Puerta estrecha, puerta ancha
por donde las almas entran;
una a una por la estrecha,
por la otra en avalancha.
Poder entrar por la estrecha
es difícil, tortuoso;
hasta llegar a esa puerta
el camino es muy angosto.
Hay que hacer grandes esfuerzos
para entrar por esa puerta:
hay que adelgazar el alma;
si la engordas, quedas fuera.
Como dice el Evangelio
es fácil entrar por la ancha,
porque no requiere esfuerzos
ni limpiamos nuestras manchas.
Nos obligan a salir
una vez que estamos dentro,
porque por la puerta ancha
tan solo se entra “muerto”.
Pero hay que seguir viviendo
para seguir en la brecha
hasta limpiarnos del todo…
¡y entraremos por la estrecha!
Las dos puertas por: Mª Luisa Escrich
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Las dos puertas. Guardamar, octubre de 2016.