Como ha sido expuesto en los números anteriores, la función de la llamada muerte, es facilitar al espíritu el desprendimiento de su cuerpo físico, que le ha sido facilitado por las Leyes de la Vida, para realizar un programa en La Tierra, de acuerdo con su necesidad evolutiva, y volver a la vida del espacio, a la cual pertenece; aun cuando en nuestra ignorancia, esta verdad sea desconocida.
Y así como el nacimiento de un niño es el comienzo de una vida física, la muerte física, es el nacimiento a la vida espiritual, es la resurrección a una vida más real ya que, libre el espíritu de la prisión de la carne, se siente más ligero y con capacidad para manifestarse más libremente, siendo el pensamiento el lenguaje para una más rápida comunicación de las ideas. Y el espíritu, con su cuerpo astral, puede trasladarse a grandes distancias con la rapidez del pensamiento, ya que la mente es la fuerza motora, siempre que no le sea impedido por la Ley.
Como quiera que al dejar el cuerpo físico, en nada se modifica el estado mental y afectivo del desencarnante, las primeras fases de la vida en la cuarta dimensión son análogas en la gran mayoría de los humanos. Y dado el escaso grado de evolución, una gran parte de los desencarnados quedan apegados al ambiente en donde han vivido, intentando intervenir en la vida y actuaciones de los humanos, hasta que la luz penetre en sus mentes y se den cuenta de su condición. Entonces comienzan a buscar el modo de liberarse. Y si tienen ansias de progreso, buscan por todos los medios a su alcance, hasta encontrar el modo y manera para alcanzar el camino del progreso.
Y con esta actitud mental, vibrando en esa sintonía que es percibida por seres espirituales que están en misión fraterna de auxilio y cooperación en el progreso de los desencarnados, vienen en su ayuda para orientarlos.
Y los seres de escasa evolución, cuando están dominados por alguna pasión, tratan de atacar, perturbar u obsesionar a aquellas personas motivo de su pasión; para lo cual pueden penetrar en su hogares a través de las puertas y paredes, pudiendo ver en la oscuridad física, que no afecta a la vista psíquica. Pero, no así a aquellos que están en las tinieblas, ya que no pueden ver aunque les atraviese la luz del sol; porque la penumbra es psíquica, está en su mente.
Los seres desencarnados son sensibles a los colores, olores y sonidos del mundo físico, pero no a las temperaturas; aunque algunos se sienten arder, como efecto de la catarsis depuradora del magnetismo deletéreo del que las almas malvadas estan impregnadas, así como el frío que sienten las egoístas, condiciones éstas que son de orden psíquico-magnético. En los planos superiores del astral, la temperatura es siempre deliciosa, sin cambios.
«La casa de mi Padre tiene muchas moradas», dijo el Maestro Jesús. Múltiples y variados son los ambientes o moradas del mundo espiritual, como múltiples y variadas son las condiciones humanas o estados de la conciencia.
La vida en la cuarta dimensión del espacio, es análoga a la vida terrena, aunque no igual. Diremos mejor, nuestra vida terrena es una manifestación material de la vida espiritual; con la diferencia de que, aquí estamos todos en el mismo plano, aunque separados según el valor cultural y económico. Y aun cuando hay escuelas espirituales y dóctrinas como la Teosofica y Rosacruz, entre otras, que establecen un número determinado de planos y subplanos del mundo espiritual, nosotros consideramos aventurado hacerlo; pues, es una escala, una progresión, cuyo limite nadie ha encontrado aún. Pero, de acuerdo con el programa de estas leyes, diremos que hay:
1-.- Planos astrales altos o superiores y bajos o inferiores, que corresponden a la dimensión o mundos de las almas.
2.- Planos elevados, más allá del astral o influencia del planeta, que hemos venido identificando como 5ª, 6ª o 7ª dimensión, en los que no existen las formas, tal como los humanos conocemos. Esos planos son la Gloria del Cristianismo o el Nirvana del Budismo; moradas sutiles o reinos para los espíritus puros, y que nosotros también podremos alcanzar y alcanzaremos, cuando hayamos conquistado la perfección.
3.-Planos siderales, dimensiones incomprensibles a nuestra mentalidad humana, cuyo alcance no nos es posible imaginar. Es esa parte del Universo en donde actúan los llamados ingenieros, arquitectos y directores siderales, que dirigen la formación y evolución de los mundos y sus humanidades.
SEBASTIÁN DE ARAUCO