LABORIOSIDAD

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Laboriosidad

Laboriosidad procede del termino latino labor (trabajo, tarea, fatiga). De ahí el adjetivo laborioso (difícil, esforzado, complejo), los verbos labrar (conseguir algo con esfuerzo), elaborar, colaborar.

Como podemos apreciar, el tema que nos ocupa, nos da una interpretación muy clara de lo que representa para todos nosotros el hecho de forjar nuestra personalidad dentro de los valores humanos. Es un trabajo laborioso, que hemos de llevar a cabo durante muchas vidas, hasta que hayamos arrancado de raíz nuestras imperfecciones, y sólo alberguemos en nuestro interior cualidades positivas.

Hemos mencionado antes «arrancar de raíz», siendo esta la expresión que más claridad arroja para comprender el trabajo que se debe realizar con nuestros defectos morales, ya que estos no dejarán de entorpecernos y llevarnos a caminos equivocados hasta que no los eliminemos del todo, y esto sólo se consigue con mucho esfuerzo y como fruto de un trabajo constante y sin tregua. Los defectos se pueden llegar a controlar, puesto que sabemos que los tenemos, y se pueden ir reduciendo trabajando en el sentido contrario, siempre y cuando estemos determinados a transformar nuestro estado íntimo en un estado de limpieza y sinceridad en todos nuestros actos, pero no hemos de confiarnos nunca pensando que hemos eliminado del todo un defecto que era significativo en nuestro comportamiento, porque siempre puede quedar parte de él camuflado y la raíz no haber sido arrancada.

Es muy atrevido confiarse creyendo que por el trabajo de unos meses o de años hemos conseguido eliminar un defecto, que quizás llevábamos arrastrando muchos siglos y existencias, por lo tanto, hemos de hacer lo contrario, no solamente dominarlo y controlarlo, sino estar siempre en guardia para que no nos juegue una mala pasada.

Para toda aquella persona implicada en un trabajo de índole espiritual, ésta es la tarea que nunca ha de descuidar, ya que a mayor control y esfuerzo por eliminar sus imperfecciones, mayores logros conseguirá en el campo espiritual, ya que sus objetivos no se verán manchados por sus intereses personales y tendrá en todo momento una ayuda espiritual positiva que le guiará sus pasos y le dará todo tipo de facilidades para culminar con éxito sus emprendimientos.

Muchas personas se olvidan quizás de lo laboriosa que es la vida espiritual, que recordamos que no es otra cosa que la mejora de uno mismo (eliminación de raíz de las imperfecciones), y la ayuda a sus semejantes (de forma altruista y desinteresada), y para llevar a cabo esto hace falta una buena dosis de entusiasmo, sin la cual con el tiempo no le vemos sentido a lo que estamos haciendo, nos aburrimos, nos cansamos, nos vuelven a salir las viejas tendencias del pasado, la comodidad, y con ello el ambiente material en el que vivimos nos arrastra de nuevo a vivir una vida normal, sin compromisos, y sin implicarnos. Con lo cual vemos lo importante que es mantenernos con ese entusiasmo y dinamismo que sólo viene como fruto del trabajo del día a día, que no nos deja dormirnos, sino tratar de alcanzar nuevas metas, aunque éstas sean pequeñas, pero nos permiten ver un nuevo horizonte y lo mucho que queda por hacer.

El hecho de conseguir algo bueno para nosotros mismos, e implicarnos en llevar a cabo nuestra vida dentro de unos parámetros espirituales requiere también estar convencido a fondo de que es eso lo que queremos. Hay que ser valiente en nuestra sociedad para nadar contra corriente, para creer en algo en lo que la mayoría no cree, o simplemente para plantearse vivir sin egoísmo y sin maldad, que son la base de casi todas las relaciones humanas y sociales, aunque esto no se reconozca abiertamente, todos sabemos que es así. Hace falta estar convencido, tener fe y sentirlo, porque si no, no podemos sacar la valentía que se requiere para dar ese primer paso y después comprometernos y responsabilizarnos de efectuar una serie de cambios en nosotros, cambios que son imprescindibles para acoplarnos a un grupo y colaborar con él en la ejecución de objetivos a conseguir.

Cuando sabemos que es lo que queremos hemos de prepararnos con las herramientas adecuadas para llegar a ese fin, y hemos también de descartar todo aquello que va a suponer un peso y un entorpecimiento en nuestro caminar, si no lo hacemos así sabemos que a la larga no vamos a poder resistir sucumbiendo por falta de capacidad y los buenos planteamientos no van a ser suficientes. La convicción nos va a dar la seguridad suficiente para quitarnos todo el lastre que pueda estancarnos en nuestro cometido, la valentía nos va a lanzar a ese trampolín y el coraje debe ir unido también a estas cualidades, para que seamos lo suficientemente fuertes a la hora de afrontar retos duros, o serios obstáculos que se puedan presentar. No todo está tan claro para saber qué tenemos que hacer, no siempre vemos los caminos que hemos de seguir señalados con una flecha, y nuestros defectos juegan siempre al acecho para llevarnos por el camino más fácil. Por experiencia sabemos que el camino más fácil no siempre es el mejor, sino todo lo contrario. No todo en la vida se nos da hecho, somos nosotros quienes hemos de recorrer el camino y superar mil y una dificultades. En muchas ocasiones, tanto en la vida material como en la espiritual, el mérito y el éxito vienen a consecuencia de haber sabido superar la dificultades con tesón, siendo constantes en el trabajo, no habiendo perdido nunca la fe y poniendo ese coraje que hace falta para conseguir algo que veíamos muy lejano y que a la mayoría de las personas, por no gustarles el trabajo fatigoso, enfrentarse a problemas, etc…, abandonan y no llegan a conseguir nunca nada.

La vida espiritual es de lo más laborioso que existe en la existencia humana, porque nunca termina, siempre hay algo que hacer, a cada momento se nos pueden presentar pruebas, actuaciones, pensamientos, etc…, y no podemos quedarnos parados, tenemos que reaccionar de la mejor forma posible y hoy mejor que ayer, si no es así no existe el progreso para nosotros. Es por ello que hemos de estar atentos a nuestra conducta y atentos a no quedarnos atrás en el camino de la superación personal, fijándonos en los avances que consiguen otros, en las nuevas ilusiones que se proyectan, en las posibles metas que podemos trazarnos. Debemos de hacerlo así porque si no hay un fin que alcanzar todos los buenos planteamientos se vienen abajo, el trabajo es el alimento del espíritu y el amor su objetivo final, y para ello hemos de estar en constante movimiento a fin de tener siempre algo por lo que luchar.

Laboriosidad por:  Fermín Hernández Hernández

© 1999 Amor, paz y caridad

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