CLAUDIA WERDINE

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Claudia Werdine, casada, madre de 4 hijos, educadora espirita y maestra de la Enseñanza Fundamental.

 En el Brasil inició sus actividades en la Doctrina Espírita como médium y miembro de la dirección de la Fundación Dr. Becerra de Meneses en Angra dos Reis, Río de Janeiro. Más tarde, fue invitada a trabajar en el área de la Educación Espírita Infanto-juvenil y durante 15 años fue directora del ese Departamento en la referida Fundación.

 El amor por los niños y jóvenes está en su corazón y por eso lleva 25 años dedicándose a la Educación Espírita.

Vivió 8 años en Viena, Austria, donde estuvo al frente de las clases de educación infantil en el Centro Espírita Allan Kardec.

Hace 4 años vive en Madrid y es actualmente la coordinadora del área de la Infancia, Juventud y Familia en el Centro Espírita León Denis – CELD y una de las coordinadoras de la Comisión de Educación de la Federación Espírita Española.

 Desde hace 7 años trabaja exclusivamente para la divulgación e implantación de la Educación Espírita Infanto-juvenil y Familia en los Centros Espíritas de Europa y es una de las coordinadoras de la Comisión Europea de Educación Espírita CEE, del Consejo Espírita Internacional.

Colabora también en la Revista Electrónica El Consolador, en la Revista Pedagogía Espirita, con los diversos boletines informativos y webs relativas a la Educación y Pedagogía Espírita.

e-mail: claudiawerdine@hotmail.com

 1.- ¿Cuáles son sus conclusiones en base a su experiencia con los niños y adolescentes en Brasil? 

El Brasil tiene una población de 190 millones de personas de las cuales casi 60 millones tienen menos de 18 años de edad, lo cual equivale a casi un tercio de toda la población de niños y adolescentes de América Latina y del Caribe. Son decenas de millones de personas las que poseen derechos y deberes y necesitan unas condiciones para poder desenvolverse con plenitud y con todo su potencial.

Con todo, la población infanto-juvenil es especialmente vulnerable y sensible a la violación de los derechos, a la pobreza y a la iniquidad del país. Los niños y los adolescentes se ven especialmente afectados por la violencia. Pese a los esfuerzos del gobierno brasileño y de la sociedad en general para hacer frente a los problemas, las estadísticas apuntan hacía un escenario desolador en relación con la violencia, principalmente en cuanto a los niños y adolescentes.

El gran problema que existe actualmente, que sea en Brasil o en cualquier parte del mundo, es una cuestión de carácter y solo se podrá solucionar a través de la Educación.

Como dice Joanna de Ângelis:

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“El fracaso de las construcciones morales de la sociedad se debe, en particular, a la educación que no ha conseguido alcanzar al ser integral. Más preocupada por la transmisión de los conocimientos, no se ha esmerado en la formación de los hábitos nobles, en trabajar más por el desarrollo del intelecto que por los valores profundos de sentimiento.

 …Como consecuencia de ello, acompañamos el progreso científico-tecnológico pero ahora es imprescindible ocuparnos de las necesidades del ser humano…”

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 Como la esencia del Espiritismo es la Educación y la Educación del Espíritu, la Federación Espirita Brasileña lanzó en Brasil, hace 35 años, una Campaña de Educación Espírita Infanto-juvenil que pretende incentivar el medio espírita hacía una amplia concienciación en cuanto a la necesidad de educar a la luz del Espiritismo a los niños y a los jóvenes.

La Educación Espírita Infanto-juvenil representa una acción relevante para la formación de las nuevas generaciones mediante el estudio de la Doctrina Espírita y la vivencia del Evangelio de Jesús junto a los niños y los jóvenes.

Muchas cosas han cambiado ya en el panorama brasileño pero todavía nos queda un largo y arduo camino por delante.

 2.- ¿Observa muchas diferencias entre la generación actual y las juventudes de otras épocas? ¿Son distintas sus problemáticas, o los problemas de fondo siguen siendo los mismos? 

Es notoria la diferencia entre la generación actual y las juventudes de otras épocas, no solamente en relación a los jóvenes sino también respecto a los niños. A consecuencia de eso, las problemáticas, los problemas, los valores… son diferentes. Esto se debe a varios factores y principalmente al cambio de la institución familiar.

