
Hay también riesgo de obsesión en esas prácticas, que gente ignorante llama espiritismo cuando en realidad es mediumnismo. Nos referimos a las reuniones de curiosos alrededor de una mesa, para obtener respuestas sobre asuntos materiales de diversa índole o por curiosidad; y a donde suelen acudir entidades ociosas, burlonas, viciosas y hasta malvadas; de acuerdo con la sintonía vibratoria de los concurrentes. Y que, al salir, puede que alguno lleve tras de sí, una de esas entidades de baja condición moral y comience a ser obsesionado, sin que se dé cuenta en el comienzo.
En toda obsesión actúan una o varias entidades del bajo astral. Muchas de las obsesiones son por venganza, por daños o crímenes ocasionados a seres vengativos en existencias anteriores, y aun en la presente.
Y para que sirva de ejemplo a aquellas personas que tienen el hábito del chismorreo, cito el siguiente caso de obsesión:
«Hacía algún tiempo que unas señoras que vivían en la misma casa, eran víctimas de pillajes muy desagradables. Constantemente sus vestidos eran dispersados por todos los rincones de la casa, rotos y acribillados de agujeros, por más cuidado que tenían de cerrarlos bajo llave.
Como vivían en un pequeño pueblo, nunca habían oído hablar de espiritismo.
Como es de suponer, pensaron que se trataba de burlas o maldades de alguna persona, por lo que tomaron todas las precauciones. No obstante, los hechos continuaban, por lo que pensaron que algo anormal acontecía. Después de bastante tiempo con estos sufrimientos, alguien les indicó la conveniencia de recurrir a un centro espirita serio, a fin de conocer el motivo y remedio si era posible.
La causa no era dudosa, el remedio era más difícil; pues, el espíritu que se manifestaba con semejantes actos, era evidentemente malvado.
En la evocación que se hizo en el centro, este espíritu se mostró de una gran perversidad e inaccesible a todo buen sentimiento. La oración pareció ejercer una influencia laudable; pero, después de un tiempo de descanso, el pillaje comenzó de nuevo.
El consejo que que con este motivo dio un espíritu superior, fue el siguiente: Lo mejor que pueden hacer esas hermanas, es rogar a que sus espíritus protectores no les abandonen. Y el mejor consejo que puedo darles, es que examinen sus conciencias para confesarse a sí mismas, y ver si han practicado siempre el amor al prójimo y la caridad. No quiero decir tan sólo la caridad que da y distribuye, sino la caridad de la lengua; porque, desventuradamente, ellas no saben retener la suya, y no justifican por sus actos piadosos, el deseo que tienen de quedar libres de lo que les atormenta.
Les gusta hablar mal del prójimo, y el espíritu obsesor que les atormenta, ha estado vengándose por lo mucho que le hicieron padecer cuando vivía.
Que repasen su memoria, y verán muy pronto con quién tienen que habérselas. Sin embargo, si consiguen mejorarse, sus guías o guardianes se les acercarán y su sola presencia bastará para echar fuera al espíritu malo, que se ha apoderado de una de ellas sobre todo, porque su angel guardián ha tenido que alejarse de los actos reprensibles y de los pensamientos malos. Lo que les falta, son fervientes oraciones por los que sufren, y sobre todo, la práctica de las virtudes cristianas.»
Por lo expuesto, puede apreciarse el daño que puede causar la murmuración, por desventura bastante practicada en nuestro ambiente social.
Los espíritus buenos, tienen, sin duda más poder que los malos, y su voluntad basta para alejarlos; pero, no asisten sino a quienes les secundan por los esfuerzos que hacen para mejorarse. De otro modo, se alejan y dejan el campo libre a las entidades inferiores de maldad.
Muchas son las personas que, por ignorancia de las leyes de la Vida, observan una conducta apartada de la ley del Amor; con lo cual, se unen kármicamente a seres de baja condición moral que, no solamente pueden serles causa de sufrimiento como humanos, sino también después al pasar a la otra dimensión de la vida, como el caso referido.
En todos los casos de obsesión, hay una causa previa, que es el verdadero origen de los motivos de la misma. Toda entidad obsesora es un ser ruin que ataca a su víctima para vengarse de alguna ofensa, daño o maldad, en vida anterior o en la vida presente, que haya causado al obsesor. Y lo curioso es que, generalmente, no actúa solo, sino ayudado por otros seres inferiores, ruines, que le asisten en su propósito de venganza.
Aquí tenemos algo en qué meditar, a fin de observar siempre una conducta digna, dentro de la moral espiritual que vamos conociendo, evitando así toda posibilidad de rencores y malquerencias de otros hacia nosotros, que puedan ser motivo de venganza. Pues, cuando este deseo entre en el alma de una persona, puede llegar a causar daño, ya como humano ya como espíritu. Por ello, amemos siempre, ya que de ese modo, no tan solo no crearemos causas de posibles obsesiones futuras, sino que, vibrando siempre en bondad, que es manifestación del amor sentido, neutralizaremos la acción maléfica que sobre nosotros intenten ejercer las entidades perversas.
Obsesiones (2) por: Sebastián de Arauco