“Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta”
Aristóteles – Filósofo s. IV a.C.
Nada mejor para comenzar esta nueva sección dedicada a la naturaleza moral del hombre que reflejar este pensamiento de Aristóteles, en el que se pone en evidencia la importancia de nuestras acciones en relación directa con aquello que somos y en lo que nos convertimos.
El comportamiento humano está en la base de lo que entendemos como ética y como moral. Sin duda, aunque puedan parecer lo mismo ambos conceptos, tienen una sustancial diferencia. La ética es un conjunto de normas que valoran si el comportamiento del individuo es bueno o malo respecto a un código establecido de antemano. Así podemos poner, por ejemplo, que existe un código ético para la medicina, otro para la educación, y millares de códigos que se extrapolan a cualquier tipo de empresa. Estas normas son las que determinan si las personas actúan correctamente con arreglo a las normas que se han dado previamente en su gremio, sector, comunidad, empresa, sociedad, etc.
¿Qué definición podemos dar de la moral?
«Es la regla para conducirse bien, es la distinción entre bien y mal.
Se basa en la observancia de la Ley de Dios.”
Ítem 629 – L.E.- A. Kardec
Por otro lado, la moral coloca mayormente el acento en la definición del bien o del mal realizado por el comportamiento de la persona respecto a unas costumbres, reglas o principios que pueden ser sociales, religiosos, culturales, etc. La misma palabra “moral” deriva del latín y significa “relativo a las costumbres”. Es, por tanto un error mayúsculo identificar moral con religión, como a veces se acostumbra a hacer, pues las tradiciones, las costumbres y los sustratos culturales y sociales de una comunidad son la base moral de esa misma sociedad y pueden no tener nada que ver con una religión o creencia al uso.
Así pues, la moral de cada cultura o sociedad es diferente, y como tal no es extrapolable ni genérica a todo el mundo. Pongamos un ejemplo: es moral en occidente que la mujer use pantalón vaquero, mientras que en determinadas culturas de oriente este uso sería claramente inmoral en las tradiciones y costumbres de esas sociedades del planeta.
Podemos, pues, distinguir entre conceptos de moral social y moral religiosa; ésta última tiene que ver con un código que mantiene principios concretos por los que se guía una creencia determinada y que todos sus seguidores asumen. Así pues, la moral religiosa es particular de cada religión, de cada lugar, de cada colectivo particular. Es una moral que deriva de los principios que se tienen por base principal en una religión determinada. Como vemos, el tema es complejo, y la dificultad del leguaje para establecer las diferencias lo hace un poco más complicado.
En lo que a la intención de esta sección se trata, nos interesa hacer comprender la importancia de la moral y de la ética como principios de responsabilidad, sentido del deber y coherencia personal respecto a la honestidad que toda persona de bien ha de tener con sus propios principios y valores superiores de la vida.
También nos proponemos destacar en el desarrollo de los próximos artículos la importancia de la moral en el desarrollo biológico, psicológico y espiritual del hombre. Algo que se lleva a cabo casi de forma automática, sin apenas darnos cuenta, pues nuestras acciones quedan grabadas en el inconsciente que nos acompaña vida tras vida, formando parte del acervo milenario de nuestra herencia personal y trascendente como espíritus inmortales que somos.
La acción positiva como mecanismo de progreso de la naturaleza moral del hombre es otro de los aspectos en los que haremos hincapié. Y destacaremos igualmente cómo las sociedades más avanzadas son aquellas cuya moral social es la más justa y equilibrada. Para ello entraremos a analizar las relaciones entre justicia y moral.
Pero sin duda, uno de los enfoques que más nos interesa destacar es la relación entre moral y salud. O lo que es lo mismo, cómo nuestros actos, pensamientos y sentimientos condicionan nuestra forma de entender el mundo y la vida y al mismo tiempo revierten sobre nosotros los efectos de las causas que sembramos, a favor o en contra, repercutiendo con ello el bienestar o malestar psicológico, físico y espiritual.
