bien, estas verdades!
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Pongamos en práctica esa maravillosa enseñanza del sublime Maestro: “Amad a vuestros enemigos”. Porque, con ello quebraréis el poder que sobre vosotros pudiesen ejercer, a través del odio o el rencor.
Puede que alguno diga: ¿Cómo puedo yo sentir amor hacia quien me ha hecho daño?. Y yo os pregunto, hermanos muy queridos, ¿no habéis hecho sufrir alguna vez a alguien o causado daño en algún modo? ¿Y no querríais que ese error os fuese perdonado y olvidado? De cierto que sí. Entonces……..
¿Y sabíais que solo el amor fraterno, el amor puro, es productor de perdón? Porque, quien ama, perdona; quién mantiene odio, no perdona y se martiriza a sí mismo. Quien ama y perdona, se engrandece; quien odia, se empequeñece.
Quien ama, es comprensivo y perdona las ofensas, no dando cabida en su alma a sentimiento alguno de odio, que pueda desarrollar un deseo de malquerencia, venganza o represalia; aun cuando en el momento del daño u ofensa, le sea desagradable.
¡Sólo las almas débiles y ruines, albergan odio!
¡Sed fuertes, engrandeceos por el amor y el perdón!
Comenzad por desear intensamente perdonar el agravio. Y ese deseo moverá la voluntad, que es fuerza dinámica realizadora.
Recordad siempre que, quien perdona se libera de la rémora y efectos dañinos que el sentimiento de odio genera y daña a la persona que, por ignorancia, lo alimenta.
Pedid al Maestro Jesús, con fervor, con verdadero deseo de perdonar y anhelo de superación, que os enseñe a perdonar, que os enseñe a amar a quien daño o agravio os haya hecho. Haced esto una y otra vez, muchas veces.
Si así lo hacéis, con fe y humildad, pronto comenzaréis a percibir que ese sentimiento de odio o rencor va debilitándose, y que una sensación de paz inunda vuestra mente. Esa es la señal de haber alcanzado la vibración de Amor del Cristo. Y un nuevo deseo de bien, comenzaréis a sentir hacia la persona o personas que, por error o falta de control de su emotividad, y aun por ruindad, os hayan causado ese agravio o daño.
Y no os desaniméis si no conseguís, de inmediato, ese propósito digno. Perseverad, perseverad, hasta que hayáis establecido plenamente la unión vibratoria con la ley del Amor Universal, generadora de paz y armonía, y liberadora del odio y su secuela de malquerencias y amarguras.
Y la paz interna (mental-emocional) aumentará vuestra capacidad intelectual, vuestra alegría de vivir y ansia de progreso. Porque, un alma y mente despojadas de odios, rencores y malquerencias, con ideales elevados, vibrando en amor fraterno, se exterioriza en una personalidad más eficiente, ágil y realizadora.
Y cada vez que llegue a vuestra mente, en el comienzo de esta práctica, el recuerdo o imagen del motivo del agravio (que poco a poco irá desvaneciéndose, si perseveráis), desechadlo y proyectad sobre esa persona vibraciones de amor, a modo de comprensión y deseos de bien; poniendo todo vuestro deseo de bien en ese sentimiento, para que esa vibración sea poderosa y le beneficie intensamente, con lo que os beneficiareis a vosotros mismos.
Cuanto más améis, más felices habréis de sentiros; ya que, la LEY que es Amor, os devolverá ese amor en felicidad.
Si dais amor, afectos, alegrías, servicio desinteresado (que es amor en acción); eso mismo recibiréis en la proporción que deis y más aún.
Pero, si dominamos por una pasión, envidia, egoísmo, amor propio, etc., llegáis a causar sufrimiento en algún modo, o realizáis actos de venganza, o cometéis alguna bajeza; iréis acumulando una expiación dolorosa para vuestro futuro, ya que esos mismos daños causados, recibiréis en la proporción que hayáis causado o deseado; porque, la Ley es justa.