Podemos percibir que desde el inicio del siglo XIX hasta nuestros días hubo grandes modificaciones en la institución de la familia y los modelos actuales de la familia rompieron con la forma de educar a los niños y jóvenes.

La sociedad moderna se caracteriza por grandes cambios en los campos de la economía, de la política y de la cultura, afectando significativamente todos los aspectos de la existencia personal y de la vida social. Esos cambios repercuten fuertemente en la vida familiar, desde el modelo de formación hasta el que aporta el sustento, entre otros aspectos.

Como en todos los cambios que ocurren en la sociedad, la familia se vio aventajada en otros aspectos y diversas necesidades llevaron a la mujer a introducirse en el mercado laboral lo cual hizo que se volviera una pieza importante en el aporte financiero de la familia, siendo no raros los casos donde ella es la única proveedora. Este hecho, a su vez, ha promovido el alejamiento precoz de los hijos de la convivencia familiar lo que conlleva a que los padres compartan o transfieran su compromiso de educar a la escuela.

Fuera de casa es donde los hijos se instruyen y se ilustran pero es en el hogar familiar donde ellos verdaderamente se educan. Afuera, ellos ven lo que deben hacer y en casa, ellos ven cómo se hace a través de la conducta de sus padres. Por eso, la educación de los hijos reflejada hoy en la juventud actual es errónea o no tuvo lugar.

Es necesario comprender que cabe a los padres la gran responsabilidad de educar a los hijos, espíritus milenarios en busca de evolución.

Cabe destacar que no estoy en contra, de ninguna manera, de que la mujer trabaje, solo quiero recomendar que cuando esté en casa aprovechen el tiempo intensamente para estar con sus hijos, educando con amor, diálogo, comprensión y principalmente, dando ejemplo.

 3.- ¿Qué diferencias observa, entre los niños y adolescentes brasileños con respecto a los españoles? 

 En mi opinión, de una manera general, no hay una “infancia o juventud brasileña” o una “infancia o juventud francesa o española” pues actualmente la infancia y la juventud presentan básicamente las mismas características en cualquier país.

A través de mis viajes para conferencias y seminarios por Europa, la convivencia con mis sobrinos en el Brasil, así como mi experiencia con mis 4 hijos que ahora ya son adultos, percibo en todas las clases sociales la búsqueda por las cosas materiales desde la infancia.

Algo que me asusta mucho hoy en día es el comportamiento de algunos niños y la vida que llevan. Recuerdo que cuando era pequeña me sentía feliz con unos sencillos juguetes, a veces fabricados por mi padre, mis abuelos. Juguetes que hoy en día no le harían gracia a ningún niño “actual”, sin embargo en aquella época a mí me hacían muy feliz. Aprender canciones, jugar siempre con las mismas muñecas, usar la misma mochila año tras año en la escuela me daba alegría, pero hoy en día los niños acaban de recibir un juguete y ya están queriendo otro, sobre todo si su amiguito ya lo tiene.

Amor, cariño, simplicidad, respeto hacia los mayores, solidaridad o disfrutar de las cosas simples de la vida, todo esto parece no tener su espacio en la vida de algunos de ellos.

Percibo una búsqueda del placer en la juventud, independientemente de las consecuencias y las pérdidas que esta búsqueda pueda acarrear a los jóvenes. Se observa un intenso deseo de “querer ser feliz en un tiempo récord”, de vivir el “ahora”. Y como ellos no saben dónde encontrar esa felicidad pues no fueron orientados desde la infancia y no tienen a sus padres en casa para un diálogo sincero y amoroso, parten en una búsqueda incesante de los placeres inmediatos, de las drogas, las sensaciones momentáneas…

 Otro factor es que, desde el punto de vista religioso, las encuestas nos dicen que más del 60% de los jóvenes de entre 15 y 24 años dicen no tener ninguna religión y es por eso que, más de una vez, el materialismo predomina en la juventud.

 Pese a que existen algunas excepciones, de un modo general veo a los jóvenes bastante enajenados. Poquísimos leen, inclusive entre los universitarios y es raro encontrar a jóvenes que tengan un proyecto de vida de valor.

