A lo largo de estos últimos meses hemos estado hablando, en base al Evangelio según el Espiritismo, sobre las palabras del Maestro Jesús; sin duda, la gran figura de todos los tiempos. Ha sido como un apartado especial, una subsección dentro de la sección “Apartado Espirita”.
Han sido reflexiones que ni mucho menos han sido pretenciosas, conscientes de nuestras enormes limitaciones espirituales y del gran atraso evolutivo en el que todavía estamos inmersos.
Para cerrar estos meses de comentarios sobre las grandes enseñanzas del inigualable rabí, vamos a concluir hablando sobre su propia figura, majestuosa, y de las perspectivas de futuro, en cuanto a la esperanza de que algún día, Dios lo quiera, podamos acercarnos a la comprensión de su grandeza, de su trascendental misión, y de lo mucho que nos ha aportado y nos sigue ofreciendo desde tiempos inmemoriales.
“Conocerlo es amarlo”; y puesto que no lo conocemos todavía, por eso no lo amamos lo suficiente. Tarea esta en la que estamos embarcados desde tiempo inmemorial, desde la noche de los tiempos, despertando muy lentamente nuestras conciencias, escuchando una voz en la lejanía que nos habla de cosas extrañas como son el amor al prójimo, el perdón, la bondad, la abnegación, la humildad…. Palabras que ahora, después de muchas existencias, empezamos a entender que no a practicar, aunque resuenen en nuestro interior.
Es la eterna llamada, son los procesos evolutivos que siguen su curso. Sufrimiento, dolor, pasiones, libre albedrío, ignorancia, orgullo y egoísmo… Son muchos impedimentos, muchas trabas; complicaciones producto de nuestros errores que nos mantienen dentro del atraso moral, dificultando la ascensión… Empero, esa voz lejana, profunda, vibra en nuestras conciencias: ¡Ama! ¡Perdona! ¡Renuncia a ti mismo!…. ¡Yo te amo! ¡Yo te espero! ¡Soy tu consuelo y esperanza! …. ¡Sí! ¡Es Él!
Sin embargo, nuestra inferioridad y la falta de autoestima muchas veces nos hacen rechazar esta idea. ¡No es posible! Soy demasiado mezquino para que se pueda fijar en mí. Hay mucha gente que vale mucho más que yo, como para fijarse en este pobre diablo, dominado todavía por las tendencias materiales y los defectos… Él contesta: “Yo soy la puerta de las ovejas, ninguna se perderá.”
Él es el gran gobernador. El Padre le otorgó la responsabilidad de conducir a este planeta, a esta humanidad por los caminos del progreso hasta alcanzar la mayoría de edad. Trabajó junto a los ingenieros siderales, para configurar y preparar esta escuela llamada Tierra, para albergar almas en sus procesos primarios, superando las distintas etapas evolutivas con su ayuda y la de una cantidad ingente de espíritus superiores que colaboran con Él, en ese gran ensayo de pruebas, expiaciones y ascensiones hacia nuestro destino final que es la plenitud, camino de la perfección.
Encarnó entre nosotros para hacerse visible. Tuvo que hacer un gran sacrificio para renunciar temporalmente a los planos angélicos a los que pertenecía para descender vibratoriamente, hasta alcanzar un nivel que le permitiera mezclarse con nosotros en un cuerpo físico. Tarea compleja y difícil que le supuso un gran esfuerzo, pero su compromiso para con nosotros y su amor sin límites así se lo exigía.
Algunos lo reconocieron apenas verlo; otros, pese a estar a su lado y compartir muchos momentos con Él, no supieron valorar su comportamiento, sus acciones, sus ejemplos, sus palabras. Estaban todavía verdes, envueltos en las redes materiales, en una inferioridad que no les permitía ver más allá. “El que tenga oídos para oír, que oiga; el que tenga ojos para ver, que vea”.
