EL CRECIMIENTO DEL SER;  DEL INSTINTO A LA INTUICION II

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(viene del anterior)
 
   Desarrollábamos el mes pasado la primera parte de este artículo sobre el crecimiento del ser y sus etapas a lo largo de la evolución humana. Vimos el desarrollo de la psique humana desde el instinto y las sociedades primitivas, desembocando hacia la
etapa intelectiva o raciocinativa que ha venido imperando desde la ilustración y la posterior revolución industrial hasta la época actual. 
 
   Analizamos el momento del cambio en el que ahora se encuentra la sociedad planetaria; cómo se está articulando de abajo hacia arriba la transformación hacia una conciencia social más humana, basada en los principios de igualdad y fraternidad que el sistema actual, caduco y egoísta, se niega a implementar. 
 
  Comprobamos como el cambio es imparable, como lo fue en su día el paso de las conquistas sociales de la ilustración que rompieron los moldes del antiguo régimen absolutista. Y a través de todo ello valoramos que, esa conciencia social que se instala como la pólvora en todas las sociedades humanas reclamando mayor igualdad, libertad y solidaridad, va a ir derivando en la concienciación personal de los habitantes del planeta; auténtico motor del cambio que se avecina. 
 
   Así pues, retomamos en este punto el avance que supone la toma de conciencia personal del momento en que nos encontramos y cómo hemos de prepararnos para aportar lo mejor de nosotros mismos; consiguiendo al mismo tiempo el objetivo de nuestra vida, el progreso espiritual en el cumplimiento de lo que cada uno de nosotros hemos venido a realizar. 
 
  Esto último, no es otra cosa que la imperiosa necesidad de recuperar la capacidad humana para sentirse realizados a través de aquello que hacemos y nos proporciona satisfacción interna; algo que no se encuentra en el placer de las riquezas ni en la acumulación de poder, sino en la paz interior y el equilibrio personal que sobreviene al ser humano cuando su psique (psicosoma, alma, espíritu, etc.) está asumiendo y completando el programa personal e ineludible que cada uno trae a la vida. 
 
  Esta asunción del programa personal que constituye la realización del ser humano en la tierra, dota al ser humano de instantes de felicidad y plenitud que, aunque efímeros, por nuestro poco adelanto evolutivo, nos hacen vislumbrar cómo puede ser el futuro que nos aguarda a poco que hagamos las cosas bien. 
 
   Al mismo tiempo, nos permite pasar de la comprensión de “lo que somos” (conciencia de uno mismo), a la asunción de “lo que tenemos que hacer” (acción y realización del programa pre-encarnatorio). Este paso tan importante nos eleva por encima de las miserias y desgracias de la vida, afrontándolas desde una perspectiva superior que nos permite superarlas, a la vez que nos ayuda a seguir por la senda del progreso espiritual, auténtico objetivo de nuestro paso por la tierra. 
 
   Este es el inicio de la tercera etapa: la toma de conciencia. A ello se llega después de un análisis profundo de nuestra situación en la vida y además se llega por multitud de caminos y de vericuetos. Unos religiosos, otros sociales, personales, espirituales, etc. 
 
  Son muchas las formas de realización en la vida, pero en estos momentos de transformación planetaria, aquel que se haya preparado y trabaje en la dirección correcta, encaminará sus pasos acertadamente a la expansión de su conciencia y de su ser superior. 
 
   Esto es el inicio del hombre nuevo: el “hombre consciente” de sí mismo que ha superado la etapa instintiva e intelectiva y que se encuentra formando su conciencia en la auténtica realidad espiritual que le prepara en un futuro para la última etapa: la etapa intuitiva o inspirativa; propia de los grandes seres que ya pasaron por la tierra y dejaron constancia de su realidad inmortal por encima de las vicisitudes de mundos inferiores que superaron con notoriedad y ejemplo. 
 
   Esta etapa es la de la auténtica conexión con nuestro yo superior, el ser inmortal que nos anima, nos eleva y que somos nosotros mismos a través del tiempo y del espacio. A medida que vamos sensibilizando nuestra alma, pasando del salvaje al genio, adquiriendo conciencia de nuestra realidad superior, avanzando en conocimientos, artes, desarrollando las capacidades del amor, el perdón, la tolerancia, la humildad y la fe, nuestro ser interior crece de forma expansiva. 
 
   Este crecimiento nos permite mayor intuición y comprensión, nos facilita momentos de plenitud apenas insospechados y nos ayuda enormemente a cumplir con nuestro objetivo de progreso espiritual. 
 
   Este avance y desarrollo nos conecta de forma permanente con la espiritualidad superior, nos hace avanzar a través de la inspiración sin miedo a equivocarnos, pues ya no somos nosotros solos, estamos permanentemente asistidos por seres de espiritualidad superior que nos allanan el camino. 
 
   Nos convertimos en instrumentos del bien, en canales de luz, en perfecta comunión con la esencia espiritual de la que formamos parte; y nuestras vidas en los planetas dejan de ser vidas de dolor para convertirse en vidas de progreso consciente, de renuncia y desarrollo personal, de ayuda constante a nuestros semejantes, ofreciendo el mejor ejemplo y aclarando dudas sobre el camino a elegir. 
 
  A partir de este momento nuestra conciencia se expande por encima de nosotros mismos, llevamos el ejemplo por donde caminamos y perseverando en nuestros principios nos mantenemos firmes para asumir testimonios ingratos, en la seguridad de que seremos ampliamente recompensados con más claridad y plenitud y por ende mayor felicidad. 
 
  Nos convertimos entonces en auténticos trabajadores de la obra divina; allí donde nos encontremos seremos capaces de ofrecer consuelo, esperanza y claridad para despejar dudas e incertidumbres sobre nuestra naturaleza inmortal y el plan divino que Dios tiene trazado para el hombre en sus distintas etapas de evolución. 
 
   Todavía nos queda mucho para llegar a esta última etapa, pues en el mejor de los casos, nos encontramos realizando la transferencia del hombre racional al hombre consciente; pero sabiendo a dónde tenemos que llegar y cómo hemos de hacerlo, conseguiremos la fuerza para prepararnos y seguir avanzando en este camino de realización personal.
 
A.LL.F.
 
© Grupo Villena 2012

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