 4.- ¿Considera que los métodos de enseñanza y de desarrollo moral deben de ser los mismos en todos los lugares o se deben de adaptar a la idiosincrasia del país o pueblo donde se desenvuelven? 

Encontramos en cada país, en cada ciudad, pueblo, Centro Espírita y en el ser humano, características de comportamiento, culturales, estructurales y evolutivas, tanto físicas como morales, que les son propios. Debemos siempre respetar estas diferencias y buscar métodos de enseñanza que atiendan a las necesidades y que sean eficaces para que alcancemos el mayor objetivo de nuestra vida, la evolución. Esta necesita ser física, intelectual y principalmente moral, una evolución que llegará con la Educación. El progreso físico e intelectual llevado a cabo hasta hoy en sus mayores proporciones, constituye un gran paso y marca la primera fase de adelanto general de una Humanidad impotente, no obstante, en vista de su regeneración.

Es preciso buscar siempre trabajar para alcanzar las características del Hombre de Bien tan maravillosamente descrito en El Evangelio según el Espiritismo, capítulo XVII. No debemos estar ansiosos por conseguir conquistar una relación completa de las virtudes del Hombre de Bien descrito por los espíritus a través de Allan Kardec; aquél que se esfuerce en poseer, en esta vida, aunque sea una de esas características, estará en el camino que conduce a todos los demás.

Me gustaría resaltar entonces que, a pesar de las características y necesidades actuales de los niños y jóvenes, que son básicamente las mismas en los países, la metodología utilizada en el proceso educativo deberá adaptarse a la realidad cultural del país, del pueblo, del centro espírita. No podemos, por ejemplo, utilizar en España, Francia, Holanda, etc. los libros y manuales de Educación Espírita para la infancia y la juventud que son utilizados en Brasil sin las debidas adaptaciones de metodología, recursos didácticos…

 5.- ¿Cuál cree que debe de ser el papel que jueguen los jóvenes en los Centros Espiritas? Siendo el futuro, la continuidad de la obra espirita, ¿cree que deben de ser protagonistas, asumiendo responsabilidades en las tareas propias del grupo? 

La adolescencia es, como las demás fases del desarrollo humano, de gran importancia para el espíritu que se está preparando para asumir su verdadera identidad, efectuar una verificación de sus valores individuales y definirse como ser eterno.

En el joven aún es posible corregir y compensar faltas y deficiencias de la infancia, pero en el adulto la tarea de remodelación es normalmente mucho más difícil. Por eso, es de fundamental importancia que los Centros Espiritas ofrezcan la Educación Espirita a la juventud.

Cuidar de nuestros jóvenes, moldeándoles el carácter y la personalidad, bajo las directrices de las enseñanzas del Cristo, a la luz de la Doctrina Espírita es importante no sólo porque ellos son los continuadores del Espiritismo sino principalmente porque estaremos así, contribuyendo para la formación de adultos más equilibrados y conscientes de sus responsabilidades ante la construcción del Mundo del 3er Milenio.

Es necesario una integración del joven con el Centro Espirita. Integrar es propiciar al joven su adaptación en el Centro Espirita y en el Movimiento Espirita, ofreciéndoles oportunidades para tornarse elementos actuantes en el Centro Espirita, de acuerdo con sus potencialidades.

Objetivos de esta integración:

 Estimular la convivencia entre los más mayores y los jóvenes en el Centro Espirita; Asegurar la permanencia del joven en el Movimiento Espirita; Garantizar la continuidad del Movimiento Espirita, pues los jóvenes de hoy serán sus futuros participantes, coordinadores, dirigentes; Utilizar para dinamizar las actividades del Centro Espirita los recursos naturales que el joven ofrece: entusiasmo, buena voluntad, energía, alegría…

Hay diversas maneras de integrar al joven en la Casa Espirita, pues él puede ayudar a arreglar el local, auxiliar en las clases de educación infantil, distribuir mensajes a los participantes del Centro Espirita, mantener las jarras de agua para la fluidificación siempre llenas, mantener en orden los libros de la biblioteca, hacer la oración al inicio u final de las conferencias, leer mensajes al inicio de las conferencias, hacer un periódico para el Centro Espirita, ayudar con la pagina web del Centro, hacer Campañas de alimentos, de abrigos para el invierno, etc…

 6.- ¿El papel que deben desarrollar los educadores espíritas ha de tener como prioridad “educar” en lugar de “instruir”? 

