BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD

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Búsqueda de la Felicidad

Sabido es que, todos ansiamos la felicidad. De esto, no hay duda. ¿Y qué hacemos para ello? Comúnmente, lo contrario; al buscarla por caminos torcidos, cuáles son: los placeres de los sentidos, la posición social, popularidad y fama, riqueza, autoridad, etc.

Por esos caminos, jamás hallaremos la felicidad; y sí, la infelicidad y desdicha. La felicidad podremos hallarla, diré mejor, conquistarla, cuando orientemos nuestra vida, nuestra conducta, dentro de la ley universal del amor y demás leyes emanadas de la Sabiduría Cósmica; ley ésta que tenemos que aprender a conocer y vivir.

Felicidad e infelicidad, son dos estados afectivos de sentimiento opuesto, cuyo origen está en el individuo mismo. El uno, hace la vida agradable; el otro, desagradable, amarga y dolorosa. Y lo curioso es que, ambas condiciones de vida, son de nuestra propia creación.

Pero, veamos, ¿qué es la felicidad?

La felicidad, podremos definirla como un estado de paz y de dicha interna, que proporciona a su poseedor un gozo inefable, indescriptible; cuando la persona actúa dentro de las leyes que rigen la Vida, que son leyes divinas, y que nuestra conciencia superior nos indica con frecuencia.

Dos aspectos hay, que muchas personas confunden: placer y felicidad. No obstante, una profunda diferencia existe entre ambos. El placer es fugaz, y con frecuencia produce una secuela de reproches y a veces desdichas en diverso grado; es externo, de los sentidos. La felicidad, en cambio, es más permanente; porque emana de lo interno, del Ser espiritual. No es necesario buscarla, viene por sí sola y nos penetra, cuando creamos las condiciones propicias para su manifestación.

Cada persona entiende la felicidad, o la imagina, a su manera; generalmente, de acuerdo con sus deseos insatisfechos.

Para algunos la felicidad consiste en tener cubiertas sus necesidades materiales, humanas; mientras que, si somos observadores, apreciaremos que hay personas con bienes materiales en abundancia, que no son felices.

Para otros, la felicidad consiste en verse libres de preocupaciones, temores, etc., por desconocer que, esos son estados mentales creados por el individuo mismo, en su desconocimiento de cómo utilizar sus recursos internos, sus facultades mentales adormecidas.

Otras personas la imaginan en vivir bien, holgadamente y sin esfuerzo, por desconocer que, la ociosidad es productora de tedio, hastío, aburrimiento, vicios, etc., todo lo cual genera infelicidad.

Otras hay, que la imaginan en la riqueza o posesión de bienes materiales, y en cuyo afán dedican sus energías, en la creencia de que les dará la felicidad anhelada; por desconocer que, en ese camino, avanzan hacia la frustración. Esto no quiere decir que, la riqueza en bienes materiales sea siempre causa de infelicidad. Depende del uso que de ella se haga; ya que, mientras hay ricos que son esclavos de su riqueza, otros no.

Y otros muchos buscan la felicidad, corriendo tras el espejismo de los placeres, atraídos por los «cantos de sirena» o propaganda de los vicios y debilidades humanas, convirtiéndose en esclavos del vicio; con lo cual van descendiendo vertiginosamente hacia la frustración que les sumerge en un desequilibrio psíquico perturbador, productor de amarguras y desdichas.

La felicidad, en el modo que desde niños venimos buscando, es tan sólo un espejismo. Espejismo que se desvanece tan pronto como se obtiene aquello que se desea o ansia poseer; especialmente en los aspectos materiales. En la conquista de las cosas materiales, jamás hallaremos la felicidad real, sino deformada.

Otros ejemplos podrían citarse, todos dentro de unos conceptos (humanos) apartados de la Verdad y de la Ley, por desconocimiento de las Leyes de la Vida en su aspecto psicológico y en su aspecto espiritual transcendente.

No obstante lo expuesto, la felicidad es una meta alcanzable en los mundos físicos, y está dentro de las leyes divinas. Si bien, en el estado actual de nuestro mundo, no puede haber dicha completa; sí, puede alcanzarse una dicha relativa, una vida humana de paz y armonía.

¿Cómo? Actuando dentro de las leyes que rigen la Vida: psicológicas, biológicas y espirituales.

 

Búsqueda de la felicidad por:  Sebastián de Arauco

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