En primer lugar queremos hablar de manera concisa de la grandeza de Jesús, ya que el tema de este artículo y sucesivos, va a versar sobre aspectos relevantes que se van a prodigar en los momentos de transición.
Jesús, bien llamado el Mesías, no es un espíritu cualquiera, por mucho que digamos que es el modelo de la humanidad, el espíritu más excelso de los que han encarnado en la tierra, no podemos sino forjarnos una idea muy alejada de la verdadera grandeza de este ser, dado que nuestras limitaciones son muchas, y el vocabulario muy pobre para dar una idea exacta de la magnanimidad de Jesús. Por tanto, cuando nos ponemos a examinar y a intentar descifrar sus enseñanzas, en este caso sus profecías, cosa más difícil, por cierto, hemos de entender que por muy raras o extrañas que nos puedan parecer ciertas expresiones, las mismas, no fueron dichas al acaso, o de manera improvisada, sino todo lo contrario, todo cuanto Jesús manifestaba, dichos o hechos, tenían un porqué y un para qué, un significado más o menos oculto, para el presente o el porvenir, pero tenía su trascendencia sin ningún género de dudas.
Por tanto no sería correcto decir, que parte del mensaje de Jesús sea pura fantasía o imaginación, o que carece de sentido, por muy simbólico o alegórico que nos pueda parecer, o por que nos sea difícil de interpretar. No hay nada que se pueda considerar un despropósito en el mensaje del Maestro, más bien es nuestro limitado entendimiento el que nos puede dejar incapacitados para comprenderlo.
En sus expresiones proféticas, no hay nada de fantasía, pueden sí como aclara Allan Kardec, estar provistas por figuras alegóricas para que nos impacten y nos llamen más la atención, pero el sentido que adquieren no es otro que golpear nuestra conciencia y alentarnos de algún suceso o señal sobre ciertos acontecimientos que con seguridad se deberían producir.
Tengamos en cuenta de que el mensaje de Jesús es para siempre, y para todos, no para unos pocos contemporáneos del momento, el habló para los siglos venideros, y habló especialmente para el momento actual, que es el cénit de nuestra civilización y principio de una nueva era. He aquí que vamos a intentar adentrarnos en parte de las profecías que hacen alusión al “final de los tiempos”, intentando captar el mensaje oculto que encierran ciertas expresiones que no se pudieron comprender en la época de Jesús, pero que ahora quizás sí, debido a la evolución que hemos experimentado.
En cuanto a las señales precursoras para el fin de los tiempos, Jesús enlaza una seria de predicciones en una especie de sermón, que nos dejan boquiabiertos, son de una brillantez y nos causan tal impacto en nuestra imaginación, que son una maravilla, extraordinarias, y nos preguntamos que quiso decir, a que sucesos tan relevantes y extraordinarios se puede estar refiriendo, porque insisto, Jesús no hablaba por hablar, y no podemos dejar en el olvido o por imposible ninguna parte de su mensaje, cualquier expresión suya por extraña que parezca tiene que tener su significado.
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“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de los dolores”.
(San Mateo, 24:6 a 8).
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Este primer apartado en mi opinión carece de dudas. Cuantos países pueden decir que no han participado en ninguna guerra en el último siglo, muy pocos, casi ninguno, en pleno siglo XX, el siglo de la civilización, de la ciencia, de la tecnología, el de la conquista de la luna, el siglo en el que la informática, el láser, la genética, han revolucionado nuestro forma de vida, es el siglo en el que hemos batido todos los récords de guerras y por consiguiente, con el mal uso de los adelantos tecnológicos, el récord también de muertes, se han sesgado más vidas en este siglo XX que en los últimos 2000 años atrás. Menudo mérito.
Jesús, con su visión profética, pudo elevarse por encima de su tiempo y como es lógico no podía ser desconocedor de estos acontecimientos tan lamentables. Mucho menos cuando se trata de la antesala al mundo de Regeneración, que es el motivo de su venida a la Tierra, no lo olvidemos, Jesús viene a anunciar la buena nueva, y se adelanta a este hecho en 2.000 años dándonos tiempo y margen para que con nuestro progreso vayamos dejando en una serie de existencias todo aquel lastre que nos pueda impedir ser partícipes de él.
Las dos grandes guerras, amén de un sin fin de ellas por todas las latitudes y en todos los continentes son el pronóstico certero de esas palabras pronunciadas como digo por el Maestro hace dos mis años, no se equivocó ni lo más mínimo, negar esto es negar la evidencia.
En otro orden de cosas, las catástrofes naturales van en aumento, debido en parte al deterioro del medio ambiente, al calentamiento global, y a los últimos ajustes que como planeta deben producirse en la Tierra, hacen que se cumpla esa otra parte del texto, hambres, pestes, terremotos, tsunamis, etc.
“Mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin”.
Es necesario que todo esto acontezca, ¿por qué? El planeta, así como su plano espiritual, han de depurarse, es la condición que exige el nuevo ciclo de progreso, como mundo de regeneración. Hay una gran parte de los espíritus que hasta ahora hemos pertenecido a esta aula que no podrán seguir en ella, por no haber aprobado el curso. Al igual que cuando nuestro cuerpo físico está enfermo, y hay que practicarle un tratamiento, desinfectarlo, incluso llevarlo a quirófano, con el planeta, ocurre igual, necesita una gran transformación, hay que amputar, hay que eliminar las partes dañadas para que pueda regenerarse con garantías.
Esto es lo que está aconteciendo, y mucho más lo que queda por suceder, es necesario sin lugar a dudas, doloroso, trágico, pero necesario, por eso nos advierte, no os turbéis. Debemos mantenernos firmes a nuestra fe y convicciones, con fortaleza y claridad de ideas, para que podamos servir de luz y guía a muchos, ser su apoyo y cumplir de ese modo con nuestra responsabilidad.
Fermín Hernández Hernández
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