Creo que uno de los problemas que encontramos hoy en día es la confusión que tienen las personas en relación con estas dos palabras.

Aunque en el lenguaje escrito y hablado estas dos palabras se confunden, se usa comúnmente la segunda en lugar de la primera, pero ellas se diferencian en sus significados y Allan Kardec sabía muy bien al afirmar que:

“…Es a través de la Educación más que de la Instrucción que se transformará la Humanidad…”

 Encontramos un gran porcentaje de personas que se instruyen pero que no se educan. Es más triste entonces cuando encontramos a los espíritas que estudian tanto porque quieren instruirse y se olvidan de su educación.

Es necesario diferenciar y no confundir instrucción con educación. La educación abarca la instrucción pero puede haber instrucción sin educación.

La instrucción es más especialmente el aprendizaje de la ciencia, la educación es el aprendizaje de la vida; la instrucción desarrolla el talento, la educación forma el carácter. La misión de la educación es más elevada, es un arte más difícil.

Un factor vital en el proceso evolutivo es el equilibrio entre los diversos aspectos del desenvolvimiento. Sabemos que, a lo largo de nuestra jornada evolutiva, debemos desarrollar todas nuestras potencialidades – pensar (pensamiento), sentir (sentimiento) y hacer (voluntad) – y alcanzaremos condiciones de ángeles en todas las virtudes y de sabios en todas las ciencias.

Por eso, educar, tanto para los fines de la existencia actual como para nuestros objetivos eternos, debe ser una acción que nos despierte así como a nuestros hijos y jóvenes, de manera equilibrada e integrada, todas las fuerzas del alma. La Educación debe ser dirigida al sentimiento y la instrucción a la inteligencia para formar personas saludables en cuerpo y alma.

Me gustaría resaltar que un educador espírita no debe tener como prioridad sólo educar o instruir a los niños/jóvenes, sino estar constantemente en proceso de auto-perfeccionamiento.

La capacidad de educar va mucho más allá de los conocimientos técnicos adquiridos en un curso de Pedagogía. Ser educador es mucho más que ser un profesor. Para ser educador no basta con tener un conocimiento de las teorías, aplicar metodologías, es preciso tener una predisposición interna, una comprensión más amplia de la vida, un esfuerzo sincero de querer promover su propia educación ya que un verdadero educador es aquél que antes de hablar, da ejemplo; antes de teorizar, siente y antes de ser un profesional es un ser humano.

 7.- ¿Si los niños presentan dificultades o rechazo a la educación espirita, que pautas nos sugiere para superar estos escollos? 

Normalmente los niños no presentan dificultades o rechazo hacía la Educación Espírita. Lo que sí puede pasar es que un niño no quiera ir a clase por falta de interés debido al poco entusiasmo y/o preparación del educador, así como falta de estímulo, incentivo o compromiso por parte de los padres.

Por eso, para que los niños se sientan motivados y frecuenten las clases del Centro Espírita es necesario un trabajo en conjunto entre el educador y la familia.

La figura del educador es de fundamental importancia en este proceso pues él es el polo de energía emuladora que creará el ambiente ideal para el trabajo. Sus palabras, sus gestos, sus pensamientos y sentimientos son extremadamente importantes en el proceso educativo. Él tendrá que propiciar las actividades adecuadas para que ocurra una interacción entre el niño y el medio físico y espiritual, con el fin de que él pueda vivenciar las actividades y despertar el interés por las clases y construir su propio futuro. Estas actividades deben ser dinámicas, divertidas, bien planificadas por el Educador que debe buscar una metodología y unos recursos didácticos que estimulen la participación activa de los niños.

En cuanto a la clase, cabe a los educadores la exposición teórica y la ejemplificación de las enseñanzas del Evangelio y de la doctrina espírita, suministradas metódica y sistemáticamente en sus gradaciones pedagógicas. En el hogar, cabe a los padres la demostración práctica, la vivencia diurna y real de las lecciones a través de los ejemplos que ellos puedan dar, cada día, cada hora, en el ámbito de la convivencia.