Retened bien en vuestra mente este aforismo:
La siembra es voluntaria; pero, la cosecha es obligatoria.
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Ahora que ya conocéis las desventajas (algunas tan sólo) del odio, rencor, malquerencias y resentimientos; comprenderéis que, mantener esos enemigos es, un lujo que se paga muy caro. Y lo curioso es…………..sin disfrutarlo.
Por ello, insistimos. Sean cuales fuesen las circunstancias, jamás causéis daño ni perjuicios, para que no os envíen vibraciones de odio y deseos de mal. No os dejéis arrastrar por las pasiones; porque, si os dejáis, más y más os envolvéis en esa red de vibraciones desequilibrantes, que os arrastrarán al dolor.
Tened por seguro que, en modo alguno podréis odiar, herir o despreciar impunemente. La Ley de Consecuencias está inmanente en la propia naturaleza humana.
Necesario es saber también y dar a conocer que, con la muerte del cuerpo físico no mueren las pasiones, antes al contrario, se intensifican.
¿Por qué? Porque están en la propia naturaleza psíquica del individuo. Y al dejar la envoltura carnal, continúa con los mismos sentimientos y tendencias, sin los atenuantes del cuerpo carnal. De aquí que, un enemigo en el “otro lado” es mucho más peligroso.
Debéis conocer que, aquí apegados al plano físico, se agitan millones y millones de almas de los que fallecieron cargados de pasiones. Son seres atrasados todavía, y que por sus bajas tendencias no pueden elevarse y deambulan imantados al ambiente donde han vivido. Y tratan de incidir, e inciden con harta frecuencia, en la vida de los humanos; quienes, por falta de vigilancia sobre sus sentimientos y pensamientos, pueden ser sus víctimas.
Y a más de esos, existen otros seres de maldad y organizaciones maléficas, que tratan de arrastrar a los humanos hacia la maldad y el crimen. Son los demonios a que hacen referencia las iglesias del cristianismo. Y buscan continuar sus gamberradas y la acción de sus odios, rebeldías y maldad; influyendo en aquellas personas con sentimientos ruines, azuzando sus bajas pasiones. No obstante, esas fuerzas negativas nada podrán hacer en vosotros, si no le dais cabida.
Debéis saber que, las pasiones inferiores y las imperfecciones humanas, son las puertas de entrada a esas influencias maléficas. No lo olvidéis.
Aquellos que, impregnados de creencias religiosas manteniendo todavía conceptos dogmáticos apartados de la Verdad, y que obrando mal creen que, arrepintiéndose y confiando sus faltas y actos de maldad a los oídos de un confesor, puedan quedar libres de esas deudas espirituales, o indultados por hombres que se atribuyen poderes divinos; están en un craso error. Porque, ni el arrepentimiento, ni la confesión oral, ni la penitencia, les darán el perdón; ya que, el perdón no existe en lo espiritual.
Existe la Ley justa de: a cada cual según sus obras.
Y toda transgresión a la Ley del Amor, produce un desequilibrio en el psiquismo del causante; equilibrio que tendrá que ser restablecido por el mismo causante: ya por el amor, ya por el dolor.
¡¡No nos engañemos con espejismos, ni con promesas que no pueden ser cumplidas!!
Y concluimos esta exposición y análisis, con un llamado a vuestra razón:
Perdonad todo agravio y ofensa que os hagan, y seréis los más gananciosos.
¡¡Engrandeceos por el perdón!! ¡¡Perdonad siempre, s i e m p r e!!
No os liguéis por el odio, y sí por el amor; ya que el sentimiento de amor, que es comprensión, va desvaneciendo el nefasto sentimiento de odio, rencor y malquerencia. Y vuestra vida humana y espiritual serán de Paz y Armonía, que con todo amor os desea,
Sobre el odio y el perdón por: Sebastian de Arauco