Para todas las personas que nos hallamos responsabilizadas en la labor de divulgar un conocimiento espiritual serio, razonable y acorde con las necesidades de nuestra sociedad, resulta muy positivo realizar una serie de reflexiones que nos muestren hasta qué punto estamos realizando esa importante tarea.
El creciente interés por las ideas de índole espiritual, y todavía más en los ambientes juveniles, sector por demás innovador e inconformista con lo establecido, ha de suponer para nosotros una gran responsabilidad, lo que significa: una concienciación plena, convicción y claridad de ideas e intenciones para llevar ese conocimiento a muchísimas personas que se encuentran en predisposición de recibirlo.
Lamentablemente, existen muchos engaños y conceptos erróneos que intervienen de forma muy negativa en aquellas personas que movidas por la inquietud se lanzan hacia unas ideas que más tarde o más temprano descubren que no eran nada positivas. Sin embargo, y como contrapartida, existen numerosos grupos y personas que desde diferentes ideologías, sí se hallan bien encaminadas y se encuentra comprometidas interiormente a brindar unos conocimientos básicos pero transcendentes, que pueden beneficiar, y mucho, a todas aquellas personas que los lleven a su vida diaria.
La juventud está llamada a ser uno de los impulsores de estos nuevos conceptos. Sus iniciativas y entusiasmos, así como la innovación de las ideas que siempre vienen con cada nueva generación, son cualidades que sabiamente conjuntadas por la experiencia de los más adultos, pueden conformar una agrupación de personas, voluntades e ilusiones que sin duda alguna impactarán a una sociedad inmersa en sus propias ambiciones, demasiado ocupada con los aspectos materiales y escasamente sensibilizada ante el dolor y sufrimientos ajenos.
A pesar de ello, y dada la necesidad de un cambio de rumbo y perspectivas que nuestra sociedad tiene, se ha de sembrar, divulgar por toda la Humanidad, todas aquellas ideas que beneficien al ser humano y le ayuden a entender por qué y para qué de la vida y de su estancia en los mundos físicos.
Hay que poner luz donde hay confusión y oscurantismo. Se deben aclarar las dudas y erradicar la ignorancia que existe sobre la realidad de la vida espiritual y su continua influencia sobre el plano físico. Hemos de saber erradicar falsos misticismos y fanatismos, ofreciendo con sencillez y sin complejidades un conocimiento al alcance de todos, exento de imposiciones y dogmatismos, que invita a la reflexión y a la mejora del ser humano.
REDACCIÓN