POR GRATITUD

0
22
 
 
Amalía Domingo
  De Reillo (Cuenca) me escribe un espiritista, diciéndome que en dicha localidad, vivía un matrimonio completamente dichoso, en unión de su única hija, hermosa niña de 13 años, inteligente, juiciosa, discreta, cariñosa, reuniendo, en fin, todas las buenas cualidades que puede tener un ser en la tierra; y cuando eran más felices, cuando todo sonreía en torno de ellos, una noche,
la niña se acercó inadvertidamente a un mechero de gas que iluminaba la escalera de su casa y sus vestidos ardieron rápidamente, y fueron inútiles cuantos esfuerzos emplearon sus padres y vecinos para apagar las llamas, la niña murió carbonizada y sus padres están completamente desesperados, desean ardientemente saber el porqué de una muerte tan temprana y tan horrorosa, siendo la niña tan buena, que era el símbolo de la perfección humana.
 
  Ante un dolor tan justo, creí cumplir con un deber preguntando a mi guía sobre tan triste suceso, y obtuve como contestación, la comunicación siguiente:
 
  «La niña que ha muerto entre llamas, es un espíritu buenísimo; mira tú si es bueno, que ha sufrido ese horrible martirio por pagar una deuda de gratitud, ya que ella, por sus merecimientos, es digna de no sentir las angustias de la muerte; merece dormirse entre flores y despertarse entre soles, pero así como hay redentores que mueren siendo inocentes en el infamante patíbulo, por salvar a la humanidad de su tiempo, también hay espíritus agradecidos que se sacrifican para despertar el sentimiento en aquellos que más quieren y más le tienen que agradecer.»
 
  «La niña que hoy ha muerto entre llamas, hace algunos siglos que era un aventurero incorregible, soñador de la libertad; revolucionario por temperamento, era un agitador constante de los siervos oprimidos, y en una ocasión pusieron precio a su cabeza para libertar al país de un protector de los esclavos.»
 
  «El revolucionario Eloy, viéndose perseguido, pidió auxilio a un matrimonio campesino, que vivía entre montañas; aquel matrimonio le acogió con cariño, le escondió en una cueva, durante algún tiempo, hasta que se cansaron de buscarle; y entonces, el marido le disfrazó con su ropa, le dio algún dinero y le puso a salvo acompañándole algunos días hasta dejarle en otro territorio; y Eloy, agradeció tanto la protección que le dispensaron los humildes campesinos, que nunca les olvidó y a la hora de su muerte su último pensamiento fue para ellos, y cuando más tarde los encontró en el espacio, les prometió velar por ellos, como ellos habían velado por él.»
 
  «Eloy y sus protectores han encarnado varias veces en la tierra después de aquella época y siempre Eloy ha buscado a sus antiguos amigos; éstos, no han retrocedido, pero se han estacionado, y Eloy que es un espíritu adelantadísimo, quiere que se pongan a su nivel, y por eso, en su última encarnación, los eligió por padres, y comprendiendo que hay espíritus que sólo el dolor los hace progresar, pidió morir trágicamente para herir en lo más vivo a sus padres, para despertar su sentimiento, para caldear su inteligencia, para poner en juego todas las potencias de su alma, y de ese modo tratarán de averiguar el porqué de su muerte en edad tan temprana; así es que la niña que ha muerto entre llamas, ha muerto para pagar una deuda de gratitud; sus padres de hoy ayer salvaron su cuerpo del patíbulo infamante, y ella, hoy se ha propuesto salvar dos almas, sacarlas del quietismo, de la tranquila indiferencia, de esa egoísta tranquilidad, en la cual el espíritu, no hace daño a nadie, pero se lo hace a sí mismo, puesto que pudiendo ser útil a sus semejantes, no da un paso en provecho de nadie; que no basta no ser malo, es necesario ser bueno, y esto es lo que se propuso esa hermosa niña al buscar en las llamas la destrucción de su cuerpo: dar nueva orientación a dos almas estacionadas.»
 
  «Cuando un miembro se gangrena, la amputación de aquel miembro putrefacto suele salvar el cuerpo a que pertenece, y tras de una operación dolorosísima, se consigue la salud de aquel organismo, y hasta su completa robustez; pues de igual manera, un alma herida en lo más vivo de su sentimiento, pasada la primera crisis,  reacciona y pide a Dios fuerzas para sufrir y esperanza para confiar en algo mejor.»
 
«Ya sabes por qué murió esa niña entre llamas. El fuego de la gratitud inflamó su sentimiento, y se entregó al tormento para redimir dos almas.
Adiós.»
  ¡Qué espíritu tan agradecido! ¡Qué alma tan elevada! ¡Cuán pocos terrenales tienen tal heroísmo!… ¡Morir para redimir a los que un día nos hicieron un gran beneficio! Aquí, en este mundo, donde la ingratitud tiene tan hondas raíces, donde una obra buena despierta la envidia general, donde hay que decir con amargura, como dijo un sabio cuando le hicieron presente que Fulano y Zutano eran sus más encarnizados enemigos y el sabio contestó muy admirado: «Encuentro muy extraño lo que me decís, porque a dichos señores no les he hecho nunca el menor beneficio.» Y recuerdo que mi filántropo, también me dijo lo siguiente: «Yo hago mis obras de caridad sin que nadie lo sepa, sobre todo los beneficiados, ¿sabéis por qué? Para no crear ingratos, para que mi buena obra, sea buena en absoluto.»
 
  ¡Pobre mundo en el cual el amor hace brotar la semilla del desagradecimiento! Cuánto más valor tiene una rosa nacida en un erial. Esto se puede decir del espíritu que quemó su cuerpo, para pagar con su sacrificio una deuda de gratitud: ¡Dichosos los que mueren por gratitud!
 
AMALIA DOMINGO SOLER
 
Artículo extraído de «La Luz del Porvenir» Nº 51, editada en Villena el 1 de Febrero de 1.909. 
Publicidad solidaria gratuita