SEXO Y REENCARNACIÓN – 4ª PARTE

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Sexo y reencarnación - 4ª parte

Cuarta y Ultima Parte

«P: El Espíritu que animó el cuerpo de un hombre, ¿puede en una nueva reencarnación animar el de una mujer y viceversa? R: Sí, los mismos espíritus animan a los hombres y las mujeres.» A. kardec. L.E. – IT 201

 

1º Sexo y Obsesión 

En el artículo anterior mencionamos sucintamente la perniciosa influencia que la obsesión y adicción sexual descontrolada tiene a nivel espiritual. Señalamos la parasitosis espiritual que sufren algunas personas, al vincularse con espíritus de su misma condición perturbadora por afinidad y similitud de pensamientos y emociones. 

En este aspecto faltaba mencionar la trascendencia que esto tiene en su relación con el proceso reencarnatorio. No debemos olvidar que las obsesiones crueles y persistentes se mantienen en el tiempo; incluso después de la muerte del cuerpo físico y mas allá, cuando los espíritus con los que nos vinculamos de forma lamentable seguirán siendo nuestros compañeros de desventuras si no hemos transformado nuestras inclinaciones desviadas y adicciones aberrantes, mentales y físicas, respecto a la función sexual. 

Al desencarnar, el espiritu mantiene sus tendencias y construcciones mentales habituales. Como consecuencia de las condensaciones mentales de energías viciosas en el periespíritu, estos espíritus mantienen relaciones sexuales en regiones inferiores más mentales que físicas, dando lugar a procesos de locura y perversión» Divaldo P. Franco – Libro: Sexo y conciencia – Cap.4

Pero además, estas influencias inciden directamente en próximas reencarnaciones de varias maneras. Una de ellas implica que, al no haber roto los vínculos con el obsesor u obsesores estos se complacen en satisfacer sus inclinaciones con nosotros y nos atormentan en el más allá, y cuando volvemos de nuevo a reencarnar siguen persistiendo en su actitud de influencia y parasitosis, generando nuevas perturbaciones mentales que desequilibran nuestra emoción y pensamiento porque no hemos sido capaces de corregir o transmutar nuestras inclinaciones sexuales desviadas. 

Es decir; seguirán entorpeciendo y dañando nuestra salud mental, emocional y psicológica. Continuarán entorpeciendo nuestro proceso de avance moral y mejoramiento espiritual, induciéndonos al barro de los vicios sexuales más degradantes (fetichismo, bestialismo, etc..) y a prácticas exhibicionistas y aberrantes más propias de animales irracionales que de personas equilibradas mentalmente; buscando el placer sensorial por encima de todo, sin tener en cuenta ni las emociones ni los sentimientos que el sexo practicado por amor nos ofrece. 

Pero hay otra consecuencia también grave al respecto de la obsesión amplificada por el sexo descontrolado. Y esta no es otra que las responsabilidades de los actos practicados en los que dañamos a otros semejantes, simplemente por el afán de satisfacer nuestros hedonistas intereses. Estas cuestiones, que muchas veces son de enorme gravedad (estupros, violaciones, vejaciones sexuales, sodomía, pedofilia, pederastia, etc.), tienen una consecuencia inmediata bajo la ley de causa y efecto y generarán en nuestra alma débitos a resarcir mediante el sufrimiento que deberemos afrontar en próximas vidas; viviendo consecuencias parecidas a las que hemos provocado, hasta que aprendamos a respetar la dignidad e integridad del prójimo al que hemos dañado. 

Las relaciones deplorables, criminales o de abusos que nos unen a los demás deberán ser reparadas con nuestra propia penitencia en una o varias vidas posteriores, y entonces, cuando suframos esas consecuencias de nuestro egoísmo y desequilibrio mental y sexual, nos preguntaremos: ¿Qué hemos hecho para merecer esta expiación? Como siempre, la causa está en nuestro pasado reencarnatorio. De ahí la importancia de comprender en profundidad esta ley maravillosa que es la expresión sublime de la misericordia y la justicia divina: «A cada cual según sus obras». 

2º Igualdad, Identidad e Ideología de Género 

«Cuando somos Espíritus, ¿preferimos estar encarnados en el cuerpo de un hombre o en el de una mujer? R: “Eso le importa poco al Espíritu. Depende de las pruebas que deba sufrir.” Los Espíritus encarnan como hombres o como mujeres, porque carecen sexo. Allán Kardec, L.E., Item 202

Como comprobamos por la cita anterior, los espíritus no tienen sexo y la reencarnación en una u otra polaridad sexual obedece a las pruebas y expiaciones que han decidido enfrentar para mejorar y progresar espiritualmente. 

