“ESPIRITIZAR”, CUALIFICAR Y HUMANIZAR
Vamos a comenzar esta reflexión con dos premisas para que podamos entender la importancia de un grupo espirita; a saber: Primera: Individualmente muy poco se puede avanzar. Y segunda: Solamente desde la unión y el trabajo en equipo es como se puede crecer de verdad en el campo espiritual y lograr objetivos importantes en la vida.
La mentora Joanna de Ângelis nos recomienda que, para formar y desarrollar con garantías un Centro Espírita, se requieren tres aspectos o pilares fundamentales en los que hay que trabajar seriamente: “ESPIRITIZAR”, CUALIFICAR Y HUMANIZAR.
El primer lugar “ESPIRITIZAR”: Somos espíritas, no otra cosa.
Significa adquirir conocimientos en torno a las obras fundamentales de Allan Kardec; estos han de ser la base fundamental sobre donde han de descansar los cimientos de la institución. Para ello, se ha de realizar un estudio metódico y constante. También apoyarse en las obras complementarias, como son las obras de León Denís, Gabriel Delanne, la Revista Espírita del propio Allan Kardec, etc.
No podemos olvidar que el Espiritismo es el Consolador Prometido, y ciertamente se consuela cuando se esclarece. La mejor forma de consolar a alguien es arrancarle de la ignorancia, educarlo. De esa manera, el estudio ha de ser la base del trabajo en los Centros Espíritas.
Muchos caen por desgracia en el error de creer que, una vez han leído una o dos veces las obras básicas, ya saben lo suficiente, y a partir de ahí se deben explorar otras cosas, otras ideas o conocimientos aparentemente más profundos o complejos. ¡Gran error! Si el espiritismo deja de ser suficiente para él, esta actitud demuestra la superficialidad y la poca comprensión que ha adquirido de la doctrina.
Tengamos en cuenta que el verdadero espiritista es aquel que se da cuenta de la profundidad y calado que la doctrina de los espíritus posee, lo cual le lleva a comprender la necesidad de estudiar y trabajar su mundo interior. Un conocimiento que le sirve también para entender los problemas y desafíos que la vida le plantea, siempre en consonancia con los descubrimientos y avances que la ciencia moderna va adquiriendo.
“Espiritizar” también significa que, en referencia a las diferentes actividades de estudio a desarrollar en los propios Centros Espíritas, los asistentes no se conviertan en actores pasivos, escuchantes sin más. Se les debe dar la oportunidad, sobre todo a los menos noveles, a que participen, analicen, reflexionen en voz alta con sus compañeros, en un diálogo franco y constructivo, aportando su granito de arena al conjunto con sus razonamientos y conclusiones.
“El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender” (Plutarco)
En segundo lugar, CUALIFICAR:
¿Qué puedo hacer por los demás? ¿Cuáles son mis habilidades, mis aptitudes? ¿El Centro Espírita me brinda la oportunidad de poder aportar algo al conjunto con mi trabajo? Todas estas preguntas debemos de planteárnoslas, puesto que son fundamentales.
Tenemos la obligación de prepararnos en función de las aptitudes y cualidades que poseemos. Por ejemplo, unos pueden ser aptos para la comunicación, para escribir, hablar en público; otros para la logística; otros para organizar reuniones, convivencias o eventos; otros como ayudantes o auxiliares, y así sucesivamente. No obstante, hemos de tener muy claro que todas las tareas sin excepción son importantes, y tenemos la obligación de valorarlas en su justa medida. No podemos caer en el error de destacar unas sobre otras. Esto no es una vana idea sino que es una realidad, pues cuando esto falla, si no se cuidan esos detalles, es decir, cuando se sobrevalora uno mismo o se le da más importancia a unos por encima de otros, puede desembocar en situaciones de desánimo, desunión y distanciamiento.
Si cada uno aporta con ilusión y entusiasmo lo que tiene, seguro que las fuerzas no se sumarán sino que crecerán exponencialmente, formando un haz de varas, un conjunto armónico que multiplicará las posibilidades de trabajo y de eficacia.
A través de la cualificación se puede llegar a conseguir pasar de ser un simple grupo espírita a un verdadero equipo de trabajo en común.
