Los profundos cambios que se están produciendo en la sociedad así como la cada vez más creciente ola de pesimismo que se está instalando en nuestro alrededor no nos presenta otra alternativa que reaccionar a través de reflexiones profundas que nos sitúen
ante la verdadera dimensión que los problemas actuales están generando.
ante la verdadera dimensión que los problemas actuales están generando.
Los grupos espiritas no podemos quedarnos al margen de esta problemática porque somos parte de esta sociedad angustiada y casi, podemos decir, sin esperanza.
El conocimiento espirita nos refleja con claridad el rumbo marcado por lo Alto hacia la consecución del progreso moral y espiritual. Existe una hoja de ruta para todos los seres humanos en que se nos pone a prueba y se nos somete a una serie de experiencias de todo tipo para que el espíritu evolucione y crezca. Pero no nos engañemos, el progreso es lento, y todavía lo sería más si no ocurriesen crisis cíclicas en la Humanidad.
En definitiva, todos estamos expuestos a los cambios, a veces provocados por la propia vida (los más frecuentes) y otros los generamos nosotros mismos.
De la teoría maravillosa que nos proporciona la doctrina espirita a su puesta en práctica existe un abismo debido a nuestro escasa elevación espiritual. Se nos confiere un “tesoro”, no como privilegio sino como un “bastón” de apoyo para poder caminar con cierto alivio si lo sabemos usar bien. Pero, insisto, no es un privilegio, es una concesión provisoria con su alta cuota de responsabilidad puesto que nadie es más que nadie.
Por otro lado esta demostrado en psicología que la tendencia natural del ser humano es permanecer estático ante sus convicciones, y sólo nos fijamos en aquellas cosas que “confirman” o “refuerzan” aquello en lo que creemos ignorando todo lo demás. Esto ocurre en todos los ámbitos de la vida, sean cuestiones políticas, sociales o religiosas. Nos adherimos y nos sentimos satisfechos de pertenecer a algo que consideramos lo mejor para nosotros e incluso para nuestra familia y amigos. Sin embargo cuando la realidad nos golpea y nos saca de aquello que considerábamos intocable nos sentimos, primero sorprendidos y después decepcionados. Además, no somos proclives a los cambios, nos cuestan mucho, sobre todo a las personas de una cierta edad, y a veces, cuando nos vienen forzados por las circunstancias nos rebelamos y los asumimos de mala gana.
Los espiritas ante los tiempos que nos han tocado vivir no podemos permanecer estáticos, de espaldas a la realidad, necesitamos hacer un gran esfuerzo de cambio, adaptarnos a las circunstancias. Saber distinguir entre lo que son las profundas convicciones espirituales, morales y el esfuerzo por entender el entorno y a nuestros semejantes.
Es precisamente la moral de Jesús la que nos invita al esfuerzo permanente por cambiar y adaptarnos, porque ¿qué mayor flexibilidad puede existir que el colocarse en el lugar del otro, entender sus problemas y tratarle como nos gustaría que nos tratasen a nosotros mismos? ¿existe mayor flexibilidad que esa?, ¿existe otro camino más eficaz para ayudar al semejante?. Sencillamente no.
Algo de gran envergadura se agita a nuestro alrededor, los cambios sociales nos sorprenden casi a diario, todo lo que hemos conocido como fiable, seguro y como proyecto de futuro se desvanece y se rompe en mil pedazos y lo peor es la sensación de que no hay salida. Ya nadie se fía de las instituciones políticas, económicas y las religiones pierden autoridad y peso. Buscamos culpables de esta situación y no encontramos una respuesta clara. La falta de estabilidad económica y social está provocando gran angustia, impotencia e incertidumbre en las personas. Una frustración de consecuencias imprevisibles.
No podemos caminar solos y ante la disyuntiva actual, como venimos comentando, no nos queda otro remedio que el hacer un esfuerzo primero con nosotros mismos, con un cambio moral diario que nos capacite para ser útiles a nuestros semejantes, y como consecuencia inmediata la consolidación en los grupos espiritas de un clima de trabajo armónico que posibilite la ayuda a quien lo necesite.
Pero el primer paso lo debemos dar los espiritas. No es cuestión de esperar a que los demás cambien o acudan a nosotros, sino que en base al trabajo realizado seamos como antenas que generan ondas positivas que contagien a los demás, independientemente de sus ideas. Esa es la principal propuesta espiritual.
Desde lo Alto se nos “invita” al sacrificio personal, y como ejercicio de solidaridad se nos exhorta al consuelo a todos aquellos que lo necesiten pero no necesariamente a través de las ideas, sino a través de los hechos de conducta moral que aporten el bálsamo necesario para que las duras pruebas que nos han tocado vivir sean llevadas con mayor entereza y esperanza.
J.M.M.C
© Grupo Villena 2012