Enfocado de esta manera espiritual, la polémica sobre igualdad, identidad o ideología de género queda minimizada al máximo, pues son los intereses del espíritu, el alma inmortal, los que prevalecen en la «elección temporal» de un sexo u otro en cada reencarnación. Sin embargo, creemos necesario definir las diferencias de estos tres conceptos bajo el enfoque espiritual, a fin de que los lectores sepan diferenciar lo importante de lo accesorio, lo relevante de lo frívolo y lo auténticamente útil y necesario para el progreso del espíritu inmortal y no para el insignificante espacio de tiempo que supone una reencarnación en la larga cadena de la evolución del alma. 

Así pues, la igualdad de género tiene que ver con los derechos de ambos, el masculino y el femenino. Bajo el enfoque espiritual, no existe diferenciación alguna porque ya hemos dicho que el espíritu no tiene sexo, y por ello hombres y mujeres son iguales ante las leyes de Dios, y por lo tanto ambos deben tener los mismos derechos en la Tierra. 

“La verdadera equidad entre mujeres y hombres significa alcanzar la igualdad con el reconocimiento de la diferencia”

Respecto a la identidad de género, es preciso matizar que esta tiene que ver con la condición psicológica del ser, que al grabar en su alma todas sus experiencias de vidas anteriores puede tener un cuerpo de hombre y sin embargo sentirse psicológicamente una mujer, debido a que predominan en esa persona las tendencias psicológicas de mujer que ha venido teniendo varias vidas anteriores. 

«La disforia de género es la sensación de incomodidad o angustia que pueden sentir las personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer o de las características físicas relacionadas con el sexo» 

Este aspecto hay que diferenciarlo de la tendencia sexual que la persona adopta voluntaria y libremente; porque no debemos olvidar que algunas personas bajo esta condición (Disforia de género es el término utilizado en la ciencia) no tienen por qué condicionar su elección de tendencia sexual si no lo desean. Pongamos el ejemplo de hombres con rasgos femeninos que, a pesar de tener esta condición psicológica de predominancia de «ánima», forman su familia heterosexual sin necesidad de inclinarse por la tendencia de la homosexualidad, siendo ambas igual de respetables. 

De aquí la importancia de diferenciar tendencias sexuales de identidad de género. El ser humano es complejo, y en sus decisiones personales con arreglo a su conciencia y libre albedrío debe poder escoger aquello que más le conviene. Siendo que a veces la conciencia nos impele a hacer una cosa y nuestros deseos nos impulsan a otra contraria. Es la libertad de elección y el respeto a las decisiones adoptadas que debe primar en estos casos, siendo la persona en su intimidad la que sabrá con certeza si la decisión adoptada es la correcta. 

Y es muy importante distinguir entre igualdad, identidad e ideología de género. Esta última es una construcción social al servicio de determinadas corrientes ideológicas. Carece de base científica, pues es contraria a la ciencia de la biología al afirmar que son varios los sexos (cuando únicamente hay dos: varón y hembra), confundiendo sexo y género en una mistificación interesada. Bajo la falaz interpretación de la igualdad entre sexos (algo imposible porque cada sexo tiene sus funciones biológicas y psicológicas definidas sin que esto afecte a sus derechos por igual) pretende desnaturalizar la identidad de lo femenino y masculino, atentando contra la dignidad de la mujer al negar su femineidad y sus derechos a la maternidad. 

Es una autentica perversión que se construye en base a determinados intereses de ingeniería social y manipulación de masas, en la que una buena parte de los medios de comunicación colaboran irresponsablemente; algo que confunde a la mayoría de la sociedad, al mezclar los falsos postulados de esta ideología con los derechos de hombres y mujeres, con el feminismo, con la identidad de género, etc.

Es una construcción cultural impulsada por intereses socio-económicos que ya ha penetrado en la sociedad en general, afectando profundamente los sistemas educativos de diferentes países y contaminando la opinión pública con su radicalismo; elaborando la falsa bandera de la igualdad entre hombres y mujeres, cuando ya hemos explicado que nada tiene que ver la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, con la ideología de género. 

Así pues, el enfoque que el conocimiento espiritual nos deja de este tema se resume en lo siguiente: Puesto que el espíritu es asexuado, la igualdad entre hombres y mujeres es, además de un derecho humano, una ley universal. La identidad de género debe ser respetada en función de la libertad del ser humano para optar por una u otra tendencia sexual a la hora de expresar sus relaciones, sin mezclar identidad con tendencia sexual, pues esta última puede cambiar con el tiempo, ya que son cuestiones distintas; y sin confundir sexo y género. 

