REENCARNACIÓN EN OTROS MUNDOS

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Reencarnación en otros mundos

Reencarnación en otros mundos

 

“En razón del mayor o menor grado de pureza del espíritu, su periespíritu se revestirá con las partículas más puras o más groseras del fluido propio del mundo en el que deba encarnar”. 

A. Kardec, Génesis, Cap. XIV

Como comprobamos por la frase anterior, la reencarnación en otros mundos tiene sus diferencias con la que se produce en la Tierra. En primer lugar, el espíritu adopta los fluidos propios del medio donde irá a reencarnar, y por ello, cada mundo que está habitado en el espacio tiene sus propias cualidades y características que conforman los fluidos espirituales que lo envuelven, como si fuera la atmósfera física que lo rodea.

En función de la naturaleza de esos fluidos que condicionan toda la vida orgánica e inorgánica en ese planeta, así mismo se producen las condiciones que el espíritu extraerá para conformar un periespíritu adecuado que le permita desarrollar su encarnación en ese medio.

“El fluido etéreo es para las necesidades del espíritu lo que la atmósfera para las necesidades del encarnado”.

A. Kardec, Génesis,Cap. IV

Es preciso también destacar que no en todos los mundos se reencarna. Existen mundos que se encuentran habitados únicamente por espíritus, donde nadie reencarna. Esos espíritus forman la población espiritual del ambiente de ese globo para reponer energías y recomponer sus fuerzas después de algunas existencias en otros planetas donde han desempeñado misiones de gran enjundia y desgaste. 

Igualmente, existen mundos que en su proceso de formación geológica, atmosférica y de habitabilidad todavía no están habitados ni por espíritus desencarnados ni por seres reencarnados. Se encuentran en un proceso de transformación que tendrá como resultado el momento preciso en que las condiciones sean las adecuadas para albergar humanidades que reencarnen para realizar allí su proceso de adelanto y perfeccionamiento espiritual.

Con arreglo a su grado de adelanto, los fluidos de cada planeta son más o menos rarificados; más puros si son mundos adelantados en el área del progreso (mundos de regeneración, mundos felices, divinos, etc.) o más densos (mundos primitivos o de expiación y prueba como es la Tierra) si se trata de mundos inferiores y de baja condición moral. 

Es precisamente por esto mismo por lo que un espíritu de baja condición moral, con un periespíritu que refleja sus fluidos densos, mórbidos y deletéreos derivados de sus pensamientos, emociones y vicios negativos, nunca podrá reencarnar en un mundo superior, ya que su vibración es tan baja que le impide elevarse a esos niveles de frecuencia superior; mientras que los espíritus superiores sí pueden bajar a reencarnar en mundos inferiores para realizar determinadas misiones de progreso y adelanto.

El progreso moral marca igualmente la evolución del espíritu y del periespíritu, permitiendo a este último purificar sus energías, elevar su patrón vibratorio, modificar sus fluidos y fuerzas que lo componen, de forma que con el transcurso del tiempo y del esfuerzo por mejorar, reencarnación tras reencarnación, se consiguen los elementos, fluidos y energías sutiles que le permiten conectar con las fuerzas superiores y le permiten, así mismo, o desplazarse a otros mundos superiores a los que pueden tener acceso.

“La naturaleza periespiritual de un mismo espíritu se va modificando en cada encarnación a medida que progresa moralmente, aunque encarne en el mismo medio, y que los espíritus superiores encarnados excepcionalmente en misión en un mundo inferior poseen un periespíritu menos grosero que el de los nativos de ese mundo”. 

A. Kardec, Génesis, Cap. XIV

La maleabilidad del periespíritu, su ductilidad y su hipersensibilidad está siempre condicionada por la voluntad del espíritu que lo dirige. Es un instrumento del alma inmortal, y en función de las cualidades de esta, puede ascender rápidamente en su escala evolutiva o por el contrario estancarse y quedar vinculado al medio que ella misma alimenta con sus acciones y pensamientos de baja condición. Esto ocurre mucho con los espíritus retrasados que se niegan a progresar y que, sin ser malvados, son perezosos y se estancan, porque son reacios al esfuerzo y a la necesidad de progreso.

