A primera vista, la libertad del hombre parece muy limitada en el círculo de fatalidades que lo encierra:necesidades físicas, condiciones sociales, intereses o instintos. Pero considerando la cuestión más de cerca, se ve que esta libertad es siempre suficiente para permitir que el alma quiebre este círculo y escape de las fuerzas opresoras.
Extraído de la obra. « El problema del ser y del destino» de Leon Denis.
Poco a poco nos vamos adentrando en este apasionante tema del libre albedrío, profundizando en todos sus aspectos, para obtener la mayor claridad de ideas al respecto. Hemos trazado una línea maestra, que consiste en aceptar que el estudio de esta cuestión ha de ser analizado de acuerdo a la comprensión de las leyes espirituales, admitiendo que somos espíritus en proceso de evolución, y que dichas leyes han sido creadas por Dios, para establecer orden y concierto en el universo, tanto material como espiritual, nos afectan íntegramente, lo queramos o no.
Hemos hablado del bien y del mal. Considerando que las mismas opciones tiene el espíritu para emprender acciones inclinadas hacia cada uno de esos aspectos. Hemos analizado también, que siendo muchas las influencias que tiene a su alrededor todo espíritu, siempre cuenta con las herramientas que el Padre le ha dado; voluntad, intuición, conciencia y libre albedrío para romper todos esos lazos y obrar en consonancia con las leyes universales.
Hemos comprendido que nuestro libre albedrío, no comienza aquí y ahora, en cada nueva existencia, sino que siendo las vidas solidarias entre sí, cada vida no es un capítulo aparte, sino que viene condicionado por el pasado, por las vidas anteriores que son los capítulos anteriores. Al igual que no se puede comprender una serie sin haber visto los capítulos anteriores, no se pueden entender muchos de los porqués de una vida sin saber que ha pasado en las anteriores.
Por lo tanto, ya podemos empezar a comprender que muchos de los sucesos que nos ocurren a lo largo de nuestra existencia, sobre todo los importantes, los que tienen transcendencia , los que afectan a nuestros valores, a nuestra vida moral y social, a nuestra salud, son consecuencia de lo que libremente hemos sembrado en el pasado, no son una fatalidad, como podemos entender, sino que son parte de un destino que ha madurado y que comienza a devolvernos los frutos de nuestras obras.
También como es lógico se pueden cometer en esta vida actual errores y desaciertos que ya empezamos a pagar y sufrir sus consecuencias en esta misma vida.
Con lo cual podemos diferenciar que existen efectos que podemos recibir bien de nuestro pasado o bien de la vida presente, y que en cuanto a los destinos, estos pueden ser voluntarios, o compulsorios.
Son voluntarios cuando el espíritu acepta una existencia en la que se van a producir ciertos acontecimientos predestinados para que los experimente y comience a expiar parte de sus faltas y deudas, comenzando así un proceso de sensibilización y regeneración de su alma.
Y compulsorios cuando no lo acepta, rechazando cualquier tipo de ayuda y planificación superior, entonces es cuando por ley es obligado a encadenar en contra de su voluntad y a recibir drásticamente experiencias que le hagan comprender que ha traspasado ciertos límites y que no puede seguir por ese camino.
No existe un destino venturoso o doloroso porque sí, que caprichosamente da a unos mucho, en forma de felicidad, abundancia, alegrías, buena familia, buen trabajo. Y a otros muy poco, que viven rodeados de sufrimientos, de escasez, de enfermedades, y similares. No existen los destinos fatales, a causa del azar o la casualidad, existe el debe y el haber, la cosecha y la siembra, el reajuste que llama a nuestra puerta y que viene para restablecer el orden y la paz en nuestra conciencia.
Ahora bien, por muy comprometida que tengamos la existencia, siempre tenemos la oportunidad de mejorarla, de atenuar sus dificultades o sufrimientos, incluso de reconducir algunos aspectos de la misma, para aminorar los efectos que vienen a nosotros por cumplimiento de la ley de acción y reacción.
Esto es posible, desde un punto de vista psicológico, adoptando una actitud positiva ante las dificultades y experiencias que estemos viviendo. Demostrado está que una actitud humilde, de aceptación de las circunstancias que nos afectan de una manera directa, acompañada de una predisposición hacia la superación de las mismas, y de adoptar todas las medidas necesarias para eliminar en lo posible sus consecuencias, ayuda y mucho a situarse por encima de esas limitaciones y a ver como se dibuja ante nosotros un panorama totalmente diferente.
