EL PELIGRO DEL FANATISMO

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El peligro del fanatismo

Uno de los principales escollos con los que se pueden encontrar fácilmente los médiums así como los grupos mediúmnicos, es el peligro de caer en el fanatismo; una trampa que envuelve a muchas personas y cuyas consecuencias suelen ser lamentables.

El gran psicólogo alemán Erich Fromm define el fanatismo en sus aspectos más profundos como un intento de escapar de la soledad, el deseo de establecer vínculos afectivos con otras personas que creen igual, disminuyendo así el miedo a la libertad y a la soledad a la misma vez. La persona fanática no duda ni un momento el tener la verdad en su poder y no necesita cuestionarse esa verdad como lo haría el relativista.

Las críticas exteriores les interesan muy poco, se sienten cómodos en su círculo de amistades o de compañeros de grupo que piensan como él.

Es una constante del ser humano la búsqueda de una seguridad que le eleve la autoestima y que le confiera tranquilidad y estabilidad interior. No nos sentimos cómodos en la duda, nos gustan preferentemente los conceptos claros, los caminos seguros y sin complicaciones; las pautas de trabajo establecidas sin pararse a pensar demasiado.

 Dijo el gran filósofo francés del siglo XVIII Denis Diderot: “La ignorancia está más cerca de la verdad que el prejuicio”. Lo que significa que cuando se es ignorante, (todos lo somos en mayor o menor medida), pero se mantiene vivo el interés por aprender y mejorar; observando y analizando, resultará más sencillo descubrir nuevas verdades. Por contra, el prejuicio, las ideas preconcebidas, pueden llegar a entorpecer mucho llegando a anular la razón, no dejando vislumbrar otras posibilidades; pensamos que estamos haciendo lo correcto y que la verdad está de nuestra parte.

¿El ejercicio de la mediumnidad está exento de este problema? Sin duda que no. Nos corresponde a cada uno analizarnos y revisar nuestras pautas de comportamiento y de trabajo. Bien es cierto que en los grupos espíritas se necesitan marcar unas pautas, necesarias para el normal desenvolvimiento de la actividad con el mundo espiritual, pero muchas veces se descuida el trabajo interior, el desarrollo de unos valores morales que nos permitan dominar las malas inclinaciones.

Al mismo tiempo es muy necesario fomentar la fraternidad fruto del conocimiento mutuo, de la verdadera amistad, del auténtico compañerismo. Si no trabajamos por crear un ambiente positivo a lo largo de la semana, difícilmente podremos en apenas unos minutos, establecer una sintonía adecuada para el normal desenvolvimiento de las facultades en las distintas tareas a realizar. Esto no sólo se consigue a través del empleo del tiempo en actividades como la exposición de charlas, conferencias o cursos programados. El trabajo en grupo requiere muchas más cosas que simplemente conocimiento o pases.

Otro problema que puede surgir, también consecuencia de los prejuicios, de los preconceptos en el intercambio con el más allá, es que se pierden muchos detalles por la falta de observación, por no estar abiertos para captar las necesidades del momento. Además, hay que estar atentos para no dejarse llevar por los espíritus mixtificadores, engañosos, que contribuyen a “pasar la velada” pero sin aportar nada sustancial. Por el contrario, en muchas ocasiones, no les otorgamos la importancia que merecen a los consejos que la parte espiritual positiva nos hacen, conocedores de nuestra realidad y necesidades.

Una actitud abierta, ecuánime, nos permitirá comprender que la experiencia no tiene el por qué ser siempre la misma para todos los grupos. Las necesidades y circunstancias pueden variar de unos casos a otros. Eso hace que cuando nos hablan de otras formas de trabajo, de entender la mediumnidad y su puesta en práctica, no debemos rechazarlas sistemáticamente.