Y por último, resguardarse con discernimiento y buen juicio acerca de la ideología de género que en la actualidad tiene una enorme penetración e inmersión en los sistemas políticos y educativos de las sociedades, en base a intereses espurios que pretenden usarla como herramienta para controlar e influenciar los hábitos sociales y sexuales del niño desde los primeros años: «Lo que debe ser o no ser”; no en base a su biología, psicología o libertad de elección, sino en función de las normas culturales implantadas por esta ideología perversa y manipuladora. 

P: «Una legislación, para ser justa, ¿debe consagrar la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer? R: De derechos, sí; de funciones, no. Para ser equitativa la ley humana, debe consagrar la igualdad de derechos entre ambos, y todo privilegio concedido a uno o a la otra, es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer es el progreso de la civilización. Los sexos sólo existen en la organización física, los espíritus adoptan uno y otro, y no habiendo diferencia en ese aspecto deben tener los mismos derechos.» Allán Kardec, L.E, Item. 822

3º Sexo y Amor 

Sin duda, lo ideal en la relación sexual es que exista amor y afecto con la persona que es nuestra pareja. Existen momentos en los que esta situación no se presenta, como cuando los jóvenes experimentan sus primeras relaciones impulsados por la necesidad de descubrir la experiencia sexual y donde todavía no hay muchas veces relación de afecto; aunque en algunos casos, el «primer amor», el «enamoramiento», supone también un motivo de relación sexual donde idealizamos a la persona amada. 

Algunas personas con conocimientos espirituales se preguntan si nuestra pareja es la que realmente escogimos como compañero/a antes de reencarnar. Si esto fuera posible, los matrimonios serían felices en su mayoría; por ello, lo importante no es saberlo, sino comprobar que nuestros gustos y tendencias son afines a los de nuestra pareja. 

«La persona adecuada para cada uno es aquella que nos produce emociones, y no aquella que sólo nos provoca sensaciones” Divaldo Franco, Lib: Sexo y Conciencia

Con el transcurso del tiempo, y aunque la relación en juventud se inicie con la pasión lógica del despertar sexual, si la afinidad se incrementa y el cariño y los sentimientos se profundizan, estaremos sin duda ante un alma afín y querida para nosotros que antes de renacer se comprometió a formar una familia. Esta reflexión, no obstante, no es infalible. 

Sin duda alguna, la distinción entre amor y pasión es un importante aprendizaje en la experiencia de pareja. La pasión es el amor primitivo, provocado por los instintos, que todos traemos interiormente y nos permite perpetuar la especie y la vida. El amor pleno y verdadero nos lleva a relacionarnos con nuestra pareja en un vínculo afectivo que también nos impulsa al intercambio sexual. 

La relación sexual basada en el amor tiene dos grandes ventajas; por un lado, nos permite el intercambio de hormonas psíquicas que se encuentran en nuestro periespíritu y favorecen la aparición de vibraciones emocionales que complementan la pareja, generando alegría, salud y bienestar personal. 

Y por otro, cuando el sexo y el amor se conjugan, aquellos sentimientos de ternura, respeto, cariño y afinidad que existen entre ambos cónyuges se retro-alimentan más y más profundamente; permitiendo que el vínculo afectivo trascienda la relación sexual para convertirse en una auténtica sublimación de la entrega por amor hacia el compañero/a. 

A partir de aquí, llevamos a nuestra pareja permanentemente en el corazón y comenzamos a experimentar las primeras etapas del amor puro, que posteriormente tendremos que expandir hacia todos los demás. Llegado a este punto, la relación física es agradable y deseada, pero va pasando a un segundo término, porque nuestra alma experimenta los sentimientos y emociones superiores que colman plenamente la vida y las relaciones entre dos seres humanos cuya compenetración y polaridad psico-biológica se convierte en una realidad que redunda en felicidad y alegría. 

El Amor es siempre el sentimiento más puro de cualquier relación entre los seres humanos, y entre estos y Dios. Por ello, el Creador colocó en la función sexual la importante directriz de la perpetuidad de la vida física de las especies y de la sublimación de los sentimientos del hombre y la mujer, a fin de que después de vivirlos los hagan extensivos al resto de sus semejantes, descubriendo así la mayor fuerza de la creación y el camino más rápido para llegar a Dios. 

Sexo y reencarnación – 4ª parte por: Antonio Lledó flor

©2021, Amor, Paz y Caridad

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