Ha sido muy largo el viaje
que mi espíritu ha emprendido
y muy largo el batallar,
buscándote sin cesar
hasta encontrarme Contigo.
Yo sabía que existías:
un día caí en tu trampa;
trampa que Tú me tendías
y en ella quedé atrapada
dando sentido a mi vida.
Me pesaba la materia;
me era duro caminar;
me sentía prisionera,
yo quería abrir la jaula
y echar ligera a volar.
Tú me hiciste comprender
que nos es preciso penar:
que es necesario sufrir
si es que queremos lograr
en la eternidad vivir.
Que el dolor es lenitivo
que purifica las almas,
que aunque el cuerpo se resienta
el espíritu se eleva
cuando el dolor le atenaza.
No me importa el sufrimiento;
quiero agotar mi existencia
de tu trampa prisionera:
¡quiero seguir atrapada!;
¡no me liberes de ella!.
Yo sabía por:
Mª Luisa Escrich
(Guardamar, 2016)