LA AYUDA DEL PLANO ESPIRITUAL

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Vamos comprobando que la tarea que como espíritus tenemos es muy laboriosa y difícil. Sobre todo en los mundos de expiación y prueba, como en el que nos encontramos nosotros en esta fase de la evolución.

A la difícil labor de controlarnos, intentando que nuestras imperfecciones no nos traicionen, que la comodidad no nos haga estancarnos, o realizar las cosas de una manera diferente a como se tienen que efectuar; nos enfrentamos a unas circunstancias y obstáculos por añadidura, que no son otros que el contacto con los demás seres humanos. La vida social, en mundos como el nuestro, es en la práctica como una carrera de obstáculos en donde tenemos que sortear infinidad de minas y alambradas que pueden estar en cualquier parte, si no las detectamos podemos caer en ellas, sucumbiendo ante dichas pruebas y escollos que surgen en nuestro caminar.

Para ir alcanzando el progreso y la perfección a la que estamos llamados todos, sin ninguna excepción, en cada nueva existencia nos tenemos que enfrentar a nuevas pruebas y dificultades, sin las cuales nos sería muy difícil ir adelantando y desarrollando nuestros valores.

Las diferentes posiciones sociales, que hacen que una persona en la tierra deba enfrentarse a circunstancias y matices de la vida, destacadas e importantes, que forjan al espíritu en su proceso evolutivo, dotándole de pruebas determinantes, como por ejemplo son los distintos grados de riqueza y pobreza, de fealdad y belleza, de salud y enfermedad, así como el poder, el éxito, y todas las diferentes problemáticas relevantes, son experiencias que prácticamente tenemos que vivir todos y cada uno de nosotros en las diferentes existencias que tenemos que afrontar.

No nos extrañe este planteamiento, necesitamos vivencias y renovación en las diferentes existencias que nos aguardan en la vida en la materia. Tener existencias que nos pongan de manifiesto la necesidad de vivir con humildad, que pongan a prueba nuestro grado de caridad, de amor, de entrega y sacrificio, de patriotismo, de trabajo por la ciencia, es algo que todos y cada uno sin excepción tenemos que experimentar.

De otra manera, es muy difícil establecer baremos para que vayamos comprendiendo en qué grado de la escala evolutiva estamos, qué grado de valores y defectos tenemos; unos por arraigar y otros por eliminar. Aceptar que sin duda, no es lo que la vida nos depara únicamente lo que marca nuestros aciertos y errores en la tierra, sino que también influye sobremanera el grado de preparación espiritual alcanzado para poder sortear estas pruebas, actuando correctamente, o que simplemente por la falta de preparación sucumbimos ante las mismas, dejándonos llevar por los defectos que rigen nuestros actos, y que nos llevan a abusar de la riqueza que se nos concedió, del poder, del encanto que posee la materia o cualquier otra condición que tengamos.

Todos hemos de pasar por las diferentes vivencias y experiencias de la materia, sin excepción. Recordemos la justicia de Dios, de sus leyes, pues son iguales para todos; no hay privilegios, ni concesiones, todos somos iguales para El. Como hijos suyos nos ama a todos por igual, con lo cual no nos extrañe que el mendigo del hoy, pueda ser el millonario del mañana. Como pueda actuar en cada existencia será en parte condición de su grandeza o miseria espiritual. Y después sacará sus enseñanzas, sus conclusiones, y por tanto, tendrá que asumir en el futuro las consecuencias, para lo bueno y para lo malo de sus obras.

Por esta razón, desde el principio de nuestra andadura espiritual, en los mundos más atrasados, contamos con la ayuda inestimable del mundo espiritual, que nos guía y trata de que encaminemos nuestros pasos, y planificarnos cada existencia lo mejor posible, de acuerdo al grado de evolución alcanzado y de los objetivos a alcanzar que más puedan interesarnos en cada nueva existencia.