Algunas escuelas filosóficas nos hablan de que el camino de la evolución no es una línea recta sino una espiral, en donde periódicamente regresas por donde habías pasado pero desde un ángulo superior, revisando lo ya aprendido, descubriendo verdades más profundas que la experiencia adquirida y la madurez te permiten captar. Siempre tenemos posibilidades de mejorar, de aprovechar la experiencia acumulada para crecer siempre y ampliar el acervo espiritual. El fanatismo es un gran freno que retarda y limita extraordinariamente el progreso.

Hace falta entusiasmo por lo que hacemos, visualizar un camino por recorrer, ilusión por conseguir unas metas, unos logros. Para ello hace falta una cierta disciplina pero sin vetos, sin muros infranqueables, sin métodos de trabajo que no puedan estar abiertos al análisis, al dialogo, al consenso; tratando de ver lo positivo de cada situación, y eliminando aquello que pueda estar obsoleto, que sea improductivo o que no aporte nada al conjunto.

Como dice el viejo adagio evangélico: “Ayúdate y el cielo te ayudará.” Si no damos el primer paso, o si lo damos y en un primer momento trabajamos con entusiasmo pero con el tiempo nos dejamos llevar por nuestras tendencias y no hacemos caso a las señales, los avisos que de un modo u otro nos pueda hacer llegar la parte espiritual positiva, sobre los aspectos que debemos mejorar para un óptimo ejercicio de la mediumnidad, corremos el riesgo de caer en manos de los espíritus engañosos, en la práctica de un trabajo improductivo o estéril. Algo que con el tiempo, suele pasar factura entre los miembros del grupo, desanimando y provocando incluso deserciones.

Nuestra inferioridad moral nos demanda mucha atención. El espiritismo es un caudal generoso de conocimiento y de luz, pero hay que saber aprovecharlo. Somos todavía demasiado frágiles espiritualmente porque no tenemos fijados y desarrollados en nuestro ser los valores fundamentales para tener el éxito asegurado en tan gran empresa.

León Denis nos avisa: “Una gran prudencia es necesaria para entrar en comunicación con el mundo invisible. El bien y el mal, la verdad y el error están allí mezclados, y para distinguir a uno de otro es preciso pasar por todas las revelaciones y todas las enseñanzas por la criba de un juicio severo.”

Aciertos pasados no garantizan éxitos futuros. Como nos dice León Denis, hay que estar muy atentos, darle el valor que merecen a las comunicaciones.

Tampoco vale ampararse siempre en los años de trabajo; el tiempo no es garantía de acierto. Un error mantenido a lo largo de los años, sigue siendo un error.

Es muy importante fijarse en los resultados obtenidos, en hacer balance de lo conseguido, de los progresos alcanzados, en el bien (real) que se ha hecho a los demás.

Cuando las cosas ya no funcionan bien, cuando los problemas se acumulan, surgen las crisis de grupo, que nos obligan a enfrentarlos con serenidad y con una mente abierta. Son verdaderos desafíos en donde cada quien ha de buscar su parte de responsabilidad, anteponiendo el bien común por encima de los propios intereses.

Para concluir decir que es muy importante mantener vivo el deseo de mejorar y de aprender. No aceptar las cosas porque sí, sin antes someterlas al juicio personal, a sacar conclusiones por nosotros mismos para no dejarse arrastrar por nada ni por nadie. Allan Kardec fue un ejemplo muy claro de raciocinio; como lo llegaron a definir: “el sentido común encarnado”; tratémosle de imitar, no seamos todo lo contrario.

Debemos de acostumbrarnos al dialogo sincero con nuestros compañeros, utilizando las herramientas que el espiritismo nos proporciona, conjugando conocimiento con experiencia, fruto del trabajo prolongado en el tiempo y la observación. Si se armonizan bien esos elementos, nos podremos evitar muchos entorpecimientos y estaremos en el camino para afrontar todas las dificultades, todos los desafíos que nuestro compromiso personal y colectivo nos demande.

 

El peligro del fanatismo por: José M. Meseguer

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