EDUCACIÓN FILIAL

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Continuando dentro de la planificación familiar que podemos aventurarnos a precisar para la nueva humanidad, existe un factor importantísimo dentro de la misma y que merece especial atención. Nos estamos refiriendo a la educación de los hijos, aspecto éste vital para una buena organización familiar que posteriormente tendrá su repercusión en el contexto general de la sociedad.

Si nos paramos a pensar por un momento en la educación actual que nuestros hijos reciben, podemos darnos cuenta que el mayor tiempo de la misma se dedica fundamentalmente a una instrucción de tipo intelectual, dejando en un segundo plano aquellas orientaciones de tipo humano y ética comportamental que tanto se echan de menos en una sociedad como la actual, donde los valores humanos sufren una franca decadencia.

Este aspecto, que a primera vista puede parecer secundario, no lo es tal en cuanto al contenido real y profundo que puede ofrecer a cada persona. No olvidemos que la realización en la vida no es exclusivamente material sino que hay otros factores como el comportamiento, la compostura, la corrección, el saber estar, la educación propiamente dicha y la consecución de aquellos fines transcendentes que hacen que un hombre se sienta plenamente realizado en la vida.

Para que todo esto pueda darse en la nueva sociedad, hay que plantear ya las bases de educación que los hijos podrán recibir a fin de integrarse plenamente en el conglomerado social sin sufrir las marginaciones y diferencias que actualmente existen en nuestra sociedad.

Por ello, se hace necesario profundizar en una educación adaptada al tipo de sociedad que se pretende instaurar. Ante esta reflexión podemos volver la vista atrás y comprender que, como ya hemos mencionado en artículos anteriores, la sociedad del futuro será fundamentalmente una sociedad donde prive lo espiritual por encima de lo material. Este hecho nos da a entender que primordialmente la educación de nuestros hijos deberá ir dirigida en este sentido. Habrá que conceder en primer lugar la preferencia a la realización humana, de forma tal que al propio tiempo que se asimilen los conocimientos técnicos y científicos precisos para nuestro desenvolvimiento material, se inicien y se profundicen en las características que educacionalmente tengamos que poner a disposición de nuestros hijos.

Porque tampoco debemos olvidar que los espíritus que encarnen en este nuevo ciclo planetario vendrán ya con una preparación espiritual y material adecuada; esto quiere decir que les será mucho más fácil adaptarse a este nuevo tipo de sociedad y por lo tanto, la enseñanza que reciban deberá ir por encima de todo encaminada hacia su progreso y evolución espiritual.

Los conocimientos espirituales precisos y necesarios para su realización en la vida los traerán innatos, de tal forma que ideas y conceptos como las leyes espirituales, la reencarnación, la evolución, etc. serán plenamente asimilados por ellos sin causar en modo alguno la extrañeza y el temor que todavía infunden estas ideas a muchas personas de nuestra sociedad actual.

El planteamiento de vida será, desde el momento de su nacimiento, totalmente diferente, puesto que irá encaminado hacia el mismo punto: el progreso. Y éste será mucho más fácil, rápido y seguro porque no contarán con los entorpecimientos y obstáculos de un mundo de expiación y prueba.

Dentro de este análisis, es preciso desarrollar también un punto importante de la educación familiar que los padres habrán de realizar hacia sus hijos. Si bien su meta será encaminarlos al progreso, y el ambiente familiar estará presidido por las leyes evangélicas del Amor enseñado por Jesús, no podemos olvidar que la integración del niño y el joven a la sociedad será mucho mayor que la actual, puesto que a pesar de que la iniciativa personal será amplia, el factor de la convivencia será también muy importante; tan importante que contribuirá de forma decisiva a ultimar la educación familiar recibida.

La enseñanza, pues, ofrecerá dos niveles ampliamente diferenciados pero a su vez encaminados a un mismo fin. Por un lado el conocimiento de la Vida y las leyes que la rigen material y espiritualmente, y por otro lado la potenciación del conocimiento humano a todos los niveles, en las ciencias, las letras y las artes; dedicando especial atención al conocimiento humano, la personalidad y las características que enmarcan la misión espiritual que cada persona trae a la Tierra.

Además de contar con estas premisas de importante aprendizaje, existirá una enseñanza paulatina y constante que vendrá dada por las relaciones humanas, es decir, el contacto, la convivencia, la relación fraterna entre los miembros de esa sociedad ofrecerá un amplio campo de estudio y aplicación para la persona. De tal manera será, que las relaciones sociales pasarán a ocupar un puesto importante en la educación general de esta nueva humanidad. Pero cuando hablamos de relación social, nos estamos refiriendo a esa fraternidad, cariño y trabajo en equipo que será la pieza básica de la nueva sociedad.

Un trabajo en equipo que prescindirá de las ambiciones y personalismos actuales que quieren destacar y acaparar poder, un trabajo en equipo responsable por parte de todos sus miembros y en el total y absoluto beneficio de la comunidad. Cada cual aportará sus cualidades, eliminando aquellas actitudes equivocadas de envidia, recelos y rencores que actualmente se evidencian claramente en nuestra deshumanizada sociedad.

 

Antonio Lledó Flor

© 2014 Amor, paz y caridad

 

 [infobox]La educación corrige las cualidades que nos dio la naturaleza, y la cultura fortalece el ánimo; cuando faltan los principios morales, los vicios degradan nuestras naturales prendas.

 Horacio 65 A.C.[/infobox]

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