Hay espíritus que se dejan ayudar más que otros. Al igual que en la tierra, hay quien se deja aconsejar, escucha y después pone en práctica los buenos consejos recibidos por personas que tienen más conocimientos y más experiencia, y otros que no se dejan aconsejar, que optan por obrar de acuerdo a sus instintos y que no confían en nadie más. En el plano espiritual, pasa exactamente igual, la muerte no nos cambia, nos coloca en el lugar que por afinidad nos corresponde, nos hace ver la realidad de nuestra esencia, esto como es lógico ayuda a comprender, nos puede hacer más razonables por la fuerza de las pruebas, pero no nos cambia.

Es por ello, que los espíritus, cuanto más adelantados, o cuanto más humildes y dóciles son, más se dejan ayudar y guiar, pidiendo consejo a los espíritus de más categoría espiritual, que velan por el progreso de la humanidad, y que su interés no es otro que ayudarnos para que cada paso que demos sea lo más acertado posible, y que por tanto, no nos arriesguemos a afrontar pruebas en la nueva encarnación para las cuales no estamos preparados, y podamos fracasar, complicando nuestro futuro próximo en el que tengamos que venir a corregir, y saldar deudas.

Afrontar la prueba de la riqueza, para los espíritus que van adquiriendo cierto grado de comprensión y desarrollo, es un examen que van aplazando para más adelante, porque es muy difícil de superar. Una prueba que puede llevarnos a errores y equivocaciones muy importantes, y deshacerlos puede suponer un gran coste y muchos sufrimientos. Sin embargo, para un espíritu que esté despojado de egoísmo, y posea una gran fuerza de voluntad venir rodeado de riqueza y de recursos más que suficientes, puede suponer que haga mucho bien, generando trabajo, creando beneficios por doquier y contribuyendo al bien de la humanidad.

Son dos maneras de actuar muy diferentes, por ello hay que saber tomar decisiones, sobre todo si son importantes, ya que ello va a contribuir en gran medida en nuestro devenir de las siguientes encarnaciones.

En el mundo espiritual hay espíritus que nos ayudan a tomar estas decisiones, planificando nuestro futuro, conscientes como son que hacer un uso inadecuado de nuestro libre albedrío puede complicarnos mucho, o por el contrario, ayudarnos en gran medida. Pero no siempre estamos predispuestos a aceptar dicha ayuda. Preferimos en muchas ocasiones experiencias cómodas, vidas fáciles, que luego por falta de preparación espiritual, se vuelven en nuestra contra.

Una vez en la tierra, siempre tenemos a nuestro lado esa ayuda espiritual que necesitamos, para que podamos conducirnos lo mejor posible, es el espíritu protector, que todos tenemos, y que en función de nuestro adelanto y misión que traemos a la tierra puede ser de mayor o menor elevación espiritual, pero todos lo tenemos.

En definitiva no podemos imaginar el gran despliegue de ayuda que pone el Creador a nuestra disposición desde los primeros inicios de nuestra evolución. Sin embargo en muchos casos no lo sabemos apreciar y aprovechar. Si somos dóciles y deseamos progresar rápidamente,  aceptaremos de buen grado los consejos y sugerencias, tendremos en cuenta las propuestas que nos indican para orientar cada nueva existencia lo más acorde a nuestras necesidades, nos esforzaremos para lograr los objetivos, y no adquiriremos en cada nueva existencia ningún grado de maldad, al contrario nos iremos sensibilizando y puliendo, haciendo aflorar las cualidades del espíritu.

Somos niños espiritualmente hablando, estando muy alejados todavía de alcanzar la madurez y la sabiduría necesaria que nos permita tomar las decisiones más apropiadas en cada momento. Si como niños hacemos caso a las indicaciones y sugerencias de nuestros padres, que quieren siempre lo mejor para nosotros, adelantaremos mucho en el menor tiempo posible, y nos evitaremos muchos sufrimientos y penalidades.

 

Fermín Hernández Hernández

2015  Amor, paz y caridad

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