Así pues, nadie reencarna sin el periespíritu adecuado para poder hacerlo, y este, poco a poco, a medida que vamos progresando se va mejorando, depurando, purificando y sutilizando. De las etapas de mayor densidad, suciedad y estancamiento moral del alma se transforma en un cuerpo espiritual limpio, brillante, luminoso que vibra en frecuencias cada vez más altas, a medida que el espíritu va progresando vida tras vida.

Por otra parte, y como ya hemos explicado en algunos artículos anteriores, el periespíritu conserva, en la trayectoria evolutiva junto al alma en las distintas reencarnaciones, las impresiones más notables de nuestro camino evolutivo, tanto las positivas como las negativas. Y estas últimas acompañan en las nuevas reencarnaciones al espíritu que vuelve a la vida física, condicionando también sus pruebas y expiaciones. El suicida que se ahorca, y que en una reencarnación posterior viene con problemas respiratorios y graves procesos cancerígenos en el área de la garganta o los pulmones, no es más que un ejemplo de los muchos que podemos explicar.

No debemos olvidar que el periespíritu no muere, se transforma y cambia en la medida que el alma va modificando sus decisiones y acciones, pero al ser un cuerpo electromagnético y semimaterial que acompaña al espíritu inmortal, le sigue después de la muerte y es el que da inicio a toda nueva reencarnación al unirse en el momento de la concepción al cigoto (primera célula) que da origen al desarrollo embrionario. (Ver artículo anterior  de esta sección titulado “Cómo se reencarna”).

De esta forma, en los mundos de expiación y prueba como es la Tierra o en mundos superiores, el periespíritu es el gran facilitador de la reencarnación, y su constitución se adapta al mundo en que va a reencarnar. Si es un mundo superior y el espíritu no tiene el progreso o adelanto necesario, por mucho que lo intente nunca podrá reencarnar en ese mundo, ya que los fluidos que conforman ese mundo serán vibraciones y secuencias mucho más sutiles que ese espíritu no puede alcanzar ni asimilar.

Como vemos, aunque el origen del cuerpo físico y del periespíritu es el mismo (el fluido cósmico universal y su diferente grado de eterización y transformación), sin embargo el modelo del cuerpo físico es igual para todos, porque en cada planeta se desarrollan las características que le son propias, y sin embargo el periespíritu no es igual para nadie, pues cada quién nutre sus fluidos y desarrolla sus energías periespirituales mediante el libre albedrío y la voluntad de sus pensamientos y acciones, acertadas o desacertadas, lo que constituye al fin y a la postre la naturaleza de su cuerpo periespiritual y, como consecuencia, la posibilidad de reencarnar en un mundo más atrasado o más adelantado.

“La naturaleza de la envoltura fluídica se relaciona siempre con el grado de progreso moral del espíritu. Los espíritus inferiores no pueden cambiarla a voluntad y, en consecuencia, no les es posible por iniciativa propia trasladarse de un mundo a otro”.

A. Kardec, Génesis, Cap. XIV

La ley de las vidas sucesivas o de la reencarnación cumple así con todos los estándares de la Ley de Unidad del Universo, donde todo se eslabona, todo se complementa a la perfección para facilitar el progreso del alma humana hacia su perfección, plenitud y felicidad.

Reencarnación en otros mundos por: Antonio LLedo

©2022, Amor, Paz y Caridad

“Los fluidos más cercanos a la materialidad, es decir, los menos puros, constituyen lo que podemos denominar la atmósfera espiritual terrestre. En ese medio es también posible encontrar diversos grados de pureza: los espíritus encarnados o desencarnados de la Tierra extraen de él los elementos necesarios para la economía de su existencia”.

A. Kardec, Génesis. Cap. XIV

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