NOBLEZA, HONESTIDAD Y AUTORIDAD MORAL

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Nobleza, honestidad y autoridad moral

“La autoridad moral viene de seguir principios universales y eternos, como la honestidad y la integridad, tratando a las personas con respeto”

 Stephen Covey – Profesor y Dr. Norteamericano

Para entender mejor la pérdida de valores importantes que sufre nuestra sociedad actual y que nadie es capaz de negar a estas alturas, sería de gran utilidad establecer un paralelismo sensato entre los valores que delineaban la vida de las sociedades y civilizaciones antiguas y las que hoy rigen las modas sociales impulsadas por los medios y avaladas por los comportamientos de aquellos que son tomados como referencia, socialmente.

Puesto que no tenemos espacio para contemplarlos todos, hemos decidido realizar nuestro análisis con dos de ellos, a saber, la nobleza de carácter y la honestidad e integridad. De ellas se derivaba una consecuencia interesante, «la autoridad moral» de la que se investían aquellos que ostentaban estas cualidades. Hemos elegido estas dos porque suponen una forma de entender la vida y lo que nos rodea muy distinta de lo que hoy comprendemos y aceptamos cómo adecuado o correcto.

Un análisis sosegado nos permite comprender que la famosa “auctóritas” que era concedida a distintos personajes e instituciones en la antigüedad, no era reconocida por la fama, riqueza o posición social, sino por, citemos textualmente: “que tiene capacidad moral para emitir una opinión cualificada”. Concretando, la “Autoridad Moral” era concedida a aquellos que bajo una conducta intachable (honesta e íntegra), con una voluntad irreductible por el respeto a la ley y a la verdad, estaban capacitados para legislar, juzgar y orientar el camino que debía recorrer la sociedad en cuestión.

Para que esa autoridad moral fuera reconocida por los miembros de cualquier sociedad antigua, era necesario una altísima dosis de honestidad y de nobleza en sus acciones. Así pues, salvo los demagogos y los manipuladores, que han existido en todas épocas, la sociedades antiguas otorgaban sus liderazgos a personas capaces, pero debían estar investidas por esa autoridad moral basada en un ejemplo intachable, a prueba de sobornos y corruptelas y un amor exacerbado por la Justicia y la Verdad.

Como podemos comprobar, la nobleza de carácter y la honestidad de sus actos eran las referencia de grandes personajes de la historia que colocaron, por delante de sus propios intereses personales, el servicio a su sociedad, patria, civilización, etc. Servicio, sacrificio, honestidad, nobleza, trabajo y  deber moral, fueron características propias de estos grandes hombres.

“La felicidad y el deber moral deben estar inseparablemente conectados” 

George Washington

Si lo comparamos con los ejemplos que hoy se nos presentan a diario respecto a aquellos que dirigen actualmente el mundo en sus áreas políticas, económicas y sociales, comprobamos que  nos encontramos lejos de esas referencias de honestidad y nobleza que propiciaron el avance de las sociedades haciéndolas más justas y equitativas. 

Hoy vemos con estupefacción que los valores humanos de la solidaridad, fraternidad, honestidad, coherencia, nobleza, etc., brillan por su ausencia en muchos de aquellos que sirven de ejemplo a la sociedad. Tampoco detectamos por ningún lado que la ética y la moral sean patrimonio de aquellos que dirigen la sociedad, antes al contrario, todo vale con tal de conseguir lo único que importa: “el poder”.  

La mentira es consentida, sirve de instrumento de manipulación y propaganda con tal de alcanzar los objetivos e intereses espurios de aquellos que la propagan. La falta de escrúpulos es alarmante, la frivolidad e incoherencia sobre aquello que dicen respecto a lo que hacen denota un escaso adelanto moral en estos personajes que pretenden marcar el rumbo de la sociedad. 

Se trata, pues, de “pigmeos morales” si los comparamos con los grandes referentes de la historia que, pese a las dificultades y a riesgo de sus propias vidas, han priorizado el bien común, la fraternidad y la verdad por encima de sus propios intereses. Hoy más que nunca es preciso reivindicar los ejemplos ilustrativos de esos grandes personajes que con su “autoridad moral”, basada en la honestidad y en la defensa a ultranza de la verdad y el bien común, supieron forjar un patrón, un código a imitar por todos aquellos que pretenden una sociedad más justa y mejor.

Personajes de la talla de Sócrates, Aristóteles, Juan Hus, Erasmo de Rotterdam, Gandhi, Luther King, Teresa de Ávila y otros muchos ejemplificaron en sus vidas la necesidad de poner por delante la autoridad moral del bien común, de la nobleza de principios, de la defensa de la verdad y de la actitud honesta que convierte al hombre en un “ser humano” y lo aleja de la animalidad, el materialismo exacerbado, la brutalidad que engendra el egoísmo, la mentira y la hipocresía, elementos tan en boga hoy día en aquellos que se asignan a sí mismos como referentes de la sociedad.

Sin nobleza ni honestidad el ser humano no puede tener autoridad moral, y por eso, la mejor referencia social es el ejemplo moral. Un ser noble ha conquistado esta cualidad a través de las experiencias milenarias que su alma ha experimentado, y la honestidad y fidelidad a sus principios de bien común vienen forjadas a fuego en su alma.

Muchos de estos personajes sufrieron la traición y la envidia de aquellos que no podían soportar su autoridad moral, y fueron asesinados o condenados a muerte. El egoísmo, la soberbia, la hipocresía y la mentira son armas poderosas cuando el que las posee se encuentra investido de poder material, nunca de autoridad moral.

“Las Leyes y los legisladores que oprimen a la gente, no tienen autoridad moral». 

Richard Stallman – Programador

Es por ello que nunca el espíritu adelantado moralmente tiene miedo a la muerte, pues prioriza siempre el bien común y de la sociedad en que se encuentra, ofreciendo ejemplos de nobleza, honestidad y fidelidad a los principios que comportan su código moral. Aquel que sabe valorar la importancia de la ética y la moral basadas en la fraternidad y el amor al prójimo, está siempre dispuesto a sacrificarse por los demás, renunciando a sus gustos personales en aras de la “consecución de un bien superior”.

Preguntemos hoy a aquellos que marcan tendencias y son referentes sociales o políticos qué “bien superior pretenden para la sociedad” y, a continuación, exijamos que el ejemplo que ofrecen sea consecuente con aquello que dicen defender, observándolos con detenimiento. 

Con este sencillo análisis comprobaremos la hipocresía de la mayoría y la necesidad urgente e imperiosa de introducir en nuestra sociedad, desde las primeras etapas de la educación infantil, la pedagogía de los valores superiores del espíritu, entre los que podemos comenzar por la honestidad y la nobleza para llegar a la consecución de ese bien superior que todo hombre y toda mujer necesitan en cualquier sociedad, tiempo y lugar: sentirse amados y respetados en una comunidad que priorice el bien, la solidaridad y la paz bajo unos sólidos principios de moral y ética cristiana.

Nobleza, honestidad y autoridad moral por: Antonio Lledó Flor

2019, Amor, Paz y Caridad

“La verdadera nobleza es caminar toda la vida con pasos que salen del corazón; que tus actos estén de acuerdo con tus ideas, aunque el precio sea alto”.

Rosa Montero – Escritora

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