Hay infinidad de ejemplos de personas que han sufrido en el transcurso de su vida situaciones límite, por accidentes, por afecciones de salud, o por un cambio de fortuna, y han sabido disciplinarse, adoptar las medidas y los cambios necesarios para poder levantarse y emprender de nuevo su vida, sin dejar que dichos acontecimientos les atormenten y les arruinen todavía más su existencia.
Hay situaciones que desde luego hemos de pasar, porque se cumplió el tiempo establecido por la ley para cambiar de rumbo y no lo hicimos. Hay un karma que ineludiblemente nos va a poner en situaciones y circunstancias que no podemos ignorar, pero si podemos ante eso, adoptar infinidad de posturas, que son las que definitivamente nos van a condicionar, y a producir que el sufrimiento se agrave, o por el contrario, se vaya reduciendo.
Podemos adoptar una postura de comprensión y aceptación, de humildad y búsqueda de soluciones, o todo lo contrario; podemos adoptar una postura de rebeldía, de inconformidad, de resistirnos ante todas las pruebas y culpar a Dios, y a los demás de nuestros males, con lo cual no ponemos ninguna solución, sino que aún podemos hundirnos más en el pozo en el que nos hayamos.
Las leyes que regulan nuestro devenir por la tierra, en los diferentes ciclos de existencias que nos propician para nuestro adelanto y progreso espiritual, velan siempre por nosotros, están creadas para nuestro propio beneficio. No debemos ver ante las situaciones difíciles y dolorosas, ningún castigo, o desafecto hacia nosotros por parte del creador. Todo lo contrario, nos está tendiendo puentes para que corrijamos nuestras acciones, orientemos nuestra vida por el derrotero que ayude a que germinen en nosotros las virtudes que encerramos en nuestro interior, que por errores en ciertas decisiones y momentos de nuestro pasado transmutamos en defectos y bajas pasiones; que son la causa del sufrimiento y la infelicidad.
Dios está siempre con nosotros, nuestra escasa visión del porvenir y del futuro que a todos nos espera nos hace ver las cosas de un modo muy distinto al que son en realidad. Las imperfecciones morales y la escasez en el desarrollo de nuestros valores internos nos amordazan, nos confunden y nos llevan por senderos de sufrimiento y situaciones límite. Pero sacando la fuerza de voluntad y el deseo de mejora innato que llevamos se pueden corregir muchas situaciones, se puede modificar el destino y minimizar en mucho los pagos que la ley nos reclama.
Por poner un ejemplo material, si pedimos un crédito a una entidad, nos estamos comprometiendo a realizar pagos a plazo, en determinadas fechas, si no lo hacemos subirán los intereses, al final pagaremos mucho más de lo establecido, sin embargo, ese mismo pago se puede ir adelantando si anticipamos cuotas, con lo cual podemos reducir la cantidad, o el tiempo de finalización del crédito. Lo que no debemos hacer es rebelarnos y no querer pagar algo que hemos solicitado libremente para nuestro desarrollo y beneficio, y luego no queremos saber nada de ello, esto es una gran responsabilidad, porque está fuera de la ley, y recaerá todo el peso de la misma sobre nosotros, antes o después.
El karma acumulado, o karma negativo, es una especie de crédito, que antes o después hemos de asumir. Dios nos concede el libre albedrío, la voluntad, la intuición, la vida y nos pone en la tierra, nos deja actuar y con ello vamos adquiriendo conocimientos, experiencia y también responsabilidad. Podemos acertar o equivocarnos, alternativamente. Llegado un momento de nuestra evolución, la ley nos pide cuentas, especialmente cuando nos estamos desviando demasiado del camino del bien, es entonces cuando el creador por medio de sus leyes justas y sabias viene en nuestro rescate, para que restablezcamos el equilibrio perdido y encontremos el camino de la felicidad del que tanto nos habíamos alejado.
Hay espíritus que llegado ese momento en que se les llama a la reparación de sus faltas y a desandar lo andado, lo aceptan, conscientes de que sin la ayuda e intervención del plano espiritual no pueden, por si mismos, evolucionar en sentido positivo, y se acogen a la planificación que desde el plano espiritual les proponen, en su beneficio. En estos casos, dicha planificación puede ser mas o menos dolorosa, o fuerte, según lo que el espíritu en cuestión desee adelantar, o se vea con la suficiente fuerza para soportar las penalidades y sufrimientos por los que haya de pasar.
Hay espíritus que se planifican vidas muy dolorosas porque quieren acabar cuanto antes con las deudas contraídas, quieren devolver todo el mal que hicieron a sus víctimas y desean salir de la barbarie y de la maldad que han acumulado en su personalidad. Otros sin embargo se lo toman con mas calma, son más prudentes y dosifican el sufrimiento por el que han de pasar en diferentes existencias consecutivas.
