Los acontecimientos no ocurren por azar. En el Universo, todo tiene un porqué y un para qué. Todo en él está llamado al progreso, todo va en busca de su mejora y perfeccionamiento. Las leyes universales, tanto del universo físico, como del espiritual son perfectas, porque han sido creadas por un ser perfecto, que es Dios. No hay un determinismo ciego, no existe la casualidad, no existe el azar, todo está regido por leyes sabias y
perfectas que aún no conocemos, creadas para nuestro bien y felicidad. A medida que el ser humano las vaya conociendo y actuando acorde a sus principios irá perfeccionándose y mejorando en todo, eliminado así de la faz de la tierra todas las situaciones y despropósitos que nos hunden en la miseria espiritual, en el dolor y la infelicidad.
perfectas que aún no conocemos, creadas para nuestro bien y felicidad. A medida que el ser humano las vaya conociendo y actuando acorde a sus principios irá perfeccionándose y mejorando en todo, eliminado así de la faz de la tierra todas las situaciones y despropósitos que nos hunden en la miseria espiritual, en el dolor y la infelicidad.
Venimos de las cavernas, de sociedades primitivas, del principio de la evolución, nada se nos regala, todo hemos de conquistarlo a pulso. Somos espíritus forjados a través de los siglos a costa del dolor y del error, hemos llegado hasta aquí y debemos continuar mirando siempre hacia adelante, superando todas las adversidades y dificultades, superándonos a nosotros mismos.
Ahora afrontamos nuevos retos, el siglo XXI nos ha sorprendido, la globalización nos ha desbordado, las nuevas ciencias, la tecnología. Las técnicas de comunicación nos hacen más conscientes de todo cuanto está a nuestro alrededor y los sistemas se han quedado anquilosados, nuestra conciencia ha crecido, es más sensible, todo está cambiando muy rápidamente y como consecuencia de todos estos cambios que están siendo radicales nos encontramos ante una nueva crisis, que no es una crisis económica, como nos están haciendo creer.
Es necesario elevar la mirada por encima de lo inmediato y lo efímero para que podamos comprender que existe una planificación por encima de nosotros, que los cambios y las crisis obedecen a principios superiores, hemos de pensar con perspectiva, abrirnos a un conocimiento e intuición de futuro, y esto sólo lo pueden entender aquellas personas que a través de sus esfuerzos y sacrificios del pasado han atesorado unos mínimos niveles de ética y de moral que ahora les hacen comprender que estamos en una nueva era, que va a poner fin a una larga etapa y dará comienzo a otra mucho más venturosa, eso sí, no sin esfuerzo y renuncia a los viejos y maltrechos hábitos e ideas caducas del pasado.
La humanidad en general no llega a entender el porqué de muchos de los acontecimientos que vivimos, ¿por qué en una vida de apenas unos cuantos años hemos de experimentar en muchos casos tanto dolor y sufrimiento? ¿El por qué se produzcan tantas tragedias? ¿Que en apariencia haya tanta injusticia y desigualdades de todo tipo? ¿Qué sentido tiene todo esto?¿Cómo podemos hacer que la vida en la tierra sea diferente? Y que sea lo que todos queremos que sea, un mundo de paz, un mundo solidario en el que todos seamos hermanos y en el que se produzcan todos los días buenas noticias y en el que todas las personas tengan las mismas oportunidades para desarrollarse y crear su propio bienestar y felicidad.
Es la falta de conocimiento espiritual lo que nos impide comprender muchas cosas, mientras el hombre no sepa de donde viene, porque está aquí y hacia donde se dirige. Mientras no conozca que su origen es espiritual y que la tierra y los planetas son escuelas a las que venimos a aprender y a despojarnos de las imperfecciones, mientras el objeto de la vida sea solo material y procuremos nada mas que nuestra felicidad, sin pensar en los demás, y el egoísmo y la ambición sean los motores que guíen el norte de esta civilización, como ha acontecido hasta ahora, no se efectuará ese cambio y no podremos construir una nueva civilización diferente.
El progreso es lento, pero es constante. Las crisis no son otra cosa sino el hecho de que se ha llegado al final de un ciclo. Nos indican que se ha de poner orden, nos hacen mirar hacia atrás para poder comprender los errores que se han cometido y corregirlos mediante nuevas leyes, sistemas, etc. Pero no nos engañemos porque por mucho que cambien los sistemas, y las leyes, y los dirigentes, etc., sino cambia el ser humano no sirve, tiene que surgir un hombre nuevo de todo esto. Es un trabajo interno que se produce en el interior de cada una de nuestras conciencias y en el que cada cual según el nivel de evolución alcanzado saca unas conclusiones y se prepara para adaptarse a los cambios que se van a producir de manera irrefrenable. Son muchos los que ya están en este proceso, de ahí muchas de las protestas y de las reivindicaciones sociales que asaltan a menudo las noticias.
