(Viene del número anterior)
EN EL LOCAL DEL ACCIDENTE.-
Drausio estaba con cerca de un año y nueve meses cuando, eventualmente, paseando en compañía del padre, cruzó por el lugar donde ocurrió el accidente que produjo la muerte de María Aparecida.
Inmediatamente, el niño acusó dolor en el abdomen, en la región donde sufriera el desgarramiento del bazo y lesiones graves en otros órganos.
Este hecho, al parecer, es el único episodio de su infancia del que Drausio todavía se acuerda y que tiene relación con su anterior encarnación. El mismo nos informó: – Cuando paré con papá, por el lugar donde ocurrió el accidente, sentí un dolor exactamente en la parte de la barriga, donde María Aparecida fue golpeada y herida por el camión. En ese punto dije: -«Para, papá, me duele aquí…» El Sr. Luis informó que, en seguida, levantó su camisa, mostró la barriga y dijo: –«¡Papá, el dolor ya sanó!»
La visión del lugar donde se dio el accidente debe haber provocado en Drausio el recuerdo de lo ocurrido con María Aparecida al ser cogita por un camión, desencadenándole entonces una especie de reflejo.
YO SOY AQUELLA NIÑA…
Drausio ya había completado los dos años de edad y estaba, un día, conversando con su tía Leda. En un determinado momento, dijo:
— «Yo soy aquella niña que estuvo aquí».
Leda le preguntó:
— «¿Qué niña?»
Drausito replicó:
— «Aquella que está felizmente en el agujero y que vivía en aquella casa».
Diciendo esto señaló la antigua residencia donde María Aparecida hubiera vivido en compañía de sus padres. Como ya sabemos, esta casa está pegada a la de tía Leda, en la calle Capitán Scandiuzzi.
LA GUITARRITA DE CLAUDIO.-
Dª. Leda nos contó un pasaje muy interesante que concernía a Drausio, cuando éste todavía no había completado dos años de edad: la hermana de Leda. Dª. María, regaló a Claudio, el hermano mayor de Drausio, una guitarrita. María Aparecida nació después de este hecho y, una vez mayor, le gustaba jugar con la guitarrita, pero se le enseñó de que aquel juguete era de su hermano Claudio y que era un regalo de su tía María.
Después del accidente que causó la muerte de María Aparecida, los juguetes que le habían pertenecido fueron todos guardados, inclusive la guitarrita. Esta última fue colocada en el estante de encima de un armario existente en una habitación situada en el patio de la nueva residencia. La guitarrita se mantuvo allí por mucho tiempo, sin que Drausio llegara a conocerla.
Un día, yendo con la madre a aquella dependencia de la casa, Drausio vio la guitarrita en lo alto del estante. Se aproximó al mueble y comenzó a señalar hacia ella con el dedo, pidiendo algo que se hallaba allí y llamaba su atención. D-. Teresa le mostró varios juguetes que allí se encontraban, pero Drausio los negó categóricamente. Finalmente la guitarrita, que estaba en el punto más alto, le fue presentada. Entonces manifestó su aprobación y, muy contento exclamó: -«¡Esa! Es la guitarrita que tía María dio a Claudio…»
De un modo general, Drausio se mostraba familiarizado con los juguetes que habían pertenecido a María Aparecida, conforme relataremos un poco más adelante.
LA ALMOHADILLA.-
Muchos objetos que habían sido de María Aparecida fueron guardados por sus parientes más próximos como recuerdo. La tía Leda conservó una almohadilla usada por la sobrina cuando ésta todavía vivía. Para evitar que se embolara. Leda periódicamente la tendía en el varal, exponiéndola al sol.
Drausio tenía cerca de dos años y tres meses y, eventualmente, había ido a casa del abuelo Domingas, donde vive tía Leda. Justo en ese día, la almohadilla de María Aparecida se encontraba extendida en el varal para tomar el sol. Drausio, al verla, la reconoció inmediatamente y, cómicamente, propuso a tía Leda que le «vendiese» la almohadilla. Esta, divirtiéndose con la historia, le entregó la pequeña almohada y le preguntó para que quería aquel objeto. Entonces el chiquillo le explicó que la almohadilla era suya. Al recibirla, recostó la cabeza y dijo a su tía que había dormido así en la almohadilla, cuando fue aquella niña.
Este comportamiento de Drausio es interesante, porque nadie comentaba, en su presencia, el caso de su reencarnación. Además, con tan poca edad, difícilmente podría comprender tal cuestión, pues incluso algunas personas adultas se sienten incapaces de entender cómo es posible el proceso del renacimiento.
¡HE VUELTO!.-
Dª. Teresa acostumbraba a planchar la ropa en la cocina. En una de esas ocasiones, Drausio se hallaba jugando próximo a la madre. Coincidió que estaba alisando la ropa de él. Como es natural, ella debió entonces acordarse de la época en que cuidaba así de los vestidos de María Aparecida. Emocionada, comenzó a llorar discretamente. En un momento dado, Drausio interrumpió su juego y, dirigiéndose a D-. Teresa, habló:
— «¡Mamá, he vuelto!»
La madre, en ese momento, no comprendió bien lo que el chiquillo había dicho y le preguntó:
— «¿Vuelto, de dónde?»
Entonces, él confirmó:
— «He vuelto, ahora…»
En este punto, D-. Teresa comprendió que su hijo estaba queriendo decir que él fue María Aparecida y que había vuelto de nuevo como Drausio.
(continuará)
Hernani Guimaraes Andrade
Del libro «Reencarnación en Brasil»