INTRODUCCION

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Iniciamos este mes una sección de artículos sobre temas de actualidad que permanecen como inquietudes en gran parte de la sociedad de hoy. Son todos ellos temas controvertidos, unos por su aspecto moral, otros por su incipiente aparición entre las preocupaciones sociales, otros más porque planean divisiones y discrepancias sobre su enfoque según sea la concepción cultural, social o religiosa que se tenga. 

 Sea como fuere, nuestra única intención es abordarlos desde la perspectiva única de las leyes universales que rigen la vida del ser humano en su aspecto integral, como un ser trascendente y eterno que sobrevive a la dimensión física y que continúa su vida en otros planos de existencia y de realidad. 
Es por ello que nuestra intención no es generar polémica alguna, sino elevar el criterio del debate mediante un nuevo aspecto; como es, la visión trascendente de todos los termas que tratemos. Este enfoque nos otorgará una nueva perspectiva, no para que cambiemos nuestros principios; sino para que, a la luz de una visión más amplia, enfocada en el origen de la vida y la eternidad del ser humano, seamos capaces de comprender las limitaciones, repercusiones y responsabilidades que tiene enfocar los temas desde ópticas culturales, sociales o religiosas claramente limitadas por el tiempo y enfocadas en las circunstancias de una única vida de apenas 70, 80 o 90 años.

Nuestro enfoque es la eternidad; las repercusiones de las decisiones que adoptamos respecto a temas cuya diversidad de opiniones y sanciones ético-morales son tan variadas que generan confusión a la hora de definir posturas y acciones respecto a los mismos. Hablamos de temas controvertidos como el sexo, el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, la clonación, la ingeniería genética, los trastornos de personalidad, etc..

Al estar basadas las leyes universales en principios generales para todas las humanidades que pueblan el universo, y, siendo justas y perfectas, tal y como las creó la causa primera e inteligencia suprema del universo; son el parámetro más perfecto para enjuiciar estos temas desde una perspectiva profunda, amplia, trascendente y eterna, basada en las consecuencias reales y nada ficticias que nuestras opiniones y acciones sobre estos temas pueden suponernos.

Asistimos hoy, en los inicios del siglo XXI, a las grandes incógnitas que El Progreso de la ciencia está planteando como grandes retos a otras disciplinas y principios culturales o religiosos aceptados en el pasado y sin base alguna en la lógica más elemental y en la razón. Principios ancestrales propios de épocas de oscurantismo y fanatismo religioso y científico.

Si a ello unimos los derechos sociales que avanzan de forma vertiginosa a medida que la cultura y la instrucción domina en las sociedades, nos encontramos con panoramas nuevos, retos a enfrentar en temas tan controvertidos, donde no sirve de nada crear dogmas, estigmatizar o defender posturas a ultranza por el mero hecho de que no nos guste lo que estamos viendo.

Al respecto de esto último es cuando la «disonancia cognitiva» nos lleva a negar aquello que no comprendemos, pues es mucho más cómodo afirmar «no me interesa» cuando algo nos molesta y no forma parte de nuestros principios o tradiciones culturales, científicas o religiosas. Negando no podemos discernir lo cierto de lo falso, hacemos como el avestruz; negamos por negar, ante la incomodidad que nos representa afrontar los nuevos temas, los derechos que otros demandan, la comprensión que muchas minorías necesitan, etc.

Además de los avances de la ciencia, de la demanda de nuevos derechos sociales y mayor libertad, también nos encontramos que muchos de estos temas de actualidad exigen un nuevo acomodo en la sociedad actual; pues El Progreso y el cambio social se vuelve imparable; no hay nada que lo detenga, y la prueba son los grandes cambios sociales que se están experimentando en la nueva sociedad en cuanto a la comunicación y la relación de los seres humanos, todo ello propiciado por los avances tecnológicos de la era global, internet, redes sociales, celulares, etc. 

Si somos perspicaces comprobaremos que esta era global, iniciada apenas hace dos décadas, representa un avance y unos cambios sociales tan profundos como lo fue el descubrimiento de América por Colón en 1492.  

Es preciso abrir la mente, realizar el esfuerzo de adaptarnos a los nuevos tiempos sin renunciar a nuestros principios éticos, pues a lo largo de la historia se demuestra que la ética y la moral condicionan sobremanera la relación entre los seres humanos. Una sociedad abierta, libre, responsable y tolerante no tiene porqué dejar de ser solidaria y fraterna. Esto debería ser en sí mismo el objetivo; no obstante, la empatía con nuestros semejantes al intentar comprenderlos, es ya un paso importantísimo que nos hará valorar estos temas de actualidad desde la mejor de las perspectivas, al considerarnos todos con los mismos derechos y deberes para afrontar y aportar cada uno su parte positiva en el conglomerado social del que formamos parte.

Por último, y en nuestra intención de aclarar dudas de forma más precisa sobre los temas tan controvertidos que vamos a desarrollar, invitamos al lector a preguntar cualquier duda al respecto o precisión que consideren necesaria a través de nuestro foro «Respuesta Espiritual» que podrán encontrar en esta web.

Antonio Lledó
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