 8.- ¿Cómo podemos presentar la doctrina a los jóvenes para que les sea atractiva y sugerente, con el suficiente estímulo para abrazarla con entusiasmo y fe? 

Es preciso pensar primero en los jóvenes de familia espírita y después pensar en atraer a los que no son espíritas.

Para muchos padres y para la gran mayoría de los adolescentes, las clases ofrecidas por el Centro Espírita son comparadas con las clases de catequesis que pueda impartir la Iglesia Católica.

Es necesario primero un arduo trabajo de sensibilización de estos padres espíritas para que le vean la importancia a la Educación Espírita para el futuro de sus hijos, no solo para los jóvenes sino también para los niños. Es muy interesante cuando observamos en el Centro Espírita la presencia asidua de los frecuentadores, trabajadores y dirigentes que no traen nunca a sus hijos. Y yo me pregunto: “Si la Doctrina Espírita es importante para ellos, ¿por qué no lo iba a ser también para sus hijos, esos preciosos tesoros que Dios puso entre sus manos?”

 Con frecuencia escucho a padres espíritas que se justifican diciendo que no saben si forzar o no a sus hijos a frecuentar las clases de infanto-juvenil en el Centro Espírita. Vale la pena recordar aquí las palabras de Divaldo Pereira Franco en el libro “Diálogo con los Dirigentes y Trabajadores Espíritas”; dice lo siguiente:

“Hemos oído a algunos compañeros afirmar: yo no quiero forzar a mis hijos a ir a las clases de Educación Espírita porque soy muy liberal o porque el niño/joven se pueda quedar con trauma; Más bien se podría decir “porque no tengo fuerza moral”. Si un hijo está enfermo, se le obliga a tomar medicamentos, si un hijo no quiere ir a la escuela, se lo obliga a ir. Justifican el uso de medicamentos pero no la “educación espirita”. No creen en la religión que abrazan cuando afirman: “le dejaré crecer y después que elija él”. “Para mí – añade Divaldo – es lo mismo que dejarle contaminarse con el tétanos u otra enfermedad y después aplicar un medicamento fuerte para la cura”.

 Bueno, tras la llegada de los jóvenes en el Centro Espírita empieza la responsabilidad del educador en presentar la Doctrina de una manera atractiva, entusiasta, lógica y racional, lo suficiente para que los jóvenes la abracen con entusiasmo y fe.

La iglesia Católica y muchísimas otras iglesias y religiones, incluido el Espiritismo de cierta forma, perdieron el contacto con los jóvenes. Los obispos, sacerdotes, catequistas, padres y educadores espiritas de estos jóvenes no hablan un lenguaje que sea interesante para ellos. A consecuencia de ello, se adhieren por un tiempo pero luego abandonan la práctica de la religión de los padres, o bien desde el principio rompen con ella sin drama ninguno con una estudiada indiferencia.

¿Por qué ocurre eso?

Los jóvenes católicos por ejemplo, dicen que la culpa es de la iglesia, que no tiene un lenguaje agradable e interesante como los que promueven espectáculos y series en la televisión y en la radio. Dicen claramente que les gusta más las comunicaciones de la radio, la música, los presentadores de televisión, los artistas, porque ellos hablan de un mundo que corresponde más a su realidad o a sus sueños. Por eso llenan estadios para ir a escuchar un artista y pagan caro por ello, sin embargo no sienten el mismo interés en oír a los predicadores religiosos. Algo les falta…

Ciertamente ocurre lo mismo con la evasión de los jóvenes espíritas.

¿Qué hay que hacer para que los jóvenes se interesen por la Doctrina Espírita?

Doctrina eminentemente racional, el Espiritismo dispone de vigorosos recursos que superan todos los límites, alcanza los más amplios horizontes, atiende a los más nobles intereses y posee un ideal capaz de impulsar el verdadero progreso. Atravesando fronteras, ejerce una función en ambos planos de la vida permitiendo una mayor comprensión, señalando objetivos de gran alcance y valor moral.

