PROBLEMAS DE LA PERSONALIDAD HUMANA

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   Son muchas las facultades que capacitan al ser humano para discernir lo correcto de lo que no lo es; la voluntad de aplicar lo justo antes que lo injusto, la nobleza de actuar con coherencia y sinceridad sin pretender engañarse a sí mismo con falsas
expectativas que distraen la solución de los problemas al no querer enfrentarlos y sí desviarlos. 
 
   Esta actitud de no querer enfrentar los problemas que nos surgen en la vida diaria sale del interior del propio hombre: la ley del mínimo esfuerzo y la comodidad de las situaciones nos impiden muchas veces actuar de forma directa, buscamos siempre rodear la situación e incluso apartarla de nuestra mente creyendo erróneamente que desaparecerá el problema o se solucionará por sí mismo.
 
  Lamentablemente la experiencia demuestra que si no se enfrenta el problema, con el tiempo se hace más grande, e incluso el tiempo perjudica su solución hasta llegar a ser irreversible. Baste como ejemplo, en el campo de las enfermedades mentales, algunas patologías que se enrocan en nuestra mente y que nos llevan a estados de desequilibrios emocionales y psicológicos por no poner la solución adecuada a su debido tiempo. 
 
  Si esto ocurre a nivel fisiológico y mental, ni que decir tiene que en el apartado de la ciencia del espíritu las situaciones son todavía más claras y decisivas, puesto que la materia es temporal y transitoria mientras que el espíritu es inmortal y guarda en su interior el acervo y la trayectoria de todo nuestro pasado: con nuestra historia profunda, con nuestro bagaje personal, único y diferenciado, donde se entrelazan las virtudes, defectos, actitudes y aptitudes psicológicas, sociales, mentales y espirituales que condicionan y forman nuestra personalidad presente.
 
  En este análisis tenemos la ventaja y la claridad de contemplar al ser humano en su concepción integral: la de un ser eterno en proceso evolutivo cuya meta es la perfección; donde la reencarnación nos permite, vida tras vida, alcanzar nuevas metas de progreso mental y de conciencia, nuevos límites de conocimiento y evolución personal  y espiritual.
 
   El desarrollo de un análisis ceñido sólo a la vida presente está cojo y deficiente, al no contemplar que la integridad del ser humano viene de atrás y que para diagnosticar correctamente hay que tener en cuenta tanto el presente como sobre todo el pasado.
 
  Pero volviendo a nuestro examen desde el punto de vista de la ciencia del espíritu inmortal, la solución de los problemas tiene varias vertientes que es preciso mencionar a continuación y que nos ayudará a entender mejor cuál es el origen de los mismos, a fin de poder identificarlos y corregirlos.
 
  Entre las distintas vertientes que originan problemas que acucian la personalidad humana, en su  aspecto transcendente, se encuentran las siguientes:
 
  1.- Puede tratarse de procesos deudores, originados en el pasado; en una vida anterior y que debemos reparar en esta existencia porque la ley de causa y efecto así lo determina aplicando la justicia divina que a todos trata por igual. (Expiación)
 
  2.-  Puede ser un proceso de prueba que el propio espíritu se impone a sí mismo antes de encarnar para intentar superar la dificultad y con ello encarar de forma nítida y fortalecida el resto de su existencia y los retos que ha propuesto superar. (Prueba)
 
  3.- También pueden ser problemas inducidos por el libre albedrío de espíritus enemigos del pasado que intentan a través de la obsesión cobrar deudas que piensan tenemos contraídas con ellos. (Obsesión)
 
 4.- Puede tratarse de la propia actitud de libre albedrío de aquellos que vienen comprometidos con nosotros en una vida (familiares) y que lejos de entender el motivo de la relación que nos une, se empecinan en mantener sus hábitos perniciosos y llegan a condicionar nuestras decisiones y libre albedrío hasta el punto de hacernos perder el norte de nuestro objetivo y compromiso pre-encarnatorio. (Relaciones)
 
  5.-  Y también puede acontecer que ante determinadas pruebas que la vida  nos presenta, no seamos capaces de discernir qué es lo que debemos hacer, optando por la actitud más cómoda materialmente hablando, dejándonos llevar por el materialismo imperante y renunciando de hecho al objetivo que traemos comprometido con el esfuerzo y la superación de aquello que se nos presenta. (Comodidad y materialismo)
 
