“La gente debe conocer la manera apropiada de comportarse siendo fuerte moralmente para actuar fielmente a ese saber”
Aristóteles (375 A.C.)
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Con esta frase definía el gran filósofo griego la base de la Ética Aristotélica; asombrosamente casi 2.400 años después tiene plena vigencia y actualidad.
Reflexionemos sobre ello; vivimos una época de crisis social, económica, política y financiera cuyo origen principal no se encuentra en los incidentes que han originado estas circunstancias. El principal origen de la crisis es la crisis moral; crisis interna del hombre proyectada hacia la sociedad por la falta de valores y el abandono de los principios ético-morales que constituyen la base de la sociedad humana: el contrato social, la igualdad, la fraternidad, etc..
El abandono de los principios éticos y morales hace referencia a cómo se comporta el ser humano y cómo debería comportarse; siendo la autoridad moral (auctóritas) la base de toda convivencia en paz y ordenada. A esto se refiere Aristóteles; y ya en la polis griega las crisis sociales se sustanciaban cuando la moral y el ejemplo de los dirigentes dejaban mucho que desear respecto a comportamientos ejemplares y dignos de imitar.
Lamentablemente la historia nos vuelve a colocar en el mismo sitio que hace siglos. Comprendiendo la magnitud de la crisis moral que nos afecta, no es nada sorprendente deducir que la solución al problema se encuentra en la ética anteriormente mencionada; una ética personal, social, política, de pensamiento y sobre todo de actos.
Cuando los hombres sepan comportarse con la ética apropiada basada en su propia autoridad moral mediante el ejemplo, la crisis comenzará a remitir definitivamente.
Los primeros en adoptar esta actitud deberían ser las élites que gobiernan el planeta. Tristemente esto es difícil que ocurra en esos niveles, por lo que el cambio ha de provenir de todos los seres humanos; interiormente, con la disposición y el buen ánimo de alcanzar la autoridad moral mediante un comportamiento ejemplar en todos los ámbitos de la vida.
A la luz de la historia, y bajo la claridad que nos ofrecen las leyes espirituales que rigen el proceso evolutivo del ser encarnado, ni es la primera ni la última de las crisis sociales que degenera en un cambio de sistema, un cambio de régimen en la humanidad.
Precisamente ahora, en un planeta globalizado, sin apenas distancias, donde la era digital impone sus avances y esclavitudes; lo único incontrolable son las emociones, las actitudes y los pensamientos humanos. Se puede manipular, desorientar, inducir comportamientos y establecer modas o criterios sociales nuevos; pero si ninguno de ellos se basa en los principios de un comportamiento recto, una moral indestructible y una ética a prueba de componendas o intereses espurios, esta crisis será perenne y auto-destructiva para toda la humanidad.
Y aquí ya no sólo interviene la falta de ética y de autoridad moral a la que se refiere el filósofo; aquí también interviene un factor muy importante al amparo del conocimiento evolutivo del planeta tierra. Este factor no es otro que el cambio de ciclo, la transición planetaria en la que estamos inmersos desde hace algunas décadas.
Los planetas son seres vivos que evolucionan como todas las formas de la naturaleza que conocemos; y en ellos se dan distintas etapas evolutivas paralelamente al progreso y evolución de los seres que los habitan.
El momento que vivimos y viviremos en los próximos años es un cambio extraordinario de la humanidad; donde pasaremos de ser un planeta de expiación y prueba a un planeta de regeneración. Pero ¿qué tipo de regeneración?: Social, política, económica, etc… Además de todas estas, la regeneración a la que aludimos es esencialmente ético-moral. Basada en los principios de la fraternidad y la solidaridad; cimentada en el origen y ejemplo moral de Jesús del “ama al prójimo como a ti mismo”.
De tal magnitud es lo que se aproxima que, todo aquel que no se adapte a unos principios básicos de fraternidad y moralidad, no tendrá cabida en la nueva sociedad que se avecina.
Así pues preparémonos para el cambio que viene operándose en la sociedad; determinemos nuestros comportamientos como explicaba Aristóteles, modifiquemos nuestro carácter para que la sociedad en la que nos toque vivir sea una sociedad justa y socialmente responsable derivada del comportamiento ético-moral de sus individuos, donde cada cual sepa con certeza cómo debe actuar
[infobox]«Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta.»
Aristóteles
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Antonio Lledó Flor
2014 Amor, paz y caridad