En tercer lugar, HUMANIZAR:
El Maestro Kardec nos dice: “El progreso intelectual, llevado a cabo hasta el presente en las más vastas proporciones, constituye un gran paso… Pero por sí solo no tiene posibilidades de regenerar a la humanidad”.
“Solo el progreso moral puede garantizar a los hombres la felicidad en la Tierra…” (El Génesis; capítulo XVIII, 16).
En un grupo es muy importante el desarrollo de los valores morales de sus componentes a través de una convivencia sana, aprovechando las actividades programadas para desarrollar los vínculos que nacen de unos ideales comunes. En palabras de Zygmunt Bauman, sociólogo y filósofo polaco: “El regalo más importante que puedes hacer a los que quieres es darles el sacrificio de tu tiempo”.
Esos momentos de trabajo, de reunión fraterna, son el marco ideal para desarrollar cualidades como:
-EL RESPETO ante todo, evitando los enfrentamientos, las discusiones estériles, que devienen a veces por una confianza mal entendida. Los demás tienen el derecho a tener su propia manera de ver las cosas, aunque no las compartamos. La clave reside en buscar los puntos en común desde la delicadeza, la comprensión, la paciencia y, sobre todo, la tolerancia.
-LA VALORACIÓN DE LOS DEMÁS. Todos somos necesarios pero nadie imprescindible. Hemos de tomar conciencia de la importancia de nuestros compañeros, del esfuerzo y trabajo que realizan; de su aportación al conjunto.
-Además de otros valores fundamentales como son la CONFIANZA, la SINCERIDAD, la LEALTAD, el COMPROMISO…
Por otro lado, hay que ser conscientes de que un grupo espirita ha de ofrecer siempre una buena imagen a la sociedad. Ha de existir una correspondencia entre lo que predica y enseña, con sus actos ordinarios, su comportamiento individual y colectivo.
El ejemplo rompe la distancia que separa la utopía de la realidad práctica. Si alguien es capaz, los otros también.
Partiendo de la pequeñez propia pero con el trabajo en común, el objetivo que han de perseguir los Centros Espíritas es la de devolverle a la sociedad la fe en el ser humano, dar consuelo como hemos mencionado anteriormente, y también esperanza en el porvenir.
Además de esos valores fundamentales para el funcionamiento de los centros espíritas, también es muy importante tener en cuenta la ADAPTACIÓN SOCIAL.
Esto significa que el espiritismo, según en los países donde se desenvuelva, se ha de adaptar a la idiosincrasia cultural, religiosa y humana de cada pueblo. Por lo tanto, los centros espiritas han de ser flexibles. No se puede pretender que actúen todos de la misma manera, puesto que las necesidades difieren de unos lugares a otros. Verlo de otra forma sería caer en un fanatismo innecesario, ofreciendo una imagen muy pobre de la doctrina y desaprovechando todo lo que de bueno y práctico puede ofrecer a la sociedad.
“Los espíritas del mundo entero tendrán principios en común que los ligarán, como a una gran familia por los vínculos sagrados de la fraternidad; pero la aplicación de esos principios variará conforme a los lugares, sin que por ello se rompa la unidad fundamental” (OBRAS PÓSTUMAS, Allan Kardec).
Y por último, no nos podemos olvidar de los jóvenes, puesto que son el futuro.
Un Centro Espirita que no se preocupa por los jóvenes está condenado a desaparecer. En ellos han de encontrar las posibilidades de desarrollo y crecimiento espiritual que la sociedad materialista no les proporciona. El joven de hoy día tiene muchas inquietudes, algunas de ellas de carácter social, de compromiso con los más necesitados, lo cual les lleva a colaborar y comprometerse con ONGs, donde se sienten útiles e importantes.
Por todo ello, uno de los objetivos que ha de perseguir el centro espírita ha de ser atraer y motivar a los jóvenes a que participen y aporten sus ideas, su energía y entusiasmo. Si solo son convocados para escuchar, al final se cansan y se marchan; es lógico y natural. Este es un extremo que hay que tratar de evitar.
Por lo tanto, hay que pensar en ellos, ayudarlos a crecer y cederles poco a poco el testigo, para que con su contribución se renueve la luz que de generación en generación ha de iluminar a la sociedad.
“ESPIRITIZAR”, CUALIFICAR Y HUMANIZAR por: José Manuel Meseguer
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