En el evangelio según San Mateo; 11,11; nos encontramos con las palabras del Maestro respecto a otro gran profeta de su tiempo, cuando afirma: “Entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan, el Bautista.” Sin embargo es el propio Juan Bautista quien reconoce la dimensión espiritual y la misión que traía la Gran Figura declarando: “Es necesario que El crezca, y que yo disminuya. El que procede de arriba está por encima de todos….” (Evangelio según San Juan; 3;30-31)
María, hermana de Marta y Lázaro en Betania, o Juana esposa de Cusa, el Intendente de Herodes Antipas, entre otras, fueron algunas de las almas sensibles y audaces que bebieron hasta saciarse de su sabiduría y amor.
Otros, sin llegar a conocerlo, sólo a través del mensaje que les iba llegando a través de sus discípulos; aceptaron, comprendieron y cambiaron. Otro ejemplo inigualable es el de Pablo de Tarso, de perseguidor llegó a convertirse en su más fiel servidor.
Entre sus discípulos más cercanos, muchos, pese a su buena voluntad, cayeron presa de sus debilidades y defectos. Algunos, rectificaron a tiempo, modificaron aquello que no estaba bien de su interior, para centrarse exclusivamente en el Gran Mensaje renovador, al servicio de la Gran Causa.
Otros, comprendieron una vez se despojaron de la materia, reaccionaron con energía y trabajaron en las sucesivas existencias renovándose hacia la plenitud. Algunos reencarnando en vidas sacrificiales, abnegadas, extendiendo por el mundo y en el tiempo el Sublime Mensaje de Amor.
Desde entonces son muchas las almas que se han unido a la Gran Causa. Alentados y estimulados por Su Pensamiento, trabajan, se esfuerzan en todos los rincones, en una tarea silenciosa, humilde, ofreciendo ayuda y buenos ejemplos para oxigenar un mundo que se debate entre la desesperanza y el desconsuelo. Son fuentes vivas de agua pura; con su sencillez, salen desde todas las capas sociales. Es su comportamiento más que sus ideas o palabras. Demuestran día a día, un fuerte compromiso con sus semejantes, sobre todo con los más desfavorecidos, no sólo con aquellos que no disponen de medios económicos o materiales, sino también con aquellos que teniéndolo todo se sienten vacíos, sin rumbo, erráticos. Estos trabajadores son los verdaderos héroes.
Tras ellos se encuentra el Maestro; son los instrumentos con los que se vale para que el programa divino se plasme en el mundo. Actualmente, y en base a los cambios que se operan, están viniendo, como si de una lluvia de estrellas luminosas se tratara, espíritus venidos de otras dimensiones, y también otros que en su día comprendieron y trabajaron hasta madurar el mensaje legado por Jesús, y ahora se encuentran libres de cargas del pasado, limpios y con la predisposición necesaria para colaborar en la consolidación del nuevo mundo, aquel que nos está prometido.
Su mensaje está ahí. Manipulado, tergiversado muchas veces, interpretado interesadamente; sin embargo, al final se impondrá la verdad, la oscuridad dará paso a una luz progresiva que se irá abriendo paso, inexorablemente. A partir de ese momento, los pobladores de este mundo comprenderán mejor, lo cual, les permitirá profundizar en sus enseñanzas, sensibilizándolos. Una puerta que permitirá acercarse más a Él, comprenderlo para mejor amarlo.
Él nos espera desde hace siglos, lo tenemos cada vez más cerca. Imaginemos por un momento, el día del reencuentro, la felicidad, el gozo sin igual. No habrá palabras que puedan explicar tal emoción. Trabajemos para que ese día llegue pronto, con la esperanza de ser dignos de su amor y misericordia.
La gran figura de todos los tiempos por: José Manuel Meseguer
©2016, Amor, Paz y Caridad
[infobox]“Gracias al espiritismo, el ideal cristiano no perecerá; los preceptos del evangelio dominarán siempre las conciencias como la gran figura de Jesús dominará el curso de los siglos»
(León Denis)
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