Una de las preocupaciones más importantes de cualquier doctrina o religión es la divulgación de sus principios. El arte de exponer, explicar y transmitir aquellos contenidos que la caracterizan, la búsqueda de las fórmulas que permitan una mayor difusión y de la mayor calidad posible. Ese es el reto. Posteriormente la experiencia, el paso del tiempo y el análisis
de los resultados hace que, en algunos casos, se modifiquen las fórmulas para adaptarse mejor a las necesidades y circunstancias de cada época y ámbito cultural en el que se desenvuelve.
de los resultados hace que, en algunos casos, se modifiquen las fórmulas para adaptarse mejor a las necesidades y circunstancias de cada época y ámbito cultural en el que se desenvuelve.
Los espiritas se enfrentan a los mismos retos que los demás, pero existe un componente diferenciador que no siempre se tiene en cuenta, y es el factor mediumnico.
Sabemos por la doctrina espirita que todos somos mediums en diversos grados y que recibimos la influencia del mundo espiritual. También que las facetas de manifestación son múltiples y muy variadas.
La oratoria como tal también se puede considerar como una facultad intuitiva muy importante, sin embargo, este aspecto, pese a conocerlo por los propios espiritas, muchas veces se ignora y se anteponen más los prejuicios y los miedos sobre la libre y espontánea manifestación de la misma.
Nos vamos a apoyar en un caso expuesto en el XVIII Congreso Espirita Nacional en Calpe (España) celebrado en el año 2011. En la conferencia de clausura, el famoso orador espirita Divaldo Pereira Franco explicaba su experiencia la primera vez que se enfrentó con un público para hablar. Recurriendo a su facilidad para memorizar, eligió una historia publicada en una revista espirita para exponerla íntegramente. El resultado fue que se quedó mudo, completamente en blanco, fue incapaz de articular palabra. Pidió disculpas y se sentó. Mientras tanto rogó a los Planos Superiores le inspiraran para poder desarrollar una conferencia digna, y le concedieron una segunda oportunidad, se levantó y habló cumpliendo las expectativas del momento. Esta anécdota expuesta es un ejemplo muy claro para que nos demos cuenta de la interacción necesaria entre los dos planos.
Los prejuicios y los miedos nos hacen muchas veces que busquemos refugio en la rigidez de aquello que nos inspira seguridad como pueden ser guiones preestablecidos, olvidando cierta disposición a dejar el “canal abierto” para la creatividad y la manifestación espontánea de ideas que contribuyan a enriquecer la exposición del momento.
Es lógico que en función del tema a tratar se preparen los conocimientos adecuados para la conferencia, sin embargo, no todo a de quedar en una mera exposición de conocimientos, datos y citas. Podemos creer que obrando de esta manera cubriremos las expectativas y estaremos a la altura de las circunstancias, pero lo que muchas veces se olvida es el “componente creativo”, valorar a la parte intuitiva (mediúmnica) como muy importante. Hay que llegar a las personas y mantener la atención del público, y esto sólo con conocimientos no se consigue. La intuición como facultad también se desarrolla como cualquier otra, pero para que eso sea posible hay que darle paso, eliminar prejuicios. No fijarse sólo en las directrices programadas que otros nos quieran marcar sino que cada cual ha de ser fiel a si mismo, valorando las circunstancias del entorno, adquiriendo no sólo conocimientos sino además, acumulando experiencias y vivencias que se puedan aportar en algún momento a las charlas y conferencias.
La experiencia demuestra que los grandes oradores nunca han sido pomposos ni sobrecargados, tampoco distantes ni exhibicionistas de cultura. Mas bien sencillos, claros y directos; combinando conocimientos, vivencias, exponiendo experiencias con sus aciertos y errores. Buscando la complicidad con el público, pero sobre todo razonando. La doctrina espirita se caracteriza precisamente por su fe razonada.
Por lo tanto, la parte intuitiva que forma parte del “canal mediumnico” hay que dejarle paso. Hay que tener confianza en el Mundo Espiritual, pues son sólo ellos los que saben de las necesidades reales del público que asiste a una conferencia. Casi siempre, por no decir siempre, son “ellos”, en base a las necesidades que existen y que hoy día son muchísimas, los que inspiran y convocan a la gente para que acudan a escuchar sobre un tema; con la consiguiente responsabilidad que ello conlleva para el orador.
En definitiva hay que desarrollar la creatividad, ser dóciles a las sugestiones de lo Alto, ser auténticos, perder el miedo al fracaso o a no alcanzar las expectativas creadas. Adquiriendo seguridad en uno mismo, teniendo personalidad propia a la hora de exponer.
Las conferencias leídas, por muy bien que estén preparadas tienen serias dificultades para atraer la atención del público, además de restarle espontaneidad, complican mucho la posibilidad de la manifestación del plano espiritual.
Es muy importante también dejar paso a las preguntas del público, a veces esta es la parte más fructífera de la charla, si no se dispone de mucho tiempo es preferible restarle tiempo a la exposición, para permitir que la gente pregunte y manifieste sus verdaderas inquietudes así como las dudas que le hayan podido suscitar el tema.
En conclusión, crear un clima adecuado para despertar inquietudes espirituales, y que la gente que acuda a escucharnos se lleve una buena impresión y un grato recuerdo de la experiencia.
J.M.M.C
© Grupo Villena 2012