ADQUISICIÓN DE LA CONCIENCIA

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Adquisición de la conciencia

Adquisición de la conciencia

 

“Conciencia es el estado de discernimiento para distinguir el bien del mal”

Libro: “Respuesta a Job”- Carl Gustav Jung – Psiquiatra

Cuando hablamos de discernimiento, tenemos que recurrir a la capacidad humana de poder evaluar, distinguir y diferenciar el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto, lo adecuado de lo inconveniente, etc.

Y es precisamente uno de los rasgos principales de la conciencia el poder aumentar esta capacidad humana hasta límites insospechados, lo que permite al ser humano que lo logra tomar las decisiones acertadas y correctas que le permitirán evitar las consecuencias de la toma de decisiones erróneas y el sufrimiento futuro que estas últimas llevan consigo cuando atentan contra los principios de la vida física o espiritual.

Conociendo que el hombre está en la Tierra en un continuo aprendizaje y desarrollo de su capacidad intelectual y moral, el discernimiento se nos revela de repente como una cualidad importantísima que nos ayuda a caminar por la vida de forma ordenada, honesta y adecuada, evitando las acciones precipitadas y los errores graves que nos conducen a la rectificación o el dolor.

Al mismo tiempo, el discernimiento ilumina nuestra conciencia, pues todos en la vida experimentamos encrucijadas de la existencia que no son casuales, sino que obedecen a las pruebas y expiaciones que libremente hemos solicitado superar antes de nuestra rencarnación, pero que, una vez sumergidos en el ropaje de la carne, olvidamos plenamente, y con frecuencia aparecen como retos imposibles de superar o contrariedades que nos causan un profundo malestar porque nos exigen esfuerzo y capacidad de superación.

Entre estas pruebas que a todos nos sobrevienen, aquellas en las que tenemos que tomar decisiones de las cuales ignoramos las consecuencias que producirán, son las más difíciles. Establecer el límite correcto de lo bueno o de lo malo, de aquello que atenta contra las leyes de Dios o está dentro de lo que pueda esperarse de nuestra capacidad de respuesta evolutiva, es a veces sumamente difícil de evaluar. Por ello, Allán Kardec, en el ítem 630 del Libro de los Espíritus preguntó:

P: ¿Cómo se puede distinguir el bien del mal? R: “El bien está todo aquello que está de acuerdo con la ley de Dios; y el mal, todo lo que de ella se aparta. Así, hacer el bien es conformarse a la Ley de Dios; hacer el mal, es infringir dicha Ley”

Esta respuesta, a simple vista sencilla y clara, adquiere una gran profundidad cuando hablamos de la cualidad del discernimiento que posee una conciencia desarrollada. Porque en otro apartado de esa extraordinaria obra, el propio Kardec pregunta a los espíritus dónde se encuentra escrita la ley de Dios, y la respuesta es simple y directa: “en la conciencia”. It. 621 L.E.

Si es precisamente nuestra conciencia la depositaria de las leyes de Dios en forma de atributos latentes, esto significa que conforme vamos creciendo en el ejercicio y desarrollo del bien, nuestra conciencia avanza y evoluciona y nuestra capacidad de discernimiento se amplía de manera exponencial para permitirnos caminar por la vida de forma responsable y lúcida, acertando en las decisiones importantes que debamos de tomar y no creando para nuestro futuro consecuencias desagradables derivadas de los errores cometidos.

El discernimiento es así un importante elemento en la adquisición de la conciencia, y unido al conocimiento, nos permite adquirir mayores niveles de conciencia día a día. El conocimiento de uno mismo nos acerca a la realidad de lo que somos realmente, sin máscaras. El conocimiento de lo exterior, de la vida y sus mecanismos nos permite vislumbrar la realidad con precisión.

Y por último, el conocimiento de la vida espiritual y de la inmortalidad del alma permite ejercer al ser humano un comportamiento elevado con el prójimo en función de lo que a él mismo le gustaría recibir de los demás.

Además, la convicción de la trascendencia del espíritu nos permite un desarrollo mayor de los objetivos que tenemos marcados en la vida, pues comprendemos mejor nuestra posición en la Tierra, el porqué y para qué hemos venido, y ante los retos que se nos presentan, estamos más preparados para afrontarlos con éxito desde el punto de vista de lasa necesidades de adelanto y progreso de nuestro espíritu inmortal.

La adquisición del conocimiento espiritual nos permite consolidar nuestra confianza irrestricta en Dios, algo que nos ayudará sobremanera a superar los momentos de dificultad mediante la fe razonada y la esperanza en la vida futura. Pero también, ese conocimiento de la supervivencia después de la muerte nos capacita para tomar más conciencia de nuestra humanidad y del destino feliz y pleno que nos aguarda en el futuro.

Adquisición de la conciencia por:Antonio Lledó Flor

©2023, Amor, Paz y Caridad

“La adquisición de la conciencia es un desafío vital que requiere consideración y trabajo

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