Antes de dar paso al estudio y análisis de los aspectos que envuelven a la mediumnidad en la actualidad y en sus diversas manifestaciones tenemos que hacer un alto obligado en las características que conforman los grupos espiritas en el momento que plantean realizar un trabajo conjunto. Esto es muy importante,
puesto que si no se establecen unas buenas bases de trabajo, los resultados pueden ser escasos o más bien nulos.
puesto que si no se establecen unas buenas bases de trabajo, los resultados pueden ser escasos o más bien nulos.
Como nos enseña la doctrina, las dificultades que encuentra el mundo espiritual superior para manifestarse y realizar una labor conjunta con los encarnados comprometidos son numerosas: Las barreras mentales, de sintonía moral, de materialismo, etc., en múltiples ocasiones, son muros insalvables ante los que poco pueden hacer. Sin embargo, otros espíritus poco adelantados pueden tomar las riendas de la “dirección espiritual” del grupo para manifestar sus opiniones y orientaciones durante mucho tiempo.
Alguien podrá preguntarse, porqué de lo Alto permiten esto. Pues muy sencillo, la visión que ellos tienen de nuestra idiosincrasia es mucho más amplia que la nuestra, ellos han pasado por la materia y saben de las dificultades y lo difícil que es seguir un camino espiritual recto, por todo lo que ello conlleva; compromiso, constancia, disciplina, auto control, reforma interna, etc. Cuando no es así, por ley de afinidad atraemos a espíritus que sintonizan mejor con nuestro grado evolutivo.
También hay que valorar que el libre albedrío es “sagrado” para el mundo espiritual superior, ellos respetan nuestras decisiones así como los rumbos que podamos tomar, pueden sugerirnos, inspirarnos, pero la decisión final debemos de tomarla nosotros para que, por un lado, la experiencia nos pueda ser útil, y para que el mérito sea de los encarnados.
No obstante, desarrollar valores es muy costoso, requiere grandes sacrificios; la evolución es lenta en contraposición a lo que nos transmite la sociedad actual, “consígalo ya”, “fácilmente”, “sin esfuerzo”. Nada más lejos de la realidad.
También debemos observar que venimos de una educación y una cultura religiosa muy marcada, en la que se manifiestan los automatismos de las tradiciones, los hábitos y costumbres populares, funcionando así durante muchos años sin preocuparnos de nada, muchas veces fomentando el individualismo, la rutina, creyendo que eso es todo lo que debemos hacer sin plantearnos otros caminos que perfeccionen o mejoren nuestra forma de vivir la espiritualidad en conjunto.
Podemos vivir con una etiqueta que nos identifica con una doctrina, pero la realidad puede distar mucho de nuestro pensamiento; podemos vivir en el auto engaño que no nos lleva a ninguna parte. Afortunadamente el Padre en su infinita misericordia constantemente nos promueve al progreso independientemente de las ideas.
Estos comentarios, aunque puedan parecer catastrofistas o pesimistas no lo son, o no lo pretenden, nuestra intención es reflejar un estado interior y las situaciones que podemos estar viviendo en la actualidad o hemos podido vivir en el pasado, o quizás nos sorprendan en el futuro. La mejor medicina para combatir esos auto-engaños o visiones equivocadas, parciales o no, de la realidad es la humildad y el auto análisis. Porqué la humildad nos lleva a la conclusión de que no lo sabemos todo, somos instrumentos de lo Alto todavía muy torpes y con escasos recursos; si alguna vez nos sale algo bien debemos darle gracias al Padre por habernos enviado a algún ser más adelantado que nosotros para poder inspirarnos y realizar algo con éxito. Y qué decir del auto análisis, si no nos conocemos un poquito interiormente difícilmente podemos resolver los conflictos y las deficiencias de carácter.
Otra reflexión sobre el auto engaño, no hay nada más absurdo que vivir una realidad inventada o que no es nuestra. No importa lo que los demás puedan pensar de nosotros, sus opiniones pueden ser útiles en un momento determinado, pero no se puede vivir con una “máscara” mostrando una imagen de nosotros que no corresponde con la realidad. Debemos de ser auténticos y nobles para que los demás nos conozcan de verdad, de lo contrario es muy difícil hacer amigos y convivir en los centros espiritas con la verdadera fraternidad que nos exige el Evangelio de Jesús. No necesitamos parecer santos ni como misioneros piadosos, porque no lo somos. Debemos abandonar los misticismos y las falsas apariencias. Las experiencias vividas en otras existencias formando parte de religiones dominantes nos han podido marcar tendencias que en la actualidad no sólo no nos sirven sino que además entorpecen.
Podemos tener la tentación de refugiarnos en los libros, en el estudio, convertirnos en excelentes teóricos, sabiendo los conceptos y datos de memoria. Todo ello es útil, pero si va acompañado por una práctica manifiesta en las relaciones sociales y de grupo. Ahí es donde nos manifestamos como somos, damos la posibilidad a lo Alto para que en base a su programa y a aquello a lo que nos comprometimos antes de encarnar quede en evidencia nuestra ruta de trabajo interno, para que cada día y en cada oportunidad de convivencia podamos mejorar aquellos aspectos que no han funcionado bien la vez anterior.
En definitiva y un poco en conclusión a lo expuesto anteriormente es necesaria la solidaridad sentida y realizada en los Centros Espiritas para que a la hora de afrontar un trabajo mediúmnico puedan existir los mimbres necesarios para que la parte espiritual superior pueda manifestarse y transmitir a los encarnados las directrices, orientaciones, consejos y, sobre todo, el soporte de luz y armonía que sólo ellos nos pueden transmitir, para poder continuar con paso firme.
Grupo Villena,
Marzo 2012