Nos referiremos una vez más a la frase del Maestro: «EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS MORADAS«. Esta frase nos permite abrir un amplísimo estudio e investigación de cara al futuro. Las palabras del Maestro hacen referencia, no sólo a las moradas materiales, es decir, los diversos planetas que conforman el Universo físico, sino también a los diferentes planos espirituales, que son eternos y, el verdadero hogar al que pertenecemos como espíritus.
La vida está presente por doquier, y nos toca a nosotros, con el tiempo y los avances de la ciencia y filosofía, ir descubriendo este vastísimo e inmenso Universo Espiritual, oculto hasta ahora.
El hombre se ha resistido a aceptarlo, entenderlo y profundizar en él. La evolución, que es imparable, nos invita a abrir nuestra mente para desvelar todas las maravillas que encierra el plano espiritual.
Si a nivel físico la Ciencia ha ampliado nuestra visión del cosmos, en comparación con lo conocido hace tan solo unas décadas. ¿Cuanto más nos faltará por conocer del plano espiritual?.
Con otra mentalidad y una mayor predisposición hacia el estudio de la vida en ese mundo espiritual, conseguiríamos qué, en reciprocidad, sus moradores se volcasen hacia nosotros y nos diesen comunicaciones que ampliasen los detalles y características de la vida en ese plano, nuestro hogar eterno.
La filosofía, de nuevo, viene para aclarar conceptos y, nos ofrece el axioma: «COMO ES ARRIBA ES ABAJO. Quizás pueda resultarnos incomprensible en estos momentos, sin el respaldo de las Leyes Universales que nos enseñan a desvelar los misterios que envuelven la vida y de la muerte.
Del mismo modo que en este planeta existen diferentes hábitats, adaptados a las condiciones climáticas de cada zona geográfica, su cultura, riqueza, pobreza, grado de civilización y diferentes factores medioambientales, en el plano espiritual también existen características y diferencias notables.
Por pura Ley de Afinidad, resulta inteligente admitir que cada esfera del mundo espiritual refleje el estado evolutivo de las entidades que lo habitan. Cada uno de nosotros transmite al exterior los valores que alberga en su interior.
De ese modo, nos encontramos planos de vida que varían desde zonas de sufrimiento hasta mundos felices. Las zonas de sufrimiento son planos de vida donde imperan el sufrimiento, el dolor y las duras condiciones, dónde el espíritu aprende de sus errores y sufre las consecuencias de los mismos. Y, en la medida que va ascendiendo en la escala evolutiva, paralelamente va ascendiendo en la escala de los planos espirituales.
En los planos superiores reina la felicidad, la paz y la armonía y sus habitantes trabajan todos en una misma dirección, progreso y constante superación.
Por esta Ley de Afinidad, los espíritus sólo pueden alcanzar aquellos planos acordes a su nivel de progreso. En los mundos superiores, los espíritus vibran con deseos de luz y amor, de ayuda al semejante y llevan ya impresas las Leyes de Dios. “En ellos ya caló, de forma permanente, el mensaje del Maestro Jesús, la guía más práctica para alcanzar y ascender en la senda de la evolución”.
Son moradas en las que no caben la pereza, la ociosidad, la comodidad, el odio, el rencor, el orgullo y el egoísmo, cualquier manifestación de personalidad inferior, animal, que ya quedo atrás.
Son planos en los que reina la luz y el bien, atributos que ya fueron adquiridos por los espíritus que las habitan.
Las penosas luchas, resultado del egoísmo, del orgullo, de la ignorancia espiritual, ya fueron vencidas y quedaron atrás. Son planos de luz y de amor, dónde la superación constante es el fin perseguido. Son planos de conciencias elevadas en los que no existe ningún tipo de desarmonía y, la vibración de amor y humildad surge en sus habitantes de forma natural.
Es precisamente, el grado de amor adquirido, el que marca el nivel en el que cada uno se encuentra. Es el amor en acción a favor de los semejantes. Cuanto mayor es el grado de evolución de un espíritu, mayor es su grado de actividad y dinamismo; de compromiso en favor del bien y en aras de adquirir superiores cotas de elevación moral.
Ningún espíritu puede situarse por encima de sus posibilidades, ya que por Ley de Vibración y Afinidad no puede alcanzar una faja vibratoria que no haya alcanzado. En los reinos de la Luz no hay favoritismos ni privilegios, cada uno está situado en el lugar que le corresponde, en función de sus méritos de trabajo y el esfuerzo realizado. Sin esfuerzo y sacrificio nunca será posible el progreso espiritual.