Mientras, otros suelen resistirse a los cambios, les da miedo el porvenir, y prefieren seguir fieles a las viejas tradiciones y costumbres, aunque no sean lo mejor para todos, se rebelan y son un freno para las nuevas conquistas; este tipo de actitudes responden normalmente al egoísmo personal. A estos las propias leyes del universo los pondrá también en el lugar que les corresponda para que ansíen un cambio, pero este tendrá que producirse primero en su interior.
Las revoluciones sociales y todo tipo de acontecimientos extraordinarios que se han venido repitiendo a lo largo de la historia, y que han incidido en mayor o menor medida en la humanidad, tienen por objeto pulir nuestras conciencias y elevarnos por encima de los valores e ideas establecidas alcanzando cotas más altas de perfección.
Todo encaja dentro de un orden natural y progresivo en el que estamos inmersos y del que somos enteramente partícipes sin darnos cuenta, porque todos sin excepción estamos llamados a participar de la perfección y de la felicidad, para la que hemos sido creados.
Llegados a este punto, son cientos de miles de personas las que ansían un mundo mejor, es algo que se percibe, ya está dejando de ser algo abstracto, porque se siente, se quiere y se ha llegado al convencimiento de que hay que cambiar, esto es algo que ya no tiene marcha atrás. No importa la ideología que se tenga, la religión que se profese, el lugar donde se viva, el mundo está globalizado … el mundo ya no es lo que era, y aunque los ejes del poder, de todo tipo, estén pegando los últimos coletazos para mantenerse y pretender que todo siga igual, eso ya no es posible.
Y ¿Por qué no es posible? Porque no han contado con la parte espiritual, la dirección espiritual que rige nuestro planeta, encabezada por el Maestro de Maestros, Jesús de Nazaret, definida en el evangelio como el Consolador Prometido, ya hizo acto de presencia en nuestro mundo, advirtiéndonos que este cambio, que esta crisis que atravesamos es distinta a las demás, puesto que va a marcar un antes y un después en el proceso de evolución de nuestra humanidad, convirtiéndola en una humanidad con mayoría de edad en la que ya no se permiten atrasos en la evolución de los espíritus y ciertos comportamientos en los que la personalidad del individuo está dominada todavía por los instintos primarios como son el egoísmo, el orgullo y demás imperfecciones morales propias de mundos de expiación y mundos de prueba, al que la tierra ha permanecido hasta ahora, pero no de mundos de regeneración en el que la tierra está ya en puertas.
La Tierra como planeta ha cumplido su función, en ella hemos vivido muchos cursos y ciclos intermedios para llegar hasta aquí, todos y cada uno de nosotros hemos tenido una y mil oportunidades para progresar, experimentando cientos de pruebas en cientos de encarnaciones diferentes, hemos vivido la riqueza y la pobreza, la fealdad y la belleza, el poder y la debilidad, hemos tenido todo tipo de experiencias para poder asimilar y exprimir los recursos de nuestro espíritu, pero por encima de todo Dios ha respetado nuestro libre albedrío y lo que a unos les ha servido y han ido dando pasos en su evolución, despojándose de los defectos e imperfecciones, otros se han anclado en el tiempo y en las viejas glorias o desdichas y no han ido superando las pruebas, por rebeldía, por comodidad, por distintos motivos unos han avanzado más que otros, pero todos hemos dispuesto de las mismas oportunidades y ahora ha llegado el examen final.
De ahí lo convulso de los tiempos que vivimos, la confusión, la falta de esperanza, la ansiedad de querer vivir algo diferente, la inconformidad, y todo lo que estamos viendo, no hace falta extendernos. El caso es que las revoluciones y las crisis han transformado la sociedad a lo largo de la historia. Estos cambios han sido locales, nacionales o todo lo más continentales, la crisis de ahora es mundial, y es general, es decir incide en lo más íntimo del ser humano, no es meramente una crisis económica, o de esto o aquello es una crisis más profunda que pide un cambio integral de todas las estructuras.
¿Por qué la crisis? Aquí tenemos la respuesta: cambio de ciclo planetario.
F.H.H.
Grupo Villena 2012 ©
Recomendamos repasar el capítulo “Los tiempos han llegado” de la obra El Génesis de Allan Kardec.
Muy ciertas las reflexiones vertidas en este articulo. Felicitaciones