  6.- Y por último puede también acontecer que nuestros propios defectos e imperfecciones morales tengan tanta fuerza y dominio sobre nosotros que una vez encarnamos se impongan de forma definitiva a la intuición que nos transmite nuestro propio espíritu, ahogando la voz de nuestra propia conciencia que intenta advertirnos de cuál es el camino que debemos tomar y para el cual hemos encarnado. (Imperfección)
 
  Sea como fuere, y si nos identificamos o no con alguna de esta casuística, lo importante es comprender que en la vida se viene con un objetivo espiritual que no es otro que el del progreso espiritual; donde cada espíritu, único y diferente, tiene su propio proyecto que debe llevar a cabo, es responsabilidad nuestra identificarlo e intentar cumplirlo, pues en ello nos va el aprovechar la oportunidad de progreso que se nos concede y que no siempre es posible obtener de la misericordia divina, debiendo esperar, a veces mucho tiempo, para poder reencarnar.
 
  Si comprendemos las leyes que rigen el proceso evolutivo del espíritu uno de los mayores errores que podemos cometer es perder el tiempo en una vida en la tierra vegetando, dejándose llevar por los acontecimientos y sin intentar llegar a la realización personal, mejorando, aprendiendo, esforzándonos por ser mejores y ayudar a ser mejores a los demás.
 
  La voluntad dirigida mediante nuestro raciocinio y discernimiento nos diferencia del resto de reinos de la naturaleza, y nos confiere el poder del libre albedrío; pero al mismo tiempo esta extraordinaria facultad nos obliga a la responsabilidad sobre nuestras actuaciones en las distintas existencias. Y las leyes evolutivas actúan de forma perfecta e inmutable cuando no somos capaces de asumir nuestras responsabilidades.
 
  Por ello, insistimos en que la espiritualidad superior se manifiesta en la voluntad, el discernimiento y la capacidad de querer asumir los compromisos que aceptamos previamente antes de encarnar.
 
 Cuando la renuncia a estos compromisos se instala en nosotros, por los  motivos explicados anteriormente u otros de otra índole, estamos sembrando en nuestro interior la semilla de la infelicidad, la frustración y el retraso evolutivo; y si ya nuestra conciencia nos lo recrimina estando encarnados, podemos pensar sin  temor a equivocarnos que, cuando retornemos al mundo espiritual, el dolor moral y la decepción por la oportunidad perdida nos llevará a un estancamiento evolutivo de impredecibles consecuencias.
 
  Es este el motivo por el cual invitamos a la reflexión a toda aquella persona con inquietudes espirituales que no se encuentre del todo satisfecha con su caminar por esta existencia. Es conveniente reflexionar para detectar dónde está el problema, el entorpecimiento, la duda, la incertidumbre que nos atenaza; y una vez detectado el problema, sin pérdida de tiempo, con la valentía necesaria, la determinación de carácter precisa y la nobleza para no engañarnos a nosotros mismos, afrontar su solución.
 
  Seamos conscientes de que en esta lucha no estamos solos, contamos con una gran ayuda desde el plano espiritual, donde aquellos que vienen con nosotros desde el momento de nuestro nacimiento desean ayudarnos, protegernos y estimularnos a cumplir con lo que prometimos realizar; pero antes de todo es preciso el paso previo de movilizar nuestra voluntad y ser los primeros en realizar el esfuerzo para luego solicitar la ayuda necesaria. “Ayúdate y te ayudaré”. “Dios devuelve ciento por uno”. “Pedid y se os dará”.
 
  Hemos de dar el primer paso: asumir riesgos, enfrentar los problemas, desterrar la comodidad que atenaza nuestra materia, trabajar en nuestras debilidades e imperfecciones a través de nuestra voluntad.
 
  Debemos ganar el mérito de la ayuda mediante el esfuerzo y la renuncia a nuestro egoísmo personal, solo así estaremos en el camino de la redención moral y el progreso espiritual que venimos a conseguir aquí en la tierra y que nos permite rectificar errores del pasado y alcanzar nuevas metas de espiritualidad superior y felicidad futura.
 
A.LL.F.
Grupo Villena 2012
 
 
 
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