El libre albedrío en nuestra actuación diaria y la voluntad para cambiar aquello que no nos gusta de nosotros mismos y nuestro entorno comienza por cultivar hábitos, costumbres y acciones que, derivadas de unos pensamientos y deseos adecuados a nuestra forma de entender la vida y el mundo, nos conduzcan a resultados más felices, más saludables, más coherentes con la vida y la gratitud que debemos a la misma. A este respecto, Blaise Pascal, uno de los mayores genios de la humanidad, afirmaba:
“Si no actúas como piensas, terminarás pensando como actúas”
Nos está diciendo que la fuerza y el dominio que nuestros pensamientos y actos ejercen sobre nuestro comportamiento es total, y por ello debemos cultivar aquellos que nos parecen más buenos, justos y coherentes, a fin de convertirnos en personas más buenas, justas y coherentes.
Otro de los enfoques que pretendemos dar a esta sección que hoy comenzamos es la de analizar, estudiar y buscar un código de comportamiento ético-moral que nos ayude a entender la vida, el mundo que nos rodea, nuestro propio yo y a nuestros semejantes bajo criterios de solidaridad, igualdad, justicia y fraternidad.
Sin duda, este código ya existe. Para el mundo occidental, en su mayoría, el conjunto de normas y criterios que nos conducen a una ética y moral superiores viene representado por el ejemplo y las enseñanzas del Maestro Jesús. Su mensaje de “Ama al prójimo como a ti mismo” encierra la mayor expresión de la moral social, humana, religiosa o espiritual que podamos entender.
Es de aplicación individual si queremos fomentar un desarrollo evolutivo hacia el bien y la felicidad interior, mediante actitudes saludables y resultados de paz interior que derivan de una conciencia recta y honesta con nosotros mismos. Es también fuente de salud, bienestar y equilibrio mental, emocional y físico en la vida actual. Y además va conformando unos hábitos que se convierten en temperamento y carácter que se instalan en nosotros para siempre, formando parte de nuestra manera de ser y de comportamiento durante las próximas experiencias de vida, en el plano físico ( en nuevas reencarnaciones) y en el espacio (intervalo entre una y otra vida física) en el que nos hallamos en estado espiritual.
Pero además, todo el código ético-moral de Jesús supone a nivel social la regla más perfecta de solidaridad, fraternidad y coherencia en las relaciones entre los seres humanos, pues con ello podemos construir sociedades más justas e igualitarias, simplemente con renunciar al egoísmo y el orgullo, enemigos irreconciliables de la humildad y el amor desinteresado.
Por todo esto, esta sección que ahora iniciamos es, no sólo necesaria, sino que se articula en base a un principio del que aún no somos verdaderamente conscientes. Este principio no es otro que el de que “el hombre es un ser moral”, por encima de todo, pues esta moral interna que va construyendo con su propio esfuerzo, méritos y acciones a través de los milenios, está al margen de las morales sociales o religiosas con las que comulga en unas u otras vidas. Y aunque estas últimas sin duda impregnan su carácter y lo influencian de muchas maneras, al final el hombre se mira a su propio espejo, en el punto de progreso en el que se encuentra, y su propio albedrío, voluntad y capacidad de decisión serán las que le permitirán su ascensión y progreso.
Las creencias influyen, pero son también volubles y cambiantes, como las propias vidas y los diferentes escenarios por los que transcurre el espíritu humano en sus diversas existencias. Al final, lo único que queda es lo que el hombre construye por sí mismo en su interior, en base a los principios y códigos ético-morales que va aprendiendo e interiorizando, a fin de conducirse con mayor rapidez hacia el destino para el que fue creado como un ser moral: la perfección y plenitud espiritual.
La importancia de la ética y la moral por: Antonio Lledó Flor
2019, Amor, Paz y Caridad
“Prosigue tu marcha, indómito, y preserva tus valores íntimos, ampliándolos en la acción diaria”
Divaldo Franco/Joana de Ángelis – Libro: Jesús y la Actualidad