Autoanálisis II
Comencemos analizando nuestra reacción, en el diario vivir, ante una palabra impropia o frase torpe, así como nuestro lenguaje familiar: como esposos, como padres, como hijos, como hermanos y demás. ¿Cuál es el lenguaje empleado: el correcto, suave y afable, cual corresponde a toda persona civilizada; o el incorrecto: áspero, del bruto, del individuo ordinario? Y esto que a simple vista parece carecer de importancia, la tiene en grado sumo; pues, es la diferencia entre una vida de relación armónica y agradable en el hogar que debe ser siempre un refugio de paz y amor; y una vida de “perros”, que no concuerda con la condición de una persona que se tenga por civilizada.
Y no nos desanimemos si encontramos en nosotros aspectos negativos, ya que los mismos son superables si nos proponemos incorporar a nuestra vida las enseñanzas de amor que, en una modalidad razonada, estamos recibiendo. Si así lo hacemos, pronto apreciaremos que esos defectos irán desapareciendo poco a poco; y nuestra vida se verá transformada con las vibraciones positivas que de ese modo irradiaremos constantemente en nuestro alrededor, y que atraerán hacia nosotros “respuestas” positivas de los demás con quienes convivimos y nos relacionamos.
Nuestros hermanos espirituales superiores están ansiosos de cooperar en nuestro progreso. Y tratan de ayudar en diversos modos, entre los cuales, por medio de sensitivos al servicio del bien, están enviando mensajes constantemente y realizando curaciones maravillosas en la humanidad.
Conocemos ya que el progreso es el resultado de un constante esfuerzo. Y si queremos progresar, hemos de esforzarnos en ese propósito.
Vigilemos siempre nuestros sentimientos, pensamientos y deseos, a fin de no permitir en nuestra alma y mente la entrada de aquellos negativos y ruines que amargarán nuestra vida y serán impedimento de progreso.
Por ello necesario es observar nuestras reacciones y actuaciones en nuestras relaciones humanas, si queremos conocer nuestro comportamiento.
Demos siempre amor. Seamos bondadosos y sencillos en nuestro diario vivir. Y con ello, seremos los más beneficiados en todo sentido. Tratemos a los demás como queremos ser tratados, si deseamos liberarnos de las vidas penosas y progresar más rápidamente.
Y por último, si queremos formar parte de los escogidos en este tercer milenio, para poblar el maravilloso mundo que será este planeta nuestro al quedar libre de la maldad humana, ya en el comienzo del próximo siglo, debemos prepararnos.
No esperemos la gracia o salvación gratuita, que sólo está en la creencia de las mentalidades infantiles.
Estamos viviendo los últimos días de la actual civilización. Y en estos próximos años va a efectuarse la clasificación planetaria. Los clasificados como de la izquierda del Cristo serán expulsados a mundos primitivos, mundos de sufrimiento, como ha sido el nuestro en el pasado, según nos relata la historia. Propongámonos ser los de la derecha del Cristo; pero, no por creencias, sino por el amor sentido y realizado.
Con tan solo unos pocos años de esfuerzo en la superación de las imperfecciones del carácter y conquista de las cualidades positivas, como hemos venido conociendo en el desarrollo de este curso, podremos colocarnos en la tónica vibratoria de los escogidos.
No desperdiciemos esta oportunidad que la Divina Providencia nos ofrece en estos últimos días del final de este ciclo planetario.
Autoanálisis II por: Sebastian de Arauco