La juventud es un período propicio para la reflexión acerca de la vida y el alineamiento de los objetivos reencarnatorios, mediante los contextos y las posibilidades que se presentan, convidando al joven al ejercicio del auto-conocimiento, de la reforma íntima y el cultivo de actitudes responsables por medio de su libre albedrío y del reconocimiento de la Ley de Causa y Efecto. Se Identifica, en ese momento, el benéfico efecto del estudio y de la vivencia del mensaje cristiano, a la luz de la Doctrina Espirita, cuyo conocimiento fortalece las almas juveniles para la adecuada toma de decisiones y para la elección de caminos saludables y armonizados a las enseñanzas espíritas.

El proceso de aprendizaje es dinámico y personal. Toda y cualquier mudanza de comportamiento del ser humano implica reflexión y consciencia de su realidad existencial. No basta simular esta realidad, el joven debe estar en ella inmerso. Por eso, la metodología empleada debe ser aquella que haga parte de la realidad diaria del joven.

Para facilitar el proceso enseñanza-aprendizaje y la madurez del joven en lo que respecta del despertar de su consciencia moral, es importante:

Trabajos en grupo que proporcionen al joven actividades con otros jóvenes facilitando el proceso de convivencia fraterna en los patrones de solidaridad y tolerancia, además del importante intercambio de experiencias;

 Análisis de situaciones y experiencias reales a través de debates, mesas redondas, etc., ya que el joven está inserto en un mundo de permanentes cambios y bajo la influencia de los medios de comunicación, además de, en función de su etapa de desarrollo, descubrir situaciones y relaciones sociales diversas en su cultura. Ese todo que el joven percibe, precisa ser analizado e reflejado cuidadosamente, de modo que él pueda construir sus valores dentro de los principios cristianos.

 Por eso, buscando garantizar el éxito de los objetivos propuestos, las aulas deben ser:

Dinámicas y desafíos – que despertando el interés y la curiosidad del joven, proporcionen su participación activa, llevándolo a la aplicación de soluciones evangélico-doctrinarias para resolver los problemas cotidianos;

Significativas – que puedan ser comprendidas y asimiladas por los jóvenes, conforme los objetivos pre-establecidos de acuerdo con su nivel de interés;

Individuales – que estén al nivel de cada joven en particular, permitiendo la atención de las diferencias individuales;

Interactivas – de forma espontanea y gradual, ofreciendo apoyo, seguridad, incentivo y respeto a su capacidad como Espíritu.

 9.- ¿Considera prioritario el ejemplo de los espiritas adultos, mostrando una doctrina dinámica, alegre, sugerente, no exclusivamente sujeta al estudio metódico y mecánico? 

Ante todo me gustaría destacar la importancia del ejemplo del espírita de una manera general y no solamente en relación con la manera de presentar la Doctrina Espírita.

Ser espírita, en la acepción plena de la palabra es comprometerse en un proceso de auto-educación.

 Elevar, transformar, despertar conciencias a través de su ejemplo, contribuyendo a un cambio interno de los hombres que redundará también en una evolución externa, ésta debe ser la meta de cualquier espírita.

 Para que las personas abracen el Espiritismo, es necesario presentarlo y estudiarlo sin prepotencia, sin austeridad excesiva, sin pretender poseer la verdad absoluta, sin autoritarismo. Debemos presentarlo y estudiarlo como quien quiere servir, haciendo brillar nuestro empeño en ser mejores, nuestra fidelidad hacía los principios éticos fundamentales, nuestra sede intelectual… procurando compartir nuestra llama interior.

Un estudio metódico, regular, minucioso y serio no necesita y no debe ser mecánico. Irradiar optimismo, disposición, energía y entusiasmo debe ser una consecuencia natural de los estudios. Por eso es importante elegir adecuadamente las técnicas de enseñanza que podemos y debemos utilizar en nuestros estudios.

Bibliografia: • La Codificación Espirita • La Educación segun el Espiritismo – Dora Incontri – Feesp • Allan Kardec – Meticulosa Investigación Pesquisa Bibliográfica – Zêus Wantul e Francisco Thiesen – FEB • Educación del Espíritu – Introdución a la Pedagogia Espírita – Walter Oliveira Alves • La Pedagogia Espírita – J. Herculano Pires • Mensaje de Becerra de Meneses sobre la Importância de la Educación Espírita Infanto-juvenil en la formación de la Sociedad del Tercero Milênio (Reformador 1985) • Por los Camiños de la Educación – Cecilia Rocha – FEB
 
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