Por ejemplo: Una persona responsable en el cumplimiento de su trabajo como empleado en cualquier empresa, se hace necesaria en la empresa; más aún, se hace indispensable y progresará en la misma.
Un profesional consciente de la responsabilidad hacia sus clientes, pondrá más empeño en el cumplimiento de su profesión, por lo que tendrá mejor y mayor clientela.
Un empresario, cual sea la naturaleza de su empresa, progresará más rápido si es responsable de los compromisos para con sus proveedores, empleados y un servicio eficiente y responsable hacia sus clientes.
Una ama de casa, responsable de sus obligaciones de esposa y madre, recibirá el afecto de los suyos, y una mayor armonía reinará en su hogar. Y este concepto es así mismo aplicable al esposo, hijos, hermanos y amigos.
Conocemos ya la Ley de Consecuencias o de Causa y Efecto. Conocemos ya que, todo lo que demos: en actuaciones, pensamientos y aun deseos, habremos de recibirlo, y con añadiduras; aún cuando como humanos no nos percatemos de ello. Y la ignorancia no libra de la acción de la Ley. De aquí, la urgente necesidad de dar a conocer esta verdad.
Adquirimos responsabilidad, cuando ocultamos una verdad, ya que privamos a los demás de los beneficios que esa verdad pueda proporcionarles.
Adquirimos responsabilidad, cuando decimos algo que no es cierto o engañamos para obtener algún beneficio. Y la responsabilidad es mayor, si causa perjuicio en algún modo.
Adquirimos responsabilidad, cuando proporcionamos información falsa o divulgamos algún concepto carente de verdad; asi como de las desviaciones o errores que esa información causare.
Adquirimos responsabilidad, al inducir a alguien a tomar una decisión, cuando esa decisión pudiera causar algún perjucio a alguien, aún cuando no seamos beneficiados con ello.
Adquirimos responsabilidad, cuando hablamos de otras personas o emitimos un juicio acerca de ellas, si lo que decimos va en contra de ellas. Lo mismo, cuando pensamos mal o deseamos mal a alguien; cuando dejamos pasar una oportunidad de hacer el bien; cuando con nuestra actitud desacertada, causamos perjuicios en algún modo a otros o a nosotros mismos; cuando nos dejamos dominar por una pasión, arrebato, etc.
Aceptar una misión, cual ella sea, es asumir la responsabilidad de cumplirla. Y cumplir una misión, significa la obligación de hacer el esfuerzo necesario para realizarla. Es también de responsabilidad, mantener la armonía mental-emocional en todo momento y lugar: en el hogar, en el trabajo, en las conversaciones y actuaciones sociales, etc.
Adquiere responsabilidad, muchas veces dolorosa, valerse de medios ilícitos y deshonestos, para la obtención de algún propósito o beneficio personal, tal como la bajeza que cometen algunas personas que se valen de la magia negra o brujería, etc.
Y aún cuando la mediumnidad va a ser analizada en otro tema, debemos advertir que, toda persona que tenga alguna de las facultades psíquicas desarrollada o incipiente, trae la responsabilidad de utilizarlas. Pero, no para beneficio personal, sino para servir a sus semejantes, según sea la modalidad; ya que, casi todas las formas de mediumnidad son kármicas, medios de que se vale la Ley del Amor, para dar oportunidad de pagar viejas deudas adquiridas en vidas pasadas. Y ¡ay¡ de aquellas personas que las utilicen para lucrarse o derivar algún beneficio material.
Por el conocimiento que vamos adquiriendo de los conceptos de verdad, asumimos también una responsabilidad, cual es la de incorporarlos a nuestra vida diaria, a fin de poder asimilarlos plenamente; así también divulgar esos conceptos de verdad, para contribuir al progreso de los demás, y con ello ayudarles a redimirse.
Ahora, veamos brevemente, un aspecto de la responsabilidad de los padres para con sus hijos. Tenemos hacia los hijos, la responsabilidad de formar su mentalidad, su moral y su salud; así como la de facilitarles la corrección de sus tendencias negativas y estimular las positivas, es responsabilidad de los padres, pues forma parte del programa de todo ser al encarnar.
Y en la adolescencia, edad de grandes riesgos, con cariño y mucho tacto, tratar de guiarles por el camino del honor y la responsabilidad, del amor y rectitud de conducta, que habrán de llevarle al éxito humano y espiritual. Evitar imponerle actividades contrarias a su vocación, porque consideremos que no les reportaré el beneficio material que deseamos. Responsabilidad grande es ésta, por cuanto el adolescente que siente el deseo de seguir por un determinado camino de realizaciones, siempre que ese deseo responda a la realidad moral debida; ya que suele ser la necesidad de realización que su espíritu ha traído como misión para su encarnación.
Las aspiraciones, las inclinaciones, lo que llamamos vocación, tiene su origen anterior al nacimiento físico; es el producto de vidas pasadas. El beneficio material como finalidad, puede malograr una vida, en el aspecto espiritual y en el aspecto humano.
Si queremos progresar en cualquiera de los aspectos: humano o espiritual, no rehuyamos nunca las responsabilidades, porque éstas no nos agraden como humanos, ya que son oportunidades de progreso. Aceptemos las responsabilidades que la vida nos presente y respondamos a ellas, con firme determinación de realizarlas. Si adoptamos esta actitud mental realizadora, desarrollaremos una energía, una fuerza, con la cual podremos realizar todo lo que nos propongamos; y con ello, desarrollar las facultades mentales y anímicas, que a la vez nos capacitan y nos infundirán la confianza en nosotros mismos, para mayores realizaciones. Esta es una verdad. Verdad demostrada por la psicología moderna.
Por todo lo expuesto, podemos apreciar fácilmente, ¡cuán necesario es! tener presente que, en todo lo que decimos, pensamos, deseamos y actuamos; estamos asumiendo una responsabilidad, muchas veces inconsciente e involuntariamente.
SEBASTIÁN DE ARAUCO