Hay otros casos, en los que se manifiesta todo lo contrario, siguen rebeldes, y no aceptan voluntariamente las pruebas y expiaciones que han de experimentar, en estos casos es cuando la ley actúa de manera compulsoria obligando a estos espíritus a reencarnar en condiciones que no van a poder ser dueños de su materia y que irremisiblemente van a tener que sufrir existencias muy dolorosas, a fin de ir sensibilizando sus almas por medio del dolor. De esta manera irán comprendiendo que no se puede vivir por siempre al borde de la ley, sino que hay fuerzas y leyes por encima de ellos que les obligan a buscar la felicidad por los caminos del bien y el amor, de la superación de las imperfecciones y bajas pasiones.
Para muchos espíritus lamentablemente, no hay otra forma de que entiendan además de que hay una Ley de Justicia universal de la que nadie escapa, la justicia está hecha desde el mismo momento en que realizamos una acción, ya que obedece a dicho principio, no hay acción sin reacción. Solo resta el tiempo en que su producirá la respuesta, pero para Dios no existe el tiempo, para nosotros si, y afortunadamente espíritus superiores velan por nosotros para que los acontecimientos vengan cuando mejor nos puede resultar para nuestro adelanto espiritual.
Como vemos el libre albedrío está subordinado en muchas ocasiones a un sin fin de condicionantes, aunque en cada momento y lugar seguimos teniendo la opción de afrontar las circunstancias de una forma u otra. Eso si, el margen de elección en muchos momentos tendrá sus limitaciones; en virtud de las pruebas o expiaciones que se nos pongan en el camino, siempre con la intención y objetivo que nos sirva para nuestro progreso espiritual.
Hay ciertas vidas que por mas que queramos, es tanto lo que un espíritu viene a pagar y expiar, que no tiene prácticamente margen de maniobra, solo lo tiene en su fuero íntimo, son existencias muy duras y dolorosas que bastante tienen con soportar y sufrir con valentía y estoicismo. Son esas vidas que a veces podemos conocer por cercanía y que difícilmente podemos entender, solo nos queda la fe y la caridad de pedir ayuda para que estos hermanos tengan fuerzas y la esperanza de que esas experiencias les han de servir en mucho en el futuro.
Así pues, todos tenemos créditos que asumir, la vida es una oportunidad que nuestro creador nos da para sacarle el máximo provecho posible. Una existencia da para mucho si se sabe aprovechar convenientemente, pues son infinitas las vivencias que se nos presentan y todas ellas para el desarrollo de nuestros valores y aprendizaje. Todas las experiencias de la vida nos quieren acercar cada día un poco más hacia el camino de la perfección, que va sin duda ninguna unido al de la propia felicidad. Pero requiere esfuerzo, sacrificio y trabajo constante, y a veces el fruto no viene al instante. Un asalariado cobra su nomina después de haber trabajado un mes. Nuestro creador paga mejor que nadie, y nos da todas las herramientas y materiales para poder ejercer nuestro rol de aprendices, pero en muchas ocasiones despreciamos las herramientas y hacemos un mal uso de los materiales.
Hasta que la ley nos ponga las medidas correctivas necesarias para que comprendamos por nosotros mismos en donde y en que nos equivocamos y seamos capaces de corregirnos, bien por la vía voluntaria, bien por la vía de expiación.
Siempre nuestro creador nos brinda la oportunidad de progresar y aprender en la escuela del amor, para que voluntariamente vayamos aprendiendo, y caso de errar, podamos corregir a tiempo, ayuda no nos falta, ni medios. Sin embargo, muchos de nosotros al desarrollar en demasía el egoísmo, el orgullo, la ambición, la maldad por generalizar, necesitamos otro maestro, este no es otro que el dolor, el dolor causado a nuestros semejantes a causa de nuestras imperfecciones, y que antes o después hemos de experimentar en nuestra propia carne.
Luego hemos de ser conscientes de que la fatalidad, o eso que llamamos fatalidad, es lo que justamente nos corresponde vivir por los deméritos del pasado, y haríamos bien en comprender que, la misma, no es sino una liberación para nuestro espíritu.
Fermín Hernández Hernández
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No obstante, el destino por adverso que sea, puede ser modificado mediante el propio esfuerzo; pues, DESTINO NO ES FATALISMO CIEGO, SINO UN DETERMINISMO DE LAS CAUSAS. Las vidas difíciles que no encuentran calma y de las que parece huir toda felicidad, son reajustes, son las que van pagando las maldades cometidas en ésta o en otras existencias; porque las diversas vidas humanas de cada ser espiritual, son solidariamente responsables entre sí.
Extraído de la obra «Tres enfoques sobre la reencarnación» de Sebastián de Arauco.