Encarnados en el plano físico, podemos ostentar posiciones y cargos ganados por fuerza o influencias. Pero somos meros usufructuarios de los poderes terrenales, más, cualquier posición temporal se pierde automáticamente cuando volvemos al plano espiritual. Únicamente obtenemos el lugar ganado por la puesta en práctica del amor, del servicio al prójimo y, la superación de las imperfecciones. No podemos comprar una parcela de cielo. Cielo o Infierno son meros estados de conciencia y, nos acompañan allá donde vayamos. Encarnados, aquí en este mundo, podemos ocultar nuestra verdadera personalidad, podemos engañar, guardar apariencias pero, nunca podremos escondernos de las Leyes Divinas. Enormes desengaños reciben muchos al morir, cuando no obtienen aquello que esperaban ó creían que les correspondía, por el simple hecho de haber cumplido con los ritos y normas de su religión. Han fracasado porque no han interiorizado la práctica del bien.
SOLO LA PRACTICA DEL AMOR SENTIDO NOS CAPACITA PARA ALCANZAR LAS MORADAS DE FELICIDAD; Sebastián de Arauco.
Existen ciudades en los planos espirituales marcadas por la dicha y la felicidad, dedicadas al estudio y al trabajo, en aras de acercarse cada día un poco más a Dios y vivir en comunión con los planos sublimes de Amor y de Sabiduría. Son planos de vida en los que el fin perseguido es rivalizar en armonía con las Leyes Universales y la colaboración con la Creación misma. Son moradas radiantes de vida, de belleza y luminosidad que aquí en la tierra, ni tan siquiera podemos imaginar. Son espíritus que buscan la armonía, el bienestar y la sabiduría. Todos se vuelcan en hacer de su morada un lugar cada día más elevado, cada día un poco mejor.
La Tierra es una burda copia de esos planos de luz. ¡¡Cuanta belleza esconde la propia Naturaleza en todas sus manifestaciones!!. Acaso podemos ignorar cuanta felicidad somos capaces de percibir cuando nos sentimos bien, cuando hacemos las cosas de corazón, cuando son reconocidos nuestro trabajo y esfuerzo, cuando estamos en paz y armonía con nuestra propia conciencia y con nuestros seres queridos. Cuando nos sentimos útiles y hacemos de la sociedad y entorno algo mejor.
Sí, con toda la infinidad de problemas que nos rodean, somos capaces de sentir la dicha y la felicidad qué, de largo en largo nos embarga cuando hacemos las cosas bien, cuanto más podremos sentir en los planos elevados, reinos de armonía y felicidad. Allí ya no existen las carencias ni las imperfecciones de los mundos atrasados como el nuestro.
A continuación, reflejamos la escala de Mundos que nos enseña el Libro de los Espíritus:
- Mundos Divinos
- Mundos Felices
- Mundos de Regeneración
- Mundos de Expiación y Prueba
- Mundos Primitivos
¿Podemos imaginar el camino para transitar por esta ascensión de Mundos; las vidas y más vidas, las experiencias, errores y rectificaciones necesarios para ir ascendiendo en la escala evolutiva individual y de las humanidades que pueblan dichos mundos?.
En idéntica medida, citar que la escala ascensional del espíritu es amplísima y mucho mayor que la existente en los mundos físicos. Son las regiones celestiales y los planos angélicos ó nirvana, que nos han transmitido las diferentes religiones.
A medida que se evoluciona y asciende en la escala de los mundos, se adquiere una mayor capacidad de acción y amor y, crece aún más, la capacidad de trabajo y realizaciones que el ente en su proyección puede realizar.
No podemos imaginar cuantas ocupaciones y tareas realizan los espíritus superiores en el espacio, desde los ingenieros siderales a los ángeles de la guarda, por citar o denominar de alguna forma, pero son de una laboriosidad y dinamismo absolutos, se escapa a nuestro entendimiento, desde los que se encargan de velar por la humanidad, seres dotados de gran amor y luz hacia nosotros, los más pequeños que necesitamos que velen por nosotros y nos guíen y ayuden constantemente, hasta los encargados de sistemas solares y galaxias, algo que parece ciencia ficción pero nada más cerca de la realidad que comprender que el espíritu es pura energía, amor, sabiduría, voluntad en acción y que no puede sino mantenerse ocupado y contribuir plenamente en la obra de la creación.
Descartemos pues, la imagen que todavía guardamos de ese estado de beatitud contemplativa que nos han transmitido las organizaciones religiosas: “Los Angeles y Demonios no son sino la diferente posición que ocupa el espíritu a lo largo de su proceso evolutivo”. Mientras el ángel es el estado de pureza y sabiduría, el demonio es el hombre atrasado en el camino de la evolución. La meta común es la perfección, a la que todos estamos destinados, y, más pronto o más tarde, terminaremos alcanzando. Pero, es muy importante comprender que Dios no crea Angeles ni Demonios, sino espíritus puros e inocentes que han de recorrer el largo camino en su peregrinación hacia la perfección.
Ambientes Felices por: Fermin Hernández Hernández
©2016, Amor, Paz y Caridad
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¿Cómo podemos acercarnos más a nuestro estado espiritual genuino?: Manifestando amor y compasión. ¿Porqué?: Porque el amor y la compasión no son abstracciones. Son reales, concretas y, conforman el mismo tejido del reino espiritual.
Eben Alexander, La Prueba del Cielo.
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