La leyenda de la serpiente y el sabio
Cuentan las tradiciones populares de la India, que existía una serpiente venenosa en cierto campo. Nadie se aventuraba a pasar por allá, recelando el asalto. Más un santo hombre, al servicio de Dios, buscó la región, más confiado en el Señor que en sí mismo. La serpiente lo atacó, irrespetuosa. Pero, él la dominó con la mirada serena y habló: –Mi hermana, es de ley que no hagamos daño a nadie.
La víbora se recogió, avergonzada. Continuó el sabio su camino y la serpiente se modificó completamente.
Buscó los lugares habitados por el hombre, como deseosa de reparar antiguos crímenes. Se mostró integralmente pacífica, pero, desde entonces, comenzaron a abusar de ella. Cuando le identificaron la sumisión absoluta, hombres, mujeres y niños le daban pedradas. La infeliz se recogió en su cueva, desalentada. Vivía afligida, amedrentada, desanimada.
Pero, he aquí que el santo regresó por el mismo camino y decidió visitarla. Se asombró, observando esa tamaña ruina. La serpiente le contó, entonces, la amarga historia. Deseaba ser buena, afable y cariñosa, pero las criaturas humanas la perseguían y apedreaban.
El sabio pensó, pensó y respondió después de oírla: –Pero, mi hermana hubo una equivocación de tu parte. Te aconsejé que no mordieses a nadie, que no practicases el asesinato y la persecución, pero no te dije que evitases asustar a los malos. No ataques a las criaturas de Dios, nuestras hermanas en el mismo camino de la vida, pero defiende tu cooperación en la obra del Señor. No muerdas, ni hieras, pero es necesario mantener al perverso a distancia, mostrándoles los dientes y emitiendo tus silbidos.
(La leyenda de la serpiente y el sabio. Extraído del capítulo 20.- Defensas contra el mal; de la obra LOS MENSAJEROS, por el espíritu André Luiz, psicografíado por Francisco Cándido Xavier. Federación Espírita Brasileña).