Dada mi tendencia a reflexionar acerca de todos los acontecimientos o vivencias que tienen lugar en momentos de mayor relevancia, he sentido el impulso, como no podía ser menos, a hacerlo con motivo de las últimas “Jornadas del Mediterráneo”, que tienen como objetivo el encuentro de los diferentes grupos de hermanos en doctrina; en este caso, la doctrina espiritista. Mi reflexión es la siguiente:
¿Qué es lo que se pretende con estos encuentros; qué es lo que a nivel de grupo esperamos encontrar; qué es lo que a nivel personal nos mueve a asistir a esas jornadas?; y lo más importante ¿qué es lo que queremos o nos proponemos aportar a los demás con nuestra asistencia? Y cuando digo a los demás, no me refiero a los que allí nos encontramos, sino a nivel global.
Estas últimas Jornadas han sido, como todas, extraordinariamente importantes porque son participativas; cada uno de nosotros tuvimos la oportunidad de dirigirnos a los hermanos con toda libertad, amén de las intervenciones de los representantes de los distintos grupos, y hemos compartido momentos divertidos (como no podía ser de otra manera), pues nunca debemos olvidar que el Espiritismo es serio pero no es triste.
Mi reflexión me lleva a preguntarme qué hacemos, qué podemos o queremos hacer para elaborar esa PAZ, eslogan de estas jornadas. Y digo elaborar, porque la paz no se consigue, no se alcanza, sólo se logra si la “fabricamos” dentro de nosotros…
Dije más arriba, a nivel global. En efecto, a medida que cada uno de nosotros iba llegando y mis brazos se abrían para acoger a cada hermano, se me antojaba estar abrazando a cientos de miles de hermanos que han perdido el rumbo o aún no lo han encontrado, y que están muy necesitados de amor, única máquina que puede generar la energía necesaria para elaborar la paz que reinará cuando nuestro planeta alcance su total transformación. Nosotros, que hemos sido tocados por la tercera revelación, y desde el momento en que la aceptamos, incurrimos en una tremenda responsabilidad; estamos comprometidos con la consecución de esa transformación planetaria, aportando lo mejor que tenemos, acrecentando nuestra Fe, nuestra Caridad, nuestra Esperanza en el futuro, irradiando hacia todos los rincones del orbe nuestros pensamientos y sentimientos de Amor, con la absoluta convicción de que serán semillas que fructificarán, aun cuando los resultados no los veamos desde este lado de la vida.
Amemos, hermanos; amemos sin medida; el Amor será el arma más poderosa para limpiar las almas; de ese modo, cada una de ellas podrá elaborar su propia paz interior, la cual dará como resultado la PAZ. Entonces quedará establecido el Reino de Dios en el planeta Tierra.
¿No os gustaría pensar que podemos ser los trabajadores de la última hora?
Mucho amor para toda la humanidad.
Reflexión a las Jornadas del Mediterráneo por: Mª Luisa Escrich